Más de cien efectivos de la Gendarmería Nacional, oriundos del interior del país, se apostaron en las calles y esquinas de la ciudad. ¿Qué función cumplen? ¿Contribuyen a bajar el delito? ¿Se trata solamente de una movida electoralista? ¿Dónde viven y cómo se las arreglan? Opiniones a favor y en contra.

Por FLORENCIA ALVAREZ
falvarez@dia32.com.ar

Entre el torbellino de medidas que lanzó tras las elecciones primarias, el gobierno nacional tomó la decisión de reforzar el Operativo Centinela implementado en enero de 2011 y designó cuatro mil gendarmes más a los seis mil que ya había en los municipios más calientes del Conurbano. En ese marco, unos cien agentes federales fueron destinados a Belén de Escobar con la misión de caminar sus calles realizando tareas de control y prevención.

La imponente marea verde desplegada a principios de septiembre sorprendió a los vecinos, desacostumbrados a una escenografía urbana tan poblada de agentes de seguridad. Pero, como suele suceder con todo, fue cuestión de que pasaran unos días para ir acostumbrándose a ver esas caras y uniformes a toda hora, en cada vereda y en cada esquina.

En términos de seguridad ciudadana, el primer efecto de la presencia de los centinelas fue una sensación de mayor protección -o menor desprotección, si se prefiere-, por la obvia razón de que no da lo mismo andar por una zona vigilada que por una que no lo está. En el plano estadístico, en tanto, el operativo contribuyó a una leve reducción del delito, particularmente en lo que hace al robo de autos, aunque también se produjo un desplazamiento hacia las áreas periféricas. Sin embargo, es muy prematuro para sacar conclusiones firmes.

Pese a estos dos favorables indicadores, el desembarco de los hombres de verde también generó cuestionamientos y dudas. Es que, por ahora, no existe ninguna coordinación entre la tarea que hacen los gendarmes y la que realizan los efectivos policiales y de prevención comunitaria. Además, el hecho de que solo se hayan apostado en una sola localidad despertó indignación en las otras cuatro. Por otra parte, existe la presunción de que los centinelas levantarán campamento en cuanto pasen las elecciones del domingo 27, a pesar de que el flamante ministro de Seguridad bonaerense, Alejandro Granados, aseguró que “vinieron a la provincia para quedarse toda la vida”.

Viviendo como homeless

La mayoría de los gendarmes que llegaron a Escobar provienen de Formosa, Salta, Chaco y Tucumán. Obviamente no tenían dónde vivir una vez finalizado el horario de trabajo, que suele ser de 9 horas diarias. Algunos tuvieron la suerte de que los destinaran a algún sitio cercano a parientes que les dieron alojamiento, pero el resto se las tuvo que arreglar como pudo.

La demanda de alquileres temporarios, cuya oferta local es escasa, creció notablemente. Los gendarmes buscaban departamentos, hoteles o habitaciones en casas de familia para pernoctar durante los 45 días que duraría el traslado a esta jurisdicción.

Utilizar las opciones que les brinda el Estado en Campo de Mayo o Capital les significaba largas horas de viaje y mucho dinero en viáticos, por lo que la mayoría buscó un lugar “cerca del trabajo”. Muchos se organizaron en grupos y alquilaron casas, otros consiguieron departamentos y los más afortunados se alojaron en algún hotel de la zona. Algunos también debieron enfrentar abusos, porque los propietarios les pedían fortunas por alojarlos.

Varios le deben la gratitud de tener techo y buena comida a precio razonable a una mujer que se apiadó de su situación. Se trata de Celia, la responsable del drugstore del lavadero de 25 de Mayo y Colón, quien no dudó en darles una mano a los gendarmes que se acercaron en búsqueda de algún lugar para alquilar. “Enseguida me puse a buscar por Internet. Encontramos unos departamentos en Gelves al fondo donde no sólo pueden vivir sino que además les hacen la limpieza”, afirma a DIA 32.

