Un linyera que deambulaba por Loma Verde y Matheu pudo reencontrarse con su familia gracias al interés de un vecino que dio a conocer el caso por las redes sociales. Reencuentro con final feliz, a pura emoción.

Por ALEJO PORJOLOVSKY
aporjolovsky@dia32.com.ar

Un gurú de la televisión, un sobrecito de azúcar y un psicólogo coincidirían en afirmar que no existen las casualidades, sino las causalidades del destino. En ese sentido, la vida le tenía reservada una sorpresa más a Daniel Reyes, un vecino de Matheu que hace de la solidaridad un culto. Una tarde, al llegar a su comercio, se encontró con un hombre de prominente barba, desalineado por demás y algo desorientado, que estaba acostado bajo un sauce. Nunca imaginó que allí empezaría a vivir una historia inigualable.

Ese individuo desconocido era Juan Vidal (70), oriundo de Chajarí, quien en 2006 se vino desde Entre Ríos para trabajar en un tambo. Pero el anuncio que había leído en un diario resultó falso, el campo en cuestión nunca existió y a partir de entonces la calle pasó a ser su hogar. Solía vérselo deambulando por Loma Verde y Matheu, donde la caridad de algunos vecinos que le daban changas, ropa y comida le permitían sobrevivir.

“Cuando me acerqué y le hablé, me encontré con alguien muy respetuoso y educado, con una sonrisa en la boca siempre”, le cuenta Reyes a DIA 32. “Parecía que a Juan me lo había mandado Dios, porque justo uno de mis hijos está casado con una chica de Chajarí. Uno no cree en las casualidades, esto sucedió por algo”, reflexiona, aún sin salir de su perplejidad.

Conmovido por la historia, pensó que lo mejor sería sacarle una foto y publicarla en Facebook. ¿El resultado? Su posteo se viralizó tanto y tan rápido que incluso fue noticia en varios portales de Entre Ríos y Escobar.

Las redes sociales, tantas veces enemigas de las relaciones humanas, en esta ocasión fueron el canal ideal para que una familia pueda unirse nuevamente. Si no hubiera sido por el aporte de cada usuario que compartió la foto, difícilmente hubieran llegado datos de Juan hasta Celia, su hermana, que vive en Haedo.

Apenas se enteró, la mujer se contactó por teléfono con Reyes. “Me dijo que ni siquiera sabía que su hermano vivía en Buenos Aires”, acota el hombre, que junto a varios amigos salió a buscar por el barrio a Juan. “Lo llevamos a mi casa, aunque mientras venía su familia tuvimos que contenerlo para que no se vaya. Estaba impaciente y no entendía nada”.

Tras poco más de tres horas de espera, finalmente Celia y uno de sus sobrinos llegaron a la casa de Matheu. El reencuentro, puramente emotivo con un fuerte abrazo, tuvo su punto cómico con la reacción de Juan: “Tenés 20 kilos de más”, le dijo a su hermana apenas la vio.

El hombre, aún sacudido por las emociones vividas aunque consciente de lo que había pasado, atinó a reconocer lo que había hecho su nuevo amigo con un sincero “gracias”, que para el vecino de Matheu valió más que miles de palabras.

Hoy Vidal está en muy buenas condiciones y feliz de estar de regreso con sus seres queridos. Durante los diez años que pasaron, su mujer -a quien solía mencionar como “el amor de su vida”- y su hijo fallecieron sin encontrarlo, pero hoy puede brindar junto a su hermana. “Está bien, de muy buen humor, y come muchísimo”, reconocieron en su círculo familiar.

“Yo soy creyente y justo me pasa esto. Tuve dos pre infartos y mi vida se termina en cualquier momento, pero no pido nada a cambio: esto es impagable”, concluye Reyes, emocionado y consciente de que con su granito de arena pudo lograr que una historia familiar termine con final feliz.

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