El despido de 67 operarios de la fábrica de autopartes desembocó en un revuelo pocas veces visto en Escobar. Manifestaciones, piquetes, acampe, planta tomada, interna gremial y conciliación obligatoria.

Por FLORENCIA ALVAREZ
falvarez@dia32.com.ar

La imagen de la postal es fuerte, densa. Gendarmes y policías por todas partes, piquetes en cada esquina, con neumáticos y ramas ardiendo y llenando de humo la zona. Por la noche, gente durmiendo en carpas al costado del asfalto; durante el día, permanentes manifestaciones con bombos y redoblantes. Adentro, un puñado de trabajadores que pugnan por recuperar su empleo mantiene tomada la planta desde un puente grúa, dispuestos a todo. Gestamp está en llamas.

El despido de 67 operarios de la autopartista española desembocó en un revuelo pocas veces visto en Escobar y que alcanzó escala nacional a partir de su duración y de las consecuencias que fue provocando. Es que el conflicto de Gestamp llegó a paralizar a un grueso sector de la industria automotriz al dejar sin insumos a las terminales de Ford, Volkswagen y PSA (Peugeot-Citroen), afectando así a unas nueve mil fuentes de trabajo.

Recién a partir de que la situación llegara a este extremo pareció empezar a normalizarse. Al menos el Ministerio de Trabajo bonaerense salió de su letargo y decretó la conciliación obligatoria, que de ninguna manera garantiza la resolución del problema pero que sí representa una tregua para bajarle decibeles a la confrontación y tratar de encontrar una salida pacífica.

En un contexto de recesión para una industria que logró un record de producción y ventas en 2013, el caso de Gestamp no se compone solo de causas económicas sino que también se alimenta de influencias políticos y de una interna sindical que contribuyeron a darle una magnitud cuyas derivaciones finales son aún impredecibles.

De suspendidos a despedidos

Gestamp Automoción es una empresa con sede en Abadiño (Vizcaya) que se dedica al diseño, desarrollo y fabricación de componentes metálicos para el automóvil. Tiene presencia en 20 países, con 95 plantas y una nómina de 24.000 empleados.

En Argentina tiene tres sedes: una en Loma Hermosa, otra en Córdoba y la tercera en Escobar, donde desembarcó en 2006 y trabajan 650 personas. En su predio ubicado en la ruta 9 vieja, a la altura del kilómetro 48, funcionan dos sectores: la Planta 3, en la que se fabrican partes para Volkswagen, Ford y PSA; y la Planta 4, que se dedica exclusivamente al modelo de Pick Up Amarok, de VW. De esta última son los operarios con los que se generó el conflicto.

La historia comenzó a escribirse el 7 de abril. Alegando que la baja de demanda por parte de las terminales -especialmente la de VW-, los obligaba a aminorar la producción, los responsables de la compañía decidieron suspender a más del 10% del personal y pagarle el 75% del sueldo. La medida sería coyuntural y mes a mes se iría rotando a los suspendidos.

Hasta ahí, la situación parecía contenida. Sin embargo, apenas llegó mayo todo se desmadró. En la nueva tanda de suspensiones la empresa no habría cumplido con todas las rotaciones acordadas y un grupo de trabajadores tomó el camino de la acción directa, impidiendo el funcionamiento de la Planta 4 y bloqueando los cinco portones de la fábrica para que no puedan entrar ni salir camiones.

Tras esta manifestación, Gestamp despidió “por causas disciplinarias” a los empleados suspendidos.

A partir de ese momento, los cesanteados iniciaron un plan de lucha para recuperar los puestos de trabajo. Así, levantaron un acampe frente al ingreso principal por la ex ruta 9, realizaron dos cortes totales de la autopista Panamericana y manifestaciones en el microcentro porteño.

