Nació en Garín, se formó en Argentinos y Tigre y a los 28 años le llegó la chance de jugar en primera con Patronato. Un trotamundos del fútbol que participó de una hazaña en Uruguay, jugó en Chile y en Grecia y viene de ser ídolo en Alvarado de Mar del Plata.

En silencio, trabajando duro y a fuerza de goles, Germán Rivero (28) supo ir ganándose un nombre en el fútbol y ahora disfruta de haber llegado a primera división por mérito propio. Patronato de Paraná (Entre Ríos) lo incorporó a su plantel por un año y, en cuanto se reanude la Superliga, tendrá la posibilidad de mostrar sus dotes de goleador con la camiseta roja y negra del “Patrón”.

Nacido el 17 de marzo de 1992 en Garín, Rivero se inició en un club característico de la ciudad, el Social y Deportivo. Allí fue donde empezó a forjar ese sueño de querer ser futbolista, el mismo que la mayoría de los chicos tienen a esa edad y que muy pocos alcanzan.

A los 12 años se probó en Argentinos Juniors: quedó, hizo todas las infantiles y después lo dejaron libre. Sin rendirse, al poco tiempo entró a Tigre. En Victoria completó las divisiones inferiores y llegó hasta la Reserva, pero al final también lo dejaron en libertad de acción.

En 2013 recaló en Flandria, el club de Jáuregui, que en ese momento estaba en la B Metropolitana. En el “Canario” anotó sus primeros cinco tantos como profesional, pero el equipo no tuvo un buen rendimiento y descendió. Con una nueva decepción a cuestas, al menos pudo asentarse en un equipo y jugar una temporada entera.

Al año siguiente lo contrató Fénix. El equipo pilarense ya militaba en la B Metro y para él era una revancha volver a esa categoría. Jugó 17 partidos y gritó tres goles, poco para un goleador. Encima tuvo problemas administrativos, no cobró por un largo tiempo, rescindió contrato y terminó diez meses “parado”, sin poder jugar en ningún otro lado.

En ese tiempo debió colgar los botines y dedicarse a hacer changas -albañilería, arreglos y trabajos de pinturería- para obtener ingresos. Su representante le puso un preparador físico personal para que lo ayude a mantenerse activo hasta que aparezca un nuevo destino para su carrera futbolística, que no querían dar por perdida. El tiempo les dio la razón.

Renacer en Uruguay

En 2015 la vida lo llevó a Plaza Colonia, un modesto club que lo contrató para jugar en la primera división uruguaya. En el Apertura el equipo terminó entre los últimos, pero en el Clausura 2016 dio uno de los grandes batacazos del fútbol charrúa tras ganarle a Peñarol 2 a 1 y consagrarse campeón de la liga por primera vez.

Rivero jugó 17 partidos, anotó 8 goles y fue uno de los principales artífices de aquella hazaña. Por fin, el fútbol empezaba a devolverle un poco de todo lo él le había entregado.

Unión La Calera lo contrató por un año para jugar en la B de Chile: el club ascendió y él anotó dos tantos en 13 encuentros. Finalizado el vínculo, en 2018 volvió a Uruguay, esta vez a Defensor Sporting, donde convirtió 10 goles en 35 presentaciones y exhibió un muy buen rendimiento.

Meses después tuvo su primera -y hasta ahora única- experiencia en Europa: el Apollon de Grecia se interesó en él, pero no le dio mucho rodaje, jugó solo cinco partidos -ninguno como titular- y no pudo convertir.

Lejos de su mejor nivel y de los suyos, el rubio centrodelantero se quedó con el pase en su poder y volvió a la Argentina en 2019.

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Feliz en la feliz

La carrera del garinense siguió en Alvarado de Mar del Plata, en la B Nacional, donde se convirtió en la revelación del primer semestre: marcó 10 goles en 14 partidos y llegó a sonar como posible refuerzo de Independiente, aunque la transferencia al final no se concretó. En la segunda mitad del torneo marcó una vez más y estiró su producción a 11 tantos en 19 encuentros. 

Era figura e ídolo del equipo, hasta que el campeonato se suspendió por la pandemia de coronavirus. El club no pudo pagar los U$s 250 mil que valía la extensión del vínculo y Rivero se marchó libre, dejando un gran recuerdo y siendo el cuarto máximo artillero de la divisional.

El presente lo tiene en Paraná, donde tendrá la chance que esperó toda su vida: jugar en la primera división de su país. En Alvarado compartió plantel con el mediocampista Pablo Ledesma y el entrenador Juan Pablo Pumpido, dos ex Patronato, quienes le dieron óptimas referencias del club entrerriano, con el que firmó contrato hasta diciembre de 2021.

El DT del “Patrón” es Gustavo Alvarez, quien conoce al delantero de su paso por el ascenso. El “Tanque” deberá suplir la ausencia de Cristian Tarragona, vendido a Vélez Sarsfield. “Espero aportar para el bien del equipo. Estoy con la ilusión de ser partícipe de cosas importantes”, declaró.

“Soy de aguantar la pelota y estar atento a lo que pida la circunstancia de juego. Trato de aprovechar todas las oportunidades para hacer goles”, afirma Rivero , un optimista del gol que sueña con romper redes en todas las canchas.

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