Nació en la península y llegó de chico al país. Se hizo conocido y querido en Escobar por su trabajo de zapatero, que heredó de la familia. “Si uno quiere su oficio, las cosas te van bien”, sostiene. Y se define como “un tipo feliz”.

Por JAVIER RUBINSTEIN

1 ¿Cuándo llegaste a la Argentina?
En 1952, tenía 14 años. Vine con mi mamá, mi hermana y mi hermano. Mi papá había venido antes a Pacheco a buscar un tío que no había vuelto a Italia después de la Guerra y mi abuela, antes de morir, le pidió que lo buscara.

2 Así que ustedes vinieron detrás de él…
Claro, primero vivimos un tiempo en Pacheco y después nos vinimos a Escobar. Alquilábamos en Colón y César Díaz: Enfrente pusimos la primera zapatería, donde trabajábamos mi papá y yo. Le alquilábamos al “Gato” Presto.

3 En Italia, ¿dónde vivían y a qué se dedicaban?
Vivíamos en Calabria, mi mamá era modista y papá zapatero. Yo aprendí con mi tío Carlos, que también le enseñó a mi padre. Era una cosa de locos lo que sabía.

4 Toda tu familia estuvo ligada al mundo de los zapatos…
Sí, mi tío, mi padre, mi hijo Gerardo y yo. Ah, y todos los zapateritos de Escobar fueron discípulos míos, eran chicos cuando vinieron, tenían 12, 13 años. Fueron aprendiendo, los aguanté que fueran a la “colimba” y cuando volvieron se enamoraron. Ahí les dije que se debían buscar algo para ellos solos, para ganar más. Pero no se querían ir, entonces les alquilaba un local y les compraba herramientas para que progresen.

5 ¿Así que vos formaste a todos los zapateros de Escobar?
Sí, a “Cachito”, que está en Estrada, al que está en la calle Spadaccini, a otro que, pobrecito, falleció a los 51 años. Hicimos escuela.

6 ¿Cómo es ser zapatero?
Es una profesión que adoro, me gusta. Uno tiene que querer a su oficio, entonces las cosas te van a ir bien. Si lo hacés por obligación o necesidad, no avanzás nunca. Una vez puse un bar y pizzería en la calle Rivadavia, “Roma” se llamaba, muchos viejos se acordarán. Pero siempre seguí con la zapatería.

7 ¿Cuál es el secreto para ser un buen zapatero?
Te tiene que gustar, como el carpintero o el herrero. Si no te gusta, no aprendés. Yo le agarré la mano enseguida. Pero mis maestros me decían que un oficio no se termina de aprender nunca, nadie lo sabe todo. Yo sigo aprendiendo, pero ya tengo pocas ganas, solo voy a darle una mano a mi hijo Gerardo.

8 ¿Te gusta que él también sea zapatero?
Sí, porque a la zapatería la conocen por Federico. Si dentro de 40, 50, 60 años me muero (risas), muere todo y chau zapatería, entonces que siga mi hijo. El último discípulo que tengo trabaja con él y, casualmente, se llama Federico.

9 ¿Tu hijo agarró el oficio de grande?
Probó antes y no le gustó, hizo otras cosas también. Le dije: “Si trabajás bajo patrón, no vas a tener nunca ilusión”. El que trabaja por su cuenta está tomando mate y piensa qué cambiar para mejorar. Yo tenía una bici usada, después me compré la moto, alquilaba casa y zapatería, hoy tengo auto, casa y zapatería propia. Me fue re bien.

10 ¿Volviste muchas veces a Italia?
Sí, la primera vez fue después de un tiempo largo. Para ir tuve que vender una heladera vieja. Cuando llegué, me dije: “Bueno Federico, ahora tenés dos Patrias: Italia y Argentina”. Donde nací y donde me crié. Ya no voy más, no me dan los huesos…

11 ¿Nunca pensaste en volver a Calabria?
No, porque no me iba a adaptar. Mis amigos emigraban del sur al norte, a Alemania, a Suiza, a Francia, solo quedaron dos o tres. Yo acá siempre estuve cómodo, me adapté y conocí mucha gente.

12 ¿Te considerás un argentino más?
Creo que más que argentino. Hay muchos que piensan que porque nacieron acá son “argentinazos”, pero no es así.

13 Si juegan Argentina-Italia en un Mundial, ¿por quién hinchás?
Apreciaría al que juega mejor, hincha no soy de ninguno. Soy del que juega bien, es mi manera.

14 ¿Qué diferencias hay entre argentinos e italianos?
Cada uno vive a su manera. Para aquellos nosotros somos de cuarta categoría. No todos, pero la mayoría piensa eso. Cuando yo iba me preguntaban por los gauchos. Pero nos quieren, eh.