Partidos de izquierda, organismos de derechos humanos y personalidades como Osvaldo Bayer, Adolfo Pérez Esquivel, Luis Zamora, la madre de la Plaza de Mayo Elia Espen y su nieta Victoria Moyano, entre otros, apoyaron la causa. Por su parte, el sindicato Smata se desvinculó totalmente del reclamo y cuestionó la metodología utilizada por los trabajadores.

Uno de los momentos de mayor tensión se produjo el martes 27, cerca de las 7 de la mañana, cuando 9 trabajadores entraron a la fábrica por la fuerza, sorteando a los policías que intentaban evitarlo, y se atrincheraron sobre un puente grúa a 15 metros de altura.

La empresa denunció que el grupo “ingresó de manera ilegal, agredió a un guardia de seguridad y, una vez arriba del puente grúa, arrojó objetos contundentes hacia el personal que se encontraba debajo”.

De esta manera, se cortó la producción en Gestamp y 48 horas después Ford, Volkswagen y PSA estaban completamente paralizadas por carecer de insumos.

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Versiones encontradas

Como suele pasar en este tipo de escenarios, cada una de las partes ofreció una versión de los hechos diametralmente opuesta.

“El lock out del que nos acusan y por el que dicen que nos echaron no lo hicimos nosotros, lo hizo la empresa, que impidió la entrada del personal de los turnos tarde y noche”, sostuvo Damián Calci, el delegado de la Planta 4 que se puso al frente de la toma, en declaraciones a DIA 32.

Al principio también encabezaron la protesta otros dos delegados, Rafael Pedrozo y Sergio Albornoz, quienes luego se abrieron. “Quizás no soportaron la presión”, afirmó Calci sobre la deserción de sus compañeros, a quienes otros trabajadores acusaron de “negociar” con la empresa.

Según Calci, que trabaja en Gestamp desde hace cuatro años, el problema fue el criterio con el que la empresa llevó adelante las suspensiones: “Fueron totalmente arbitrarias, ilegales y discriminatorias. En ningún momento buscaron que se absorba de conjunto ni acataron el artículo 21 de la Ley de Contrato de Trabajo (que dice que las suspensiones tienen que ser con las personas de menor antigüedad y carga familiar)”.

“Armaron una lista de 67 compañeros, los cuales tienen enfermedades profesionales y que para la empresa son como material descartable. Y también fueron contra muchos compañeros que se destacan por defender sus derechos como trabajadores, a los que ellos llaman revoltosos. Entonces nosotros denunciamos que esos eran despidos encubiertos”, aseveró.

El delegado también remarcó que la empresa echó a personas que no participaron de esa primera manifestación: “Hay un caso puntual de un compañero que en ese momento estaba en el quirófano porque lo estaban operando de la muñeca”.

Gestamp, en tanto, a lo largo del conflicto dio a conocer su posición mediante comunicados de prensa. Así, en un primer momento informó que “la decisión de despedir a 67 empleados constituye una medida disciplinaria, que sanciona su actuación al margen de la ley, impidiendo el normal funcionamiento de la planta”.

La autopartista culpó a los despedidos de “contravenir las directrices de la propia fiscalía al obstruir la producción y no permitir la normal distribución de los productos a los clientes. Por tanto, lo ocurrido se circunscribe a una medida disciplinaria ante un comportamiento que la empresa no puede tolerar”.

Por su parte, los trabajadores de la Planta 3 de Gestamp no solo no participaron de las protestas sino que analizaron los hechos con una visión más cercana a la de la patronal que a la de sus ex compañeros. “Se manejaron muy mal, la empresa no había despedido a nadie hasta que ellos se pusieron a hacer un despelote enorme, diciendo que las suspensiones eran despidos encubiertos. Vieron el árbol y no el bosque, no midieron”, expresó a esta revista Jorge Paz, integrante de la comisión interna de Smata.

