Empezó a dirigir en 1982, cuando apenas tenía 16 años. Miles de pibes pasaron por sus escuelas y aprendieron a jugar con él. “Algunos ahora me traen a sus hijos”, cuenta mano a mano con DIA 32.

Por JAVIER RUBINSTEIN
Director de El Deportivo Magazine y El Deportivo Web

Otra pelota reventada por las ruedas de un 228 en la calle Alberdi fue determinante para que junto a sus amigos buscaran un lugar adecuado para poder jugar al fútbol, sin preocuparse por posibles accidentes en la vía pública. Corría el año 1982. Luis Fanelli llegó al polideportivo municipal Luis Monti –antes conocido como Centro Comunal- y habló con los profesores Olivo Montini y Gustavo Rizzo, quienes lo autorizaron a usar la cancha que había en el predio.

“Éramos unos 12 chicos y teníamos dos días por semana con sus respectivos horarios para jugar ahí, tranquilos. A su vez, en el Parque Belén funcionaba “Pibelén”, de “Chiche” Ranieri. El profesor era “Tato” Biaggioni, que cuando renunció para irse a Sportivo dejó la cancha libre. Eran 100 metros enormes y Ranieri nos dio el lugar para que se lo cuidáramos. Tenía parrilla, vestuarios, baños (hoy funciona allí un complejo de fútbol 5). Ahí empezó todo para mí”, relata “Luifa” con una memoria admirable y contando cada detalle como si esto hubiese sido hace 28 días y no 28 años.

Hoy con título de entrenador nacional, Fanelli comenzó dirigiendo a chicos categoría 1972, después se sumaron más grandes y hasta llegó a dirigir a los de clase 1968, solamente tres años menores que él. Recuerda a “Pato” y Claudio Russo, Magallanes y Sergio Sgüiglia, entre otros “jugadores bárbaros”.

A pesar de la poca diferencia de edades, para él lo interesante era dirigirlos y no jugar junto a ellos. “Soy único hijo, jugaba solo en casa y era medio de madera. Pateaba en los potreros y miraba mucho. Me encantaba estar con los chicos. Me cargaban diciéndome “papá pollito”, porque los cuidaba. Pasé a ser un consejero de ellos, me contaban muchas cosas”. Con el tiempo, el predio pasó a llamarse Defensores de Belén y llegó a tener nada menos que 300 alumnos, un número imposible en estos tiempos.

En 1988 fundó Defensores de Escobar junto a otros conocidos, a los que hoy no recuerda con alegría. “En su momento parecía que iba a ser algo positivo, pero con el correr de los años me di cuenta de que fue un error. De ser el artífice de todo pasé a ser asesor de la comisión, no tenía ni voto y me fui”.

En 1992 creó la escuelita de fútbol El Ciclón de Escobar. Inicialmente estaba en el Centro Lusitano, los domingos. Después pasó otra vez por el Monti y desde el ‘93 “su” lugar fueron las canchas ubicadas en Sarmiento al 1400, que alquiló durante siete años.

En ese lapso El Ciclón creció mucho y jugó torneos fuera del país. Fue campeón de las categorías 81/82 y 83/84 en un cuadrangular en Montevideo, venciendo a Peñarol y Wanders.

Muchos chicos de su escuela se probaron en Ferro, Español y San Lorenzo (recuerda al “Indio” Pereyra, que llegó a Dálmine, y a “Poy” Almenara, que quedó en River), aunque después no siguieron jugando. También tuvo a Franco Zuculini a los 6 años, quien por su corta edad debió buscar otros rumbos, ya que él entrenaba chicos de 8 para arriba.

“Veo jugadores en primera y pienso que yo dirigí chicos mejores que no llegaron por no tener el apoyo de los padres o el dinero para poder viajar todos los días a entrenar afuera. Hoy tengo chicos que pintan para más, sobresalen del grupo y espero que el día de mañana alguno llegue”, se ilusiona Fanelli, que a los 45 años sigue esperando su mejor momento. “Todavía sueño que algún club de primera me llame para trabajar en inferiores, ojalá se me diera”, revela.

En la actualidad, El Ciclón está en “Kopi Fútbol 5” -Gelves al 1400- y acumula más de 200 trofeos y plaquetas en su vitrina. “Pero mi mejor reconocimiento es cuando me encuentro con un ex jugador que viene y me da un abrazo. Me dicen: “¿Te acordás de mí?, yo jugaba para vos”. Eso es lo mejor. Hasta algunos me traen a sus hijos para que les enseñe. Por eso, mientras el cuerpo dé, pienso seguir dirigiendo mucho tiempo más”.

Fanelli y el fútbol, una sociedad indestructible.

Tecnología mata deporte

Consultado sobre las diferencias entre los ‘80 y los tiempos modernos, Fanelli no duda en marcar una brecha abismal: “Los chicos de ahora tienen muchos avances en la tecnología y se perdió potrero. Están en la computadora, chatean, faltan a las prácticas y nos les importa. No le ponen la garra de antes. Por eso los clubes grandes buscan jugadores en las provincias, donde sí hay potreros y más clubes de barrio”.

Comentar la noticia

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *