Casi setenta discos registrados reflejan el incremento en la producción musical escobarense, con una oferta de propuestas que sigue satisfaciendo a los más diversos paladares. Resumen vernáculo para oídos atentos.

Por MARTIN POZZO
Director de revista La Negra

Si uno realiza la comparación con años anteriores, 2018 se lleva los laureles en cuanto a cantidad de material discográfico editado. Sucede también cuando se compara con las producciones de artistas pertenecientes a distritos vecinos como Campana, Pilar o Tigre, donde los números son menores. El año pasado tuvo casi siete decenas de discos de los más diversos géneros. Rock, electrónica, pop, melódica, metal, experimental, tango, folklore, jazz, alternativa y más, en las manos de agrupaciones y solistas locales.

De los 68 discos reseñados en esta nota, poco más de la mitad tuvo su edición en formato físico, lo que habla de una (ya no tan) nueva modalidad de lanzar el material a través de plataformas digitales y redes sociales como Spotify, Bandcamp y YouTube.

Otra particularidad es la edición en formatos simples/singles y en EP (disco que trae más de un tema, pero no se extiende como un “larga duración”). Usos que responden básicamente a las nuevas formas de escuchar, característica de la actualidad tan efímera.

Por otro lado, la nefasta realidad económica y financiera no ayuda a los artistas a invertir largo tiempo en los estudios de grabación. Amén de la tecnología que permite grabar de manera casera, escapándose a esos costos (con la consecuencia de la famosa contraposición entre la sonoridad lo-fi y hi-fi).

Físico y/o virtual, el álbum sigue siendo la forma vigente a la hora de definir el presente y la calidad del artista.

Por el lado del rock

El rock tuvo más de dos docenas de discos. Entre el hard rock y el rock alternativo, La piedra de Caín y Consumidor final presentaron sus discos homónimos, respectivamente. Debutaron The Garpe (rock/grunge/punk de Maquinista Savio), Naturaleza Exige con Reggae en la periferia Estazion Savio, Reyes de la noche con Siempre Rockeando, Polen con Los últimos días de la comadreja, La Stone Rocker con Buscando el camino y Tirando dados (rock and roll saviense).

Otros comenzaron a sumar obras en su discografía, como Bufones Dementes con No es tan fácil, Brujos de Merlín con Sueños en la oscuridad, Compresión con III, El Viejo Surco y su regreso a los registros con Una vuelta más, Rockear con En vivo (placa “live”) y Gran Desorden con Caos (rock de garage).

Tirados en la Estación fue la banda más prolífica, con cinco trabajos editados: Señoras y señores, presentamos con ustedes la sensación del rock local; Canciones encontradas Vol.1, Interpretando a Viejas Locas, Interpretando a The Rolling Stones y el EP Sabes/Tu Fantasma.

Ruido Verde y ClonaEsePan (con Nunca lo mismo) eligieron mostrar sus nuevas canciones en formato EP. También hubo lugar para discos conceptuales, como Efecto Amalia con Naturaleza transitoria (basado en el libro de filosofía oriental I Ching) y Gansos Rusos con Crónicas reales de gente imaginaria Vol. II (postura frente a la realidad política, económica y social actual). Estos últimos también editaron Pekines mekániko, compilación con material de 2010/2014.

Entre los solistas, León Jilguero debutó con un ambicioso proyecto en formato audiolibro, gestado en Cuba, titulado Aflora. Maxi Escobar publicó Sigue despierto (disco cantado y blusero, luego de su debut instrumental). Mientras que Pablo Bordón consiguió que su estreno en solitario con Tú eres mi canción llegue al formato físico.

Tecno y vanguardia

La electrónica tuvo también su capítulo. El excelente proyecto colaborativo Interacciones (intérpretes varios) tuvo su segundo volumen, comandado nuevamente por el artista electrónico Luis Maldonado. Y el solista más productivo del año, Illuminati (alias del proyecto electrónico de Tato Ramone), editó seis discos virtuales: El origen, Party Vol. 1, Party Vol. 2, The Return of the Three Powers, Party Vol. 3 y Revelaciones).

El jazz y las “otras músicas” (vaporwave, instrumental, experimental, ruidismo, etcétera) siguen creciendo en propuestas cada vez más interesantes y en un público cada vez más receptivo a nuevas expresiones.

El jazz y sus derivados se vieron bien representados por los discos de Cristóbal Ambas (Andarivel), Humedales Swing (Humedales Swing), Los Tenistas (Garrafa) y Azurro Tano Cuarteto (Hielou). El riesgo musical, las vanguardias y los desafíos quedaron inmortalizados en Al disco, de Buena Chaplin (banda callejera que recorre Latinoamérica), Diluvio, de Colonia de Vacaciones (experimental, instrumental, math rock), Southern Lights, de The Fear of Being Offline (live álbum de esta banda de trip hop & vaporwave, que también editó Trk 2 / Dub 2), El Desierto del Diablo y Envar El Kadri, ambos de Matulich/Juntacadáveres (tango, folk).

Lo mismo que Nueve pruebas que demuestran que vivimos en una Simulación, de Lucas Persona (debut solista del guitarrista y bajista de Persona), Cokasio y su música de mierda, de Rocko Rainoldi (rock y electrónica), Demo EP Debut y Debut Demo EP 2, ambos de País Terror (electro punk pop) y Hoy fui a la mañana sin respiro, de Totosko (experimental).

La cultura del hip hop y el momento alto que vive el trap dejó el registro de dos artistas que representan la vieja y nueva escuela del rap. Por un lado, el experimentado Elesede (antes Shaolin Dragon), con el recomendado So Fucking Fresh; por el otro, la revelación de Lucho SSJ con Sangre joven.

Metal, folklore y pop

El metal tiene a sus fieles protagonistas año tras año, fidelidad que se traslada al público. El 2018 trajo discos esperados por los amantes de la música pesada. Las nuevas entregas de Innerte (La Aurora de lxs Rotxs) y Glorious Night (Glorious Night), así como los debuts promisorios de Villarcore (La lealtad del perro hambriento) y Shacram (Pescadores de almas) dejaron satisfechas a las huestes vestidas de negro. También se editó un compilado llamado No nos atraparán, donde participa la banda escobarense VHS.

El folklore sigue teniendo un cupo interesante de protagonistas, aunque quizá no se traduzca en producciones discográficas. El año que pasó tuvo mayoritariamente a solistas en el podio. Es el caso de Alejandro Villalba con su esperado Bajo un mismo cielo, Ignacio Journé (artista de Gualeguaychú pero con banda y producción escobarense) y su Mi voz en el viento, Joaquín Peduzzi y su obra Alumbramiento y Juano Siembra con Pueblo interior.

Las agrupaciones del género que dejaron su registro fueron Ecopla (grupo femenino de música latinoamericana), Yawar Waina (Esa carta me jugaste), La Lunada (El legado del folklore) y Sembrando coplas (Detrás de un sueño).

El pop y sus derivados también tuvieron dignos representantes: Chayco editó el físico de Dale que va!, Calú demostró en No tan flamenco porqué fueron los ganadores del concurso Escobar Vibra, mientras que los envíos solistas correspondieron a Pablo Benítez con Fue por amor y Sebastián Ubiedo con material adelanto de futura producción.

En un mueble o entre megabytes, la música escobarense goza de buena salud. Felicidades para los oídos.

 

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