A los 62 años, el actor uruguayo dice que le queda cuerda para rato. Netflix, Hollywood y su presente en 100 Días para Enamorarse, además de su trabajo de director artístico del teatro Seminari.

Por FLORENCIA ALVAREZ
falvarez@dia32.com.ar

Es de esos actores que siempre están en la tele, desde ya hace cuatro décadas. Pasan los años y él desenfunda un personaje, tras otro, tras otro. Al uruguayo Osvaldo Laport (62) se lo vio hacer de todo: una de sus encarnaciones más memorables fue la del indio Catriel en Más Allá del Horizonte (1994) , junto a Grecia Colmenares. Pero antes había sido Miguel Ángel en Estrellita Mía; Juan en Pasiones, Luca Vanzini en Cosecharás tu Siembra… Después fue Guido Guevara en Campeones de la Vida; Franco Buenaventura, el profe; Amador Heredia en Soy Gitano y tantos otros que es imposible recordarlos a todos.

Siempre acompañando en las novelas de la tarde a las grandes divas de la época como Verónica Castro, Jeanette Rodríguez, Luisa Kuliok, Andrea del Boca y a las actuales también, ya convertido en figura de las tiras nocturnas.

Fue seis veces nominado al Martín Fierro y ganó dos. Además de actor es cantante, director de teatro, docente y activista.

Hoy está en la tele y en el teatro, también es profesor del Instituto Superior Municipal de Formación Docente y Técnica de Escobar, padrino y director artístico del teatro Seminari.

-¿Sentís que la gente te identifica con algún personaje en especial?

-Generalmente con los anti héroes, porque la sociedad se identifica con eso. Guevara fue uno de ellos y es al día de hoy, después de tantos años, que hay personas que me dicen que Guevara era su ídolo. Muchos padres les recomiendan la novela a sus hijos cuando la retransmiten por algún canal de cable.

-¿Y hay alguno que a vos te haya gustado más que otro?

-Confieso que este abuelo que estoy haciendo ahora en Cien Días para Enamorarse me da mucho placer. Me siento un privilegiado porque sé que gran parte de la sociedad también se identifica con el tema de la apertura de la diversidad sexual. Hay muchos adultos, padres, abuelos, tíos, tutores de jóvenes que transitan por situaciones de mucho dolor y está bueno poder acompañarlos desde nuestro lugar.

-Actualmente también estás interpretando al padre de Siddharta en el teatro Broadway, un musical con todos los ingredientes. ¿Tiene algo de especial esa historia para vos?

-Es un reflejo absoluto de mi filosofía de vida, siempre digo que hay que dejarla fluir y decantar sola. Creo que tenemos un destino marcado y debemos estar atentos. Yo he recibido muchos mensajes a través del tiempo. Aunque es verdad que estamos algo dormidos. Me he dado cuenta de una cosa que es cruel: hace quince años que estoy comprometido con el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), haciendo viajes humanitarios por el mundo, y descubrí que sí, estamos muy distraídos e incluso distraídos de vivir en paz.

-¿Cómo nació tu compromiso como embajador del ACNUR?

-Como todo en mi vida, por eso hablo de un cierto preanuncio que siento en algunas cosas. Mi vieja siempre recordaba que yo de niño le decía que debería existir una gran goma para borrar los límites geográficos del mundo. Evidentemente, algo me estaba diciendo que iba a llegar esto.

-¿Qué vivencias podés contar en primera persona de lo que se ve y se siente durante esos viajes?

-Tocar ese tema es empezar a bucear profundo, no nos va a alcanzar el tiempo ni los días para testimoniarte la crueldad de la humanidad. Allá la pobreza es la menor de las preocupaciones. Te puedo hablar del éxodo silencioso más largo de la historia de la humanidad, que son los refugiados en el mundo, y cuando hablo de distracción de nuestra sociedad, incluso con el vivir en paz, hablo de la distracción también frente a nuestra propia historia. Hemos vivido dictaduras crueles donde no solamente tenemos un número tremendo de desaparecidos sino que se omite cuántas víctimas hombres, mujeres y niños han tenido que huir solicitando asilo político para salvar sus vidas.

-¿Por qué siendo uruguayo, un país que en muchas cosas está más avanzado que Argentina, decidiste quedarte acá?

-Es verdad, Uruguay siempre primereó y transgredió en temas que aquí se siguen discutiendo. Vine a estudiar teatro en el `76, pero al principio creí que mi destino sería otro. Tengo un hermano que es un prestigioso periodista político en mi país. Siendo él joven y yo muy niño, viajó a Venezuela a un congreso y cuando volvió contó historias, anécdotas, trajo souvenirs… Todo eso produjo algo en mí, que quería ir a estudiar teatro a Venezuela. Pero él me dijo que no, me bajó del caballo de un garrotazo: que era muy lejos, que no había posibilidades económicas para acompañarme, que los viejos iban a extrañar… En fin, me sugirió que probara en Argentina y al final me vine con un pasaje que él consiguió por un canje publicitario. Lo maravilloso de todo esto es que mi primer protagónico lo hice en Venezuela.

