Impulsora del Colegio Nacional de Maschwitz, actual Media Nº4, siempre acompañó distintas causas de la comunidad. Hoy, con impecables 83 años, vive en el barrio de Torre y critica la “falta de compromiso social”.

Por DAMIAN FERNANDEZ
dfernandez@dia32.com.ar

Angela Pahor recaló en Ingeniero Maschwitz a los 7 años, luego de haber nacido en Ciudadela y vivido con sus padres eslavos (eran de Yugoslavia, hoy Eslovenia) y un hermano mayor en Caballito y Luján. Hasta los 12 residió en “La Casona”, lugar donde el empresario uruguayo Víctor Casterán producía los célebres “Patos Viccas”. Cursó la primaria en la ex Escuela Nº14 -hoy Nº13- y gran parte de la secundaria en el Colegio Santa María de Escobar, para terminar recibiéndose de Perito Mercantil en Capital Federal. Desde entonces empezó a forjar una relación muy intensa con su localidad.

Su activo rol social en Maschwitz empezó de joven en la Sociedad de Fomento, donde, entre otras causas, recaudó fondos junto a los reconocidos médicos Héctor Lettieri y Carlos Legaria para asistir a enfermos en la época del brote de la poliomielitis. “Cuando tomé mi comunión, me habían dado la bolsita para recaudar unos pesos y mi mamá me dijo que si tenía tanto, debía repartir la mitad con mis amigas. O sea, ya de chica me llevaban por ese lado”, cuenta a DIA 32 “Angelita”, como la conocen todos, rodeada de perros y plantas en su quinta del barrio Torre de Escobar, donde se mudó hace 17 años y enseñó a inmigrantes a tejer para ganarse la vida.

Mucho tiempo después, esta mujer emprendedora, generosa y “amiga de los amigos” tuvo un sueño mayúsculo: darle a Maschwitz su primera escuela secundaria pública. Y lo cumplió. Tras un par de años de intensas gestiones, signados por los recurrentes viajes al Palacio Pizzurno en su Renault 4, las ventas de rifas y la presentación de obras de teatro itinerantes a beneficio, en las cuales incluso actuó, logró que el 12 de marzo de 1984 abriera sus puertas el Colegio Nacional, hoy Escuela Media Nº4, que inicialmente funcionó en el edificio de la Fomento.

“Fue algo espectacular. Pero después me abrí, porque es fantástico hacer cosas por los demás, y sobre todo cuando necesitan, uno se siente muy bien, pero acá no te dejan. Es una lucha tremenda poder hacer algo, te tenés que poner anteojeras y tirar para adelante caiga quien caiga, y después te dicen que sos dictador. Civilmente hablando, los argentinos no servimos”, critica Pahor, que por todos sus aportes a la comunidad en 2001 fue declarada “Vecina Ilustre” de Maschwitz.

Actualmente jubilada, ha sido una mujer de lo más versátil: además de trabajar en un estudio contable, durante diez años administró y labró mil hectáreas de tierra en Chubut. Como si fuera poco, también escribió novelas que fueron furor en Venezuela y aportó el dinero para la publicación de un libro sobre su querido terruño: Ingeniero Maschwitz: algo de la historia de mi pueblo y de su gente (2007), escrito por Juan Pablo Beliera.

¿Cómo ve en la actualidad a Maschwitz? ¿Está mejor que antes?

Y… como toda la Argentina, que sé yo… las calles son un desastre, faltan luces por todos lados. Le falta, le falta mucho, como al país. Yo voy a lugares y el mismo sur hace cuarenta años estaba mejor que ahora. ¡Entre Ríos! Me acuerdo de haber ido a Puerto Ruiz hace 35 años, era una maravilla y ahora no hay nada. Es tremendo, se vino abajo todo.

¿Qué es lo que más extraña cuando vuelve al pueblo?

La familia. Especialmente, a mi hermano, el “Gordo” Pahor, que se fue hace dos años, era un personaje muy conocido en el pueblo, que venía permanentemente a mi casa. Aquí nos pasamos quince años de gloria, disfrutando la pileta, conversando los dos solos, hablando sobre mamá y papá. Éramos muy compinches.

Volviendo a la cuestión pública, ¿qué le pediría al nuevo intendente?

Más asfalto y más luminarias. Ya con esas dos cosas, la gente empieza a animarse más. Ni te cuento si hacen escuelas. La educación es importante.

Siendo alguien que luchó tanto para que Maschwitz tenga una escuela secundaria pública, ¿cuál es su opinión de la situación educativa?

Años atrás era mucho mejor. Cuando inauguramos la escuela, que los profesores se quejaban de los chicos, les decíamos que tuvieran paciencia y los hagan aprender. Que para enseñarles tenían que repetir y repetir, como lo hacía la madre en la casa. Cuántas veces tu mamá te habrá dicho esto no o esto sí. Y así se aprende. La educación es fundamental, pero empieza por casa. Igual, ahora veo que está un poquito mejor y el colectivo es el medidor: antes, para darle el asiento a alguien con prioridad, la gente gritaba, se quejaba, y ahora ya no pasa tanto eso.

¿Qué medidas cree que se deberían tomar para mejorar socialmente?

Apostar más fuerte a la educación. Solamente con la educación se sale adelante. Si no estás educado, no tenés visión para nada. Es lo fundamental. Igualmente, estoy de acuerdo con la frase, Primum vivere, deinde philosophari (primero vivir, después filosofar), porque es indispensable acordarse de los que no tienen para comer. Pero una cosa no quita la otra.

Hablando de usted… Tiene 83 años y se la nota física y mentalmente impecable. ¿Cómo es su rutina?

Ayer, por ejemplo, estuve toda la mañana cortando cardos con la pala. Hago todo: las compras, visito a una amiga que tengo desde los 12 años y está enferma, cocino, lavo, plancho, hago dulces y salgo con la carretilla a buscar verduras y frutas.

¿Quisiera concretar algún sueño más?

Crear la “Universidad Popular”, en Maschwitz. Cursos de plomería, carpintería, mecánica, tejido, guitarra, lo que la gente quiera. Sería pública, completamente gratuita y nocturna, para que los alumnos puedan trabajar de día. Eso me quedó atragantado y todavía lo haría de haber algún local libre. En la Sociedad de Fomento ya no hay más lugar. Además, mucha gente a la que le importaba el progreso de la comunidad ya se retiró. Mis amigos ya están grandes, son abuelos y no tienen interés en ir a una reunión de noche, como hacíamos antes. En su momento, me acuerdo que estaba (Luis) Patti y le dije si no quería hacerse cargo de los gastos y que a cambio le dábamos un lugar para que, por ejemplo, pueda cobrar los impuestos, así la gente de Maschwitz no tenía que ir hasta Escobar. Logramos que la Municipalidad se haga cargo del gas y la luz, pero mi idea nunca se pudo concretar. Falta compromiso social.

Ya que lo mencionó, ¿considera, como gran parte de la población, que Luis Patti fue el mejor intendente que tuvo Escobar?

Yo no sé si el mejor, pero que fue bueno, seguro. Si ha hecho -como policía- lo que dicen que ha hecho, está muy mal. Pero la verdad es que Escobar cambió para mejor cuando él estuvo en la Intendencia. No quedan dudas de eso.

Para cerrar, ¿está satisfecha con la vida que forjó? ¿Es una persona feliz?

Tuve y tengo una vida muy linda, fantástica y feliz. Siempre sana, nunca me he enfermado, más que por ahí alguna gripe, ya que salí fuerte por la raza eslava de mis padres. La vida es bella.

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