15 ¿Cómo ves al país?
Mal, mal, no entiendo mucho pero veo que los políticos nos engrupen, nos dicen muchas mentiras.

16 ¿Y a Escobar?
Es una desgracia. Cuando vine nos conocíamos todos y a lo sumo habría 50 coches, todo era una fiesta. Mis padres salían a comer la ensalada a la vereda, el que pasaba se ponía a comer con nosotros y ni nos conocía. Hoy en las casas hay paredones, alarmas, alambrados, rejas, es como una cárcel.

17 ¿Te considerás un personaje de la ciudad?
La gente me conoce por mi oficio. Yo le arreglaba los zapatos a nenas de 12, 14 años que hoy son abuelas. Si tenían plata me pagaban, si no venían otro día. En los negocios a los que voy hago lo mismo. “Después paso”, les digo, es algo conjunto.

18 ¿Hiciste muchos amigos acá?
Sí, una vez en Italia me preguntaron por qué no volvía y les dije: “Porque en Escobar soy el italiano más rico”. Me miraban y me preguntaban si tenía hacienda. “No, tengo amigos”, les respondí. Yo era amigo de don Luis Monti, en Italia lo recuerdan mucho porque fue campeón mundial.

19 ¿Consumís medios locales?
Sí, a la zapatería me llegan revistas y veo todas. Algunas cosas no me gustan, pero el periodismo vive de eso. DIA 32 me gusta, está muy bien.

20 Yendo a tus gustos, ¿una comida preferida?
Asado y tallarines. La pasta con un buen vasito de vino blanco y la carne con un vasito de yogurt descremado tinto (risas).

21 ¿Sos de cocinar?
No, me gusta comer. Cocina mi señora, yo en la cocina no sirvo para nada.

22 ¿Una salida ideal?
Me gusta ir a Córdoba, sierras, río, mates. Una costeleta vuelta y vuelta, siesta y una cerveza. Córdoba es toda linda, solo le falta el mar.

23 ¿Un hobby?
Jugar al billar y al truco. Me gustaba el fútbol, jugaba en Boca del Tigre, pero nunca hacía goles. ¡Ah! Y mi padre fue fundador del Club Italiano de Escobar, yo estuve de vocal.

24 ¿Una virtud?
Ser honesto y decir siempre la verdad, nunca le mentí a nadie. El que miente es un enemigo, no sirve.

25 ¿Y un defecto?
Ser petiso.

26 ¿Algo que odies?
Ir al médico. Antes los médicos de cabecera nuestros eran Ballester y Campiglia, venían a casa, tomaban un vinito, te recetaban y te curaban. Ahora te mandan a hacer un montón de cosas, ¡andás por medio Escobar! Es un negocio infernal. Por suerte de salud estoy bien. No vuelo, pero camino.

27 ¿Una década de tu vida?
Del ‘55 al ‘65, en ningún lado del mundo se vivía como en Argentina. En esa época éramos laburantes, pobres y felices.

28 ¿Sos un tipo feliz?
Muy feliz, me gusta pasarla bien. Todos las mañana tomo mate afuera, aunque llueva. El otro día le decía a mi señora que soy el más rico de Escobar. Me levanté, me afeité, tomé mate, me hice un capuccino, reventé un cigarrillo y fui a trabajar. ¿De qué me sirve estar lleno de plata y estar podrido en una cama?

29 ¿Cuánto fumás por día?
Un paquete de 20. Pero le doy dos o tres pitadas y lo tiro, es un vicio, no le siento sabor. Es una porquería fumar, pero fumo. Tengo 76 años, sino me mando un tinto, un cigarrillo y unos mates, ¿qué voy a hacer?

30 ¿Una mujer en tu vida?
Primero mi madre, Concepción, y después mi señora Susana. Tengo dos nietas, Martina y Federica, mi casa estaba vacía sin mis hijos y estas nenas la llenan de vuelta. Los nietos son una continuación de la vida.

31 ¿Qué harías con un millón de dólares?
Sería un problema. Si tuviera guita la repartiría y disfrutaría más de la vida con mi entorno. Pero me guardaría una reserva para no pedir limosna.

32 ¿Cómo te gustaría que te recuerden?
Como soy: charlatán y laburante. Con eso ya es suficiente.

FICHA PERSONAL

Federico Ferlaino nació el 1º de agosto de 1938 en Calabria, Italia. Desde 1952 es un escobarense más. Casado con Susana Schachtl, tiene dos hijos, Angel y Gerardo, y cinco nietos. Proveniente de una familia de zapateros, heredó de chico el oficio que lo terminó haciendo popular en la ciudad. También hizo teatro vocacional con Julio Cantuarias y “Cacho” Sureda. Verborrágico, amable y servicial, cualidades de un “Tano” que es marca registrada.

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