Producido en su totalidad durante la pandemia, Sausalino es el primer libro de este joven e introspectivo escritor matheuense. Cinco cuentos repletos de imágenes para reflexionar sobre la pérdida y la ausencia.

Arrullado por el sonido del viento, entre las ramas de un sauce llorón, creció Alejandro Orellana (26). Mientras habitó en la casa de sus padres, en Matheu, el árbol fue una constante en su vida. Al verse reflejado en su naturaleza, cuando escribió su primer libro eligió darle un lugar central: de ahí la raíz de Sausalino, un término acuñado por él, un nombre propio que aparece en el último relato y que le da el título a la obra completa, publicada en febrero.

“Es un testigo mudo, un elemento que me define, con el que puedo canalizar la pérdida y la ausencia. Leí y me enamoré abajo del sauce, lo miraba desde el escritorio por la ventana”, le cuenta a DIA 32 el novel escritor, autor de textos reflexivos que requieren de un lector introspectivo para descifrarlos.

Si bien empezó a leer clásicos en su adolescencia, cuenta como una curiosidad que en los dos últimos años de colegio se llevó Literatura porque no se conectaba con la materia. Cuando terminó la secundaria comenzó la carrera de Letras, pero después decidió cambiar de rumbo, al menos en el ámbito de los estudios formales.

Actualmente cursa el segundo año de Derecho, trabaja en una editorial jurídica y siente mucha gratitud por su reciente publicación, que además tuvo muy buenas repercusiones. Los cinco cuentos que la conforman surgieron durante la pandemia, en el departamento que alquila en Belén de Escobar.

El aislamiento fue una oportunidad para orientar su energía a los relatos: “Perdimos muchas cosas y fue un poco inevitable mirar para adentro. Me surgió una idea sobre cómo tratar la pérdida. De repente, encontrarme en mi casa solo y valorar la soledad. Y empezaron a salir historias, una atrás de la otra, todas conectadas. Empecé a entenderme un poco a mí mismo y a descifrarme mejor a través de la escritura”, confiesa.

“Soy una persona de buenos inicios, pero no de conclusiones. Escribí muchísimo y no terminé casi nada. Por eso elegí el formato cuento, porque me dio la posibilidad de ser un poco más conclusivo. Si lo dejo descansar, no lo retomo nunca más. Macero la idea, estoy sin dormir un par de noches, y necesito plasmar eso que da vueltas en mi cabeza”, comparte sobre su proceso creativo.

Consumidor de dramas y thrillers, asegura que se siente cómodo con un tono que tiende al pesimismo o la melancolía, que oscila entre la luz y la oscuridad. “Estoy conforme con el libro porque representa lo que buscaba, tiene mucho que ver con mi manera de ver el mundo. Con esos momentos en los que uno sufre pero después entiende que fueron fundamentales”, comenta.

Además de venderse a través de la página web de la editorial Tinta Libre, Sausalino puede conseguirse en Librería Escobar -Edilfredo Ameghino casi esquina Colón, frente al parque de la estación-. “Es un sueño pasar por la vidriera y ver mi libro ahí”, admite.

“Creo que si alguien completamente feliz lee mis cuentos no los entiende”, dice con humor. Pero más allá de la tristeza que pueda aparecer en las historias, Alejandro Orellana es, sobre todo, un escritor de imágenes: logra resaltar los naranjas del otoño y revivir el crujido de la hojarasca muerta.

Así, como dice la contratapa, nada puede ser bello o todo puede ser bello, si se sabe apreciar entre colores.

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