Fue uno de los principales activistas para la construcción del anfiteatro de la estación de Escobar. “Es una idea cristalizada, pero no es lo que había imaginado”, dice, sin pelos en la lengua. Balance de una lucha ganada a pura militancia.

Este es el sueño de muchos jóvenes”, aseguró el intendente Ariel Sujarchuk parado sobre el escenario del flamante anfiteatro del parque de la estación de Escobar, cuya remodelación fue inaugurada oficialmente el sábado 20 a la noche. No era una frase vacía de contenido sino una reivindicación puntual, que el jefe comunal hizo explícita, a la solitaria lucha militante que durante varios años llevó a cabo la agrupación Vamos las Bandas para la construcción de ese espacio. Hoy, ya una grata realidad.

Bajo el puente pasaron siete años -el tema se instaló en 2012-, cuatro festivales de “primera A” en el mismo predio de la estación y cinco mil adhesiones a la propuesta. En el medio, tuvieron que lidiar con “las críticas externas e internas, los egos, los tiempos de la política, los políticos, los funcionarios y los periodistas”, afirma David Magnarelli (42), principal impulsor del proyecto.

Eso, sin contar “el papelerío y la burocracia” que los obligó a nuclearse en una asociación civil sin fines de lucro para poder formalizar su reclamo. Está claro que el trabajo fue “grande y muy intenso”, pero la semilla que plantaron finalmente floreció.

“Es muy importante lo que sucedió en este caso, porque una parte de la sociedad de Escobar se organizó, agitada por los artistas, que levantaron la bandera de la propuesta en el primer festival. ‘Imposible’, se decía por aquel 2012… Mi sensación es que organizados podemos lograr todos los imposibles”, asegura, con el orgullo de haber sido parte fundamental de “un proceso histórico y que dejó huella en el partido”.

Pese a la satisfacción por el “espacio cultural ganado” y la “idea cristalizada”, no le tiemblan el pulso ni la voz para aclarar que el anfiteatro inaugurado por Sujarchuk “no es lo que había imaginado” en su momento. “Ediliciamente no lo es. Hubiera sugerido cambios, si hubiesen sido solicitados. Dentro de Vamos las Bandas hubo muchas maneras de imaginarlo, en diferentes lugares del predio y distintos tamaños. En lo que estábamos de acuerdo era en la necesidad del espacio cultural”, señala, en una entrevista teñida de política con DIA 32.

-¿Considerás que será una obra beneficiosa para la comunidad? ¿En qué crees que servirá para los artistas locales?
-Toda obra que apunte a amplificar la cultura de un pueblo es beneficiosa. Es la vidriera donde mostrás lo que hacés, donde convocás a tu gente. Además, está en un lugar estratégico, con excelente acceso desde todas las localidades y la región. Para los artistas es muy importante contar con espacios como estos. Servirá, también, como primer paso para que dejen de llamarlos locales. No tengo dudas de que servirá, quedan imposibles por trabajar aún y el “anfi” es una de las herramientas.

-¿Qué conclusión hacés sobre la postura del gobierno anterior en cuanto al proyecto de Vamos las Bandas?
-Desde el Legislativo tuvimos el apoyo de algunos concejales peronistas, pero el proyecto tuvo contra y nunca se trató en el recinto del Concejo. Recuerdo que sí se trató en la Comisión de Cultura, donde con un grupo de compañeros tuve la oportunidad de ir a defenderlo ante los concejales que la integraban. Pero no lo habían leído y querían pilotearla. Ahí me di cuenta del vuelo bajito que había en aquel momento, sentí vergüenza. En cuanto al Ejecutivo, tuvimos algunas reuniones con funcionarios, pero se dilató en el tiempo. Recuerdo que hubo un pico de optimismo cuando un diario publicó: “Hay decisión política, avanza el proyecto de Vamos las Bandas”. Nos llegaron a pedir una foto con el intendente para la portada del mismo medio, pero sin firmar un compromiso desde el Ejecutivo. Dijimos que no. Lo cajonearon. Pero, en pleno proceso de junta de firmas, Sujarchuk estaba en su primera campaña, leyó rápido la situación y firmó una planilla comprometiéndose a que si era intendente, haría el anfiteatro. Y cumplió.

-Hilando más fino en lo político y ya que lo mencionaste, ¿qué opinás de la gestión de Sujarchuk?
-Me parece la gestión más eficaz de todas las que conocí. Es una gestión moderna, con fuerza de acción, su gestión es hacer y hace. Eso se ve, y en un Escobar que estaba abandonado a su suerte, como en una burbuja ajena al proceso transformador de Néstor -Kirchner- y Cristina –Fernández- a nivel nacional, se necesitaba con suma urgencia. Hoy Escobar está distinto, te puede gustar o no, pero es real el slogan.

-En ese sentido, ¿qué es lo que más valorás de este gobierno municipal?
-En general, me parece que es muy bueno administrando el conflicto de intereses.

-¿Y qué ponés en el debe?
-La estancia del genocida Luis Patti en territorio escobarense. Yo entiendo los tiempos políticos, pero los delincuentes como él deben estar en una cárcel, común, perpetua y efectiva. La apertura a las sugerencias y la guardia en alto siguen en el debe. Al final de la gestión veremos cómo queda el balance, pero hasta ahora da positivo para la mayoría de los habitantes del partido. Es mi sentir.

-¿Te animarías a decir que es el mejor intendente de los que te tocó ver?
-No creo que sea solo el intendente. Creo que todo es en equipo, de a uno no se puede nada, ni un anfiteatro ni un municipio. Las construcciones deben ser colectivas. Sí me animo a decir que es la gestión que transformó el partido de Escobar en un lugar mejor para vivir.

FICHA PERSONAL

Militante, sonidista y sobreviviente

David Miguel Magnarelli nació el 6 de abril de 1977 en la Ciudad de Buenos Aires. Siete meses antes, su padre Miguel, trabajador de Ford y militante de la Juventud Comunista, fue secuestrado en Escobar y desaparecido por los grupos de tareas de la última dictadura; tenía 23 años. Ese trágico antecedente convirtió a David en un activo militante de los Derechos Humanos dentro la agrupación HIJOS. En paralelo, supo forjar una notable carrera laboral como sonidista -operador de audio- y director y productor técnico. Trabajó en festivales de empresas multinacionales como Movistar y Budweiser, en recitales de La Renga y Calle 13, el MOTO GP y en el fútbol de ascenso. Además, entre 2006 y 2010 fue jefe de escenario de Callejeros, paradójicamente, la banda de rock por la cual casi pierde la vida en la tragedia de Cromañón, en diciembre de 2004, otra historia que lo marcó para siempre.

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