“Nosotros nos sentamos a negociar dialogando, no de esta manera. Calci traicionó a sus compañeros actuando de esta forma. Además, lo único que hacen es beneficiar a la empresa, que en estos momentos nada le viene mejor que dejar de producir”, agregó Paz, dejando en claro las marcadas diferencias entre los mismos trabajadores de la fábrica.

La conducción central de Smata, que forma parte de la CGT oficial, recién se pronunció sobre el conflicto el viernes 30, a través de una solicitada en la que fustigó duramente la medida de fuerza: “No podemos comprender cómo un grupo minúsculo de irracionales, por pretender ejercer sus derechos individuales, arrasen con nuestros derechos colectivos”.

Además, el secretario general del gremio acusó a la dirigencia del Partido Obrero de orquestar el conflicto. “No puede ser que nueve compañeros engañados por los cantos de sirenas de estos vivos tengan en vilo a más de diez mil trabajadores”, arremetió Ricardo Pignanelli. Y agregó: “Una cosa es el derecho y otra es el delito. Despidos no teníamos, lo provocaron esos muchachos del PO”.

Final abierto

El caso de Gestamp alcanzó tal dimensión que incluso la Presidenta habló del tema. Durante un acto en Río Gallegos, el sábado 31 a la mañana, Cristina Fernández de Kirchner exhortó al gobierno provincial a “hacerse cargo” del asunto y repudió la toma de la fábrica, al tiempo que cuestionó a los dirigentes sindicales de izquierda que apuestan al “cuanto peor, mejor” y siguen esperando “la toma del Palacio de Invierno”.

A esa misma hora, el gobernador Daniel Scioli encomendó a su ministro de Trabajo, Oscar Cuartango, que visitara la planta y disponga la conciliación obligatoria. De esa manera, todos los despedidos -en realidad, 35, ya que los demás fueron desistiendo de la lucha y acordaron una indemnización- serían reintegrados a la fábrica al menos por quince días, mientras dure la negociación.

Es lo que un día antes le había pedido a Scioli el jefe de Gabinete de la Casa Rosada, Jorge Capitanich, con quien mantuvo una reunión de la que también participó la ministra de Industria de la Nación, Débora Giorgi. Allí, además, se desestimó la idea de un desalojo mediante la fuerza pública que había propuesto el fiscal Facundo Flores.

Con esa condición, los “rebeldes” aceptaron bajar de la grúa y festejaron que el lunes 2 volverían al trabajo. Algo que no sucedió, porque la empresa mantuvo sus portones cerrados argumentando razones de “seguridad e higiene” y al día siguiente los obligó a hacerse una revisión médica en Capital. Unas horas antes, un nuevo comunicado de Gestamp daba cuenta de su disconformidad con la conciliación obligatoria.

“Somos muy respetuosos del marco jurídico que regula las relaciones laborales en la Argentina, pero nos parece inaudito tener que ceder a la extorsión de nueve personas que han cometido actos delictivos. Hasta donde sabemos, no estaríamos obligados a acatar la medida en estas condiciones”, indicaron desde la empresa.

Así, la historia continuaba con final incierto hasta el cierre de la presente edición de DIA 32. Y aunque es difícil aventurar las últimas líneas de esta historia, probablemente lo que suceda pueda sentar un precedente en materia de luchas obreras y decisiones empresariales.

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“Las fuentes de trabajo no se defienden rompiendo las fábricas. Hay dirigentes sindicales que apuestan al ‘tanto peor, tanto mejor’, porque siguen soñando con la toma del Palacio de Invierno”.

Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner

 

 

 

“Las extorsiones permanentes no se pueden tolerar. Yo entiendo que hay derecho a huelga, pero basta con pasar por la puerta de la planta para darse cuenta de que este no es un conflicto de trabajo”.

Ministra de Industria de la Nación, Débora Giorgi

 

 

 

“No podemos permitir la ocupación ilegal de una planta ni convalidar acciones directas que impidan que otros trabajadores hagan sus tareas”.

