Los mozos son esenciales en los lugares gastronómicos. Su buena atención es clave para que los clientes se sientan a gusto, cómodos y bien tratados. Walter No (58) es uno de los trabajadores de este rubro más conocidos en el partido de Escobar: atendió en los bares y restaurantes más simbólicos, siempre con una presencia y elegancia fuera de lo común. Con sus impecables conjuntos de camisa, moño y chaleco, creando un estilo muy particular e imposible de no reconocer.
Sus comienzos datan de cuando tenía 19 años y empezó a trabajar en la antigua hostería de El Cazador. Ahí estaba su padre, Mario, y cuando hacía falta él iba a ayudar en distintos eventos. También estuvo en las fiestas multitudinarias de fin de año que Hughes Tool Company organizaba en su predio y para las cuales contrataba entre 200 y 250 camareros.
Además, trabajó en el Correo de Escobar, donde fue mensajero, cartero y auxiliar durante 12 años. Pasó por Autolatina (Ford), en el área de montajes, hasta que lo despidieron tras ocho años.
A mediados de los ’90 hizo un efímero viaje a España (ver “Su fugaz paso…”). Cuando volvió entró como encargado en la cafetería del lavadero Mix y, en paralelo, durante varios años fue jefe de distribución de El Diario de Escobar.
Años después volvió a cambiar de trabajo. “Huguito Dolberg me llama porque se iba de María Pía y quería que yo lo reemplace. Fui y largué todo. Era mozo, me encargaba de la máquina de café, hacía todo… Estuve diez años, hasta 2014”, le cuenta a DIA 32 sobre uno de los lugares donde más popularidad adquirió en Escobar.
La heladería Barocca fue su próxima “estación”; en Zárate, donde estuvo ocho meses. De ahí su vida laboral continuó en la fiambrería La Juana y tuvo un breve paso por el restaurante Bord 23, en la esquina de Asborno y Estrada. La cervecería El Chiringuito, en Maschwitz, fue otros de los lugares que contó con sus servicios.
“Después abrió una pizzería cerca y fui. El lugar duró cinco meses. Estuve seis meses parado hasta que me llamó Lucas (Deonato) para ser mozo en su restaurante. Empecé en octubre de 2019. Estoy muy bien acá. Es un gastronómico de toda la vida y su señora, Natalia, una excelente repostera”, afirma, a gusto con su presente.
-¿Qué tiene que tener un buen mozo?
-Prestancia y buena presencia. Yo me visto de camisa, moño y chaleco. Tengo un equipo por día. Me los fue regalando Freddy González, de cosas que le quedaron de su negocio; él fue quien me vistió y me corrigió.
-¿Cómo adquiriste esa elegancia?
-De ver a mi viejo, y a Miguelito Gallo, de María Pía. Aprendí mucho de él, es una escuela.
-¿El buen mozo anota los pedidos o los memoriza?
-Yo anoto, porque el cocinero tiene que tener bien detallada la comida.
-¿Atendiste personas famosas en todos estos años?
-Sí. En Maschwitz, a Mónica Ayos y Diego Olivera, que no conocían la limonada porque viven en México. También a Diego de la Serna, al futbolista Santiago Silva, a Christian Sancho… En María Pía tuve el honor de atender a Santiago Bal, tenía una presencia bárbara, andaba con zapatos acharolados… Entró con una señorita, se sienta y me dice: “Quiero tomar un buen café, como el que tomo en La Viela, corto”. Se lo hice y me llama, “Lo felicito, yo soy tomador de café y esta aureola que dejó acá en el pocillo quiere decir que salió bien”, me dice. Cuando se fue, se lo dijo a la dueña: “Muy buen café y mejor atención”. Me esmeré mucho en hacerlo bien.
-¿Qué te gusta pedir cuando comés afuera?
-Soy muy del vacío, de los riñones, del bife de chorizo bien jugoso. Todo a la parrilla. Postres ahora no como porque estoy a dieta. Bajé 10 kilos.
-¿Cuál es la propina promedio que deja la gente?
-Depende, tendría que ser un 10% de la cuenta, pero no hay plata. Con 50 ó 100 pesos está bien, de ahí para arriba. En algunos lugares sacás más de propina que de sueldo.
-¿Sos de los mozos que recorren las mesas o de los que esperan a que los llamen?
-Me acerco, pregunto si les gustó la comida, si les retiro… Ofrezco lo que hay y también sugiero. Esta es mi manera de ganarme la vida. Me gusta el buen trato con los clientes y las relaciones públicas.