-¿Cómo ves el cambio en los hábitos de consumo audiovisual que se ha dado en los últimos años con opciones como Netflix, por ejemplo?

-No tengo mucho tiempo para disfrutarlo, pero creo que es un cachetazo a nuestra pequeña Hollywood. En esta plaza, que es muy chiquitita, deberían reaccionar y comenzar a buscar nuevos creativos. Si bien hay productoras que fueron bisagra en la televisión, se fueron quedando y repitiendo, a pesar de, en su momento, haber realizado grandes y megas producciones. Por eso estoy disfrutando lo que hago ahora con Underground, porque es una historia adulta, comprometida, que sale un poco del molde. Me parece que Netflix obliga a estos, que están engolosinados con su propio ombligo, a despertar, porque sino la gente no los va a seguir.

-¿Alguna vez soñaste con Hollywood?

-Sí, claro, y no dejo de soñarlo. Me pasa que a esta altura de mi vida, con 62 pirulos, siento que todavía tengo muchos personajes para dar. Me acuerdo que cuando apareció Catriel empezó a generarse una cosa impresionante, era una megaproducción con Berlusconi, de Italia. No sé que veían en mí como actor, quizás esa transgresión de salir en bolainas… Sin embargo, tengo que reconocer que, si bien hubo transgresión desde la imagen, la historia no era una gran historia. Sostener el éxito de esa manera, en bolas y con una historia floja, no fue fácil. Por otra parte, para ir a Hollywood hay que dominar muy bien el inglés y yo solo hablo muy bien en uruguayo, y por teléfono (risas).

No tengo mucho tiempo para disfrutar Netflix, pero creo que es un cachetazo a nuestra pequeña Hollywood. En esta plaza, que es muy chiquitita, deberían reaccionar y comenzar a buscar nuevos creativos.

SU ROL EN EL SEMINARI

“Esta sala es un tesoro nacional”

Osvaldo Laport llegó al teatro Seminari de la mano de su amigo Néstor Víttola, quien es el codirector artístico y el encargado de armar la grilla de espectáculos. Ambos están trabajando para sacarle el jugo al máximo a la renovada sala, a la que define como “un tesoro nacional”.

«Cuando llegué ya había un grupo instalado que está entregado y comprometido con la sala. Son sensibles, no solamente con cuidar un patrimonio sino que están abiertos a la escucha de mi experiencia de vida como artista», cuenta Laport, que en mayo fue designado padrino y director artístico del teatro municipal.

Su nombramiento estuvo a cargo del intendente Ariel Sujarchuk, con quien dice haber hablado una sola vez.

Un punto que enfatiza es la necesidad de «mimar a los artistas». Y se explaya: «En nuestro país están degradados, maltratados. He participado de giras y he sentido el maltrato, que básicamente tiene que ver con sentirse ignorado. Acá tenemos la posibilidad de cambiar eso y también de educar al público desde el amor», afirma.

En la sala del primer piso del Seminari es donde ejerce la docencia con los alumnos de primer año del profesorado de Teatro que dicta el Instituto Superior Municipal de Formación Docente y Técnica. Allí ensayan la muestra de fin de año, en la que representarán una obra que cuenta la vida del poeta francés Arthur Rimbaud.

El guión está escrito por Francisco Scarponi, un talentoso productor que ya está involucrado en varios proyectos del teatro local.

Otras premisas de Laport son «darle más espacio a los artistas locales» y conformar un elenco estable del Seminari a partir de 2019. “Es un gran proyecto, algo que hay que recuperar en nuestro país, porque ya ni el teatro San Martín tiene elenco estable”, señala, entusiasmado con la posibilidad de concretar este objetivo.

A título personal, confiesa que el año que viene le gustaría bajar un poco el ritmo y estar más instalado en el teatro para “disfrutar de esta joya que tiene Escobar”.

 

FACETAS MENOS CONOCIDAS

Actor y mucho más

Es lo que se dice un hombre constante: hace 40 años que está con la misma mujer, la actriz argentina Viviana Saéz, con quien tuvo a Jazmín, la única hija de la pareja, que hoy tiene 23 años. Desde 1991 comparten la casa que construyeron en Benavidez y nunca dejó de cultivar esa imagen de sex symbol que las fans tanto agradecen.

Además de la actuación se animó a cantar. En 2008 publicó su primer disco, llamado Ojalá, y en 2011, el segundo, Resonancia, ambos de estilo melódico.

Como tantos otros famosos, también tiene un perfume, una marca de ropa interior masculina y, próximamente, un vino con su nombre impreso en la etiqueta.

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