Jefe de Gabinete de la Nación, Jorge Capitanich

 

 

 

“Acá no hay conflicto gremial. Esto es una prueba piloto que el Partido Obrero está empezando a hacer en las autopartes. Despidos no teníamos, lo provocaron esos muchachos del PO”.

Secretario gral. de Smata, Ricardo Pignanelli

 

 

 

MARCOS VILLAR, PRESIDENTE DE LA UIDE

“Hay una caída pasajera, pero no de largo plazo”

¿Cuál es la opinión de la Unión Industrial de Escobar sobre el conflicto en Gestamp?

Sucede que Brasil dejó de importar vehículos argentinos por su baja en la economía, que son los de gama media hacia arriba. A su vez, ellos producen autos de gama baja y los venden a la Argentina. En ese intercambio, en Argentina termina habiendo menos producción, entonces las empresas comienzan a suspender personal, primero por seis meses y después directamente despiden. Ya anteriormente habían tenido suspensiones, no es de ahora. Las autopartistas más pequeñas también están teniendo problemas. Gestamp es lo que se ve, pero el grueso que acompaña con pequeños repuestos para las automotrices también está sufriendo las consecuencias.

-¿Cómo se soluciona una situación de esta naturaleza?

-Termina siendo una cuestión política. Se tienen que sentar a negociar los gobernantes brasileños y argentinos para poner un poco de aliciente a la crisis que se está viviendo en el sector automotriz para que empiece a girar la rueda. También puertas adentro en el gobierno argentino, con estas últimas medidas que se tomaron poniéndole nuevos impuestos a los autos de gama media hacia arriba. Esto solucionaría un poco las cosas, si bien no va a ser la explosión que vivió en este último tiempo, donde hubo mucha demanda de automotores.

-¿Cuál es la situación general del empleo en las industrias del distrito?

-Dejando de lado la industria autopartista, que es la que mayor empleabilidad tiene dentro del distrito, en general están un 20 ó 25% por debajo que el año pasado. No hay despidos, pero tampoco hay nuevas incorporaciones. Las empresas tratan de quedarse con la gente porque es un recurso que ellos fueron formando. En este último tramo de crecimiento que tuvo el país, al faltar empleados calificados, los profesionalizaron y es un bien que ellos mismos crearon. Las empresas compraron maquinarias nuevas, entonces quieren mantener al empleado como activo fijo de la empresa y tratan de no despedirlo. Ven que es una caída pasajera y no a largo plazo.

-¿Qué expectativas hay para el segundo semestre del año?

-Habrá una recuperación importante porque el pico devaluatorio hizo que toda la industria caiga. Es muy raro que un país que se está industrializando de un día para otro no tenga nada que producir ni nada para consumir. Quizás el freno tendría que haber sido más lento, pero fue una caída de reacomodamiento de precios y una vez que eso sucedió se va a ver el levantamiento de esa economía que se frenó durante febrero, marzo y parte de abril. Ahora los factores están cambiando un poco y eso hace ver que para el segundo semestre del año no vamos a estar como el año pasado, pero sí con mayor estabilidad, y mejor visión hacia largo plazo.

En caída libre

La demanda de vehículos en 2013 fue la mayor de todo el período kirchnerista: se comercializaron casi tres millones de autos, entre nuevos y usados (955.023 0km y 1.845.263 de segunda mano). Los datos provistos por las cámaras automotrices dan un promedio de 233.335 autos vendidos por mes, 7.671 por día, 5 por minuto.

Pero el auge de la industria empezó a bajar drásticamente en 2014. Con una devaluación del 20% en enero, precios que se fueron por las nubes y, sobre todo, la caída en las ventas a Brasil, el sector prevé cerrar el semestre con un retroceso del 35%.

En este contexto, esas industrias prósperas que hasta hace unos meses tomaban y tomaban gente comenzaron a suspender a su personal y, en algunos casos, a cortar cabezas.

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