“No tuve ninguna duda en ayudarlos porque me parece injusto que por un voto, por hacer propaganda política, tengan a estos chicos de esta manera, los tiraron acá y los dejaron que se arreglen solos. Yo les abrí las puertas para lo que sea”, cuenta la comerciante.

El drugstore se convirtió en una especie de base de operaciones para los gendarmes. Allí dejan bolsos, camperas y tienen el baño a entera disposición. Con Celia también arreglaron un precio de $35 por almuerzo porque “quieren alimentarse bien y variado”. Así que ella se encarga de la dieta procurando que coman carne, verduras, pastas y frutas.

Es que la economía de los gendarmes no es como para andar despilfarrando. Cobran poco más de $6.000 y con eso deben mantener a sus familias, donde quiera que estén, y solventar sus gastos. Según el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, también perciben $430 de viáticos por día, una suma que debería alcanzarles para pagar un alquiler y alimentarse. Sin embargo, hay efectivos de la Gendarmería Nacional que aseguran que el pago de esos viáticos está dos meses atrasados.

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Sin comentarios

Ninguno de los gendarmes cumple funciones en un lugar fijo todo el tiempo sino que los van rotando. Todas las mañanas se encuentran en la estación de servicio de la Colectora Este. Ahí, el jefe de zona les indica dónde pasarán el día.

Tras varias notas e informes en diarios y televisión, a los hombres verdes les prohibieron hablar y mucho menos dar información sobre ellos o su trabajo a la prensa. Cuando se los consulta por su trabajo, amablemente y mirando hacia el vacío responden que “no están autorizados a dar entrevistas”.

Su misión consiste en mirar, observar e imponer presencia. Incluso, algunos testimonios de identidad reservada que se vieron por TV contaron que les graban la voz a uno por uno para tener un registro e identificarlos si llegan a hablar con los medios.

Pero siempre hay alguno que se anima a un poco más -no sin antes asegurarse de que, justamente, no se está grabando la conversación-, sobre todo entre los que tienen más edad y años de antigüedad en la fuerza.

“Yo vengo de Formosa, mi familia quedó allá, mi esposa es docente, pero no nos importa que me trasladen siempre y cuando sea por los 45 días que nos dijeron. A mí me gusta porque cumplo con mi trabajo y aprovecho a conocer lugares distintos, así recorrí el país. Lo que no me gusta es pasarla mal mientras trabajo, por eso con algunos de mis compañeros alquilamos una casa y ahí vivimos”, cuenta el experimentado centinela, parado junto a su joven compañero -que no pronuncia una sola palabra- en una esquina de la avenida Tapia de Cruz.

Sobre las característica de su nuevo y provisorio destino, el hombre dice que “Escobar parece mi pueblo de Formosa, acá sí que no pasa nada”.

Actuando en solitario

En el balance del primer mes, el aporte de los gendarmes resultó positivo. No sólo por la cuestión subjetiva y psicológica de la sensación de inseguridad, sino porque efectivamente el número de delitos en Belén de Escobar experimentó en septiembre una sensible merma. “Sobre todo en la sustracción de automotores y robos a viviendas o comercios”, puntualizó el comisario Gabriel Romera, jefe de la comisaría 1ra.

Como ocurre con las cámaras de seguridad, la presencia de los gendarmes resulta disuasiva para los delincuentes, quienes optan por buscar blancos en áreas menos vigiladas. A eso obedece que también en septiembre se haya registrado un corrimiento hacia la periferia en el mapa del delito. Es decir, la mayor seguridad en el centro va en detrimento de sus adyacencias.

Si bien la “invasión” de gendarmes responde a una generalizada demanda de mayor seguridad, y por ello logró una mayoritaria aceptación, la forma en que se desarrolló esta medida, en medio de un proceso electoral y con cierta dosis de desorganización, generó algunas desaprobaciones.

Una de las voces más críticas al Operativo Centinela es la del presidente del Foro Vecinal de Seguridad de Escobar, Horacio Sánchez, quien reprueba la falta de articulación de la Gendarmería con las otras fuerzas. “Esto es puro marketing político. Desde el Foro hemos tratado de reunirnos con ellos, hemos pedido reuniones y jamás nos las han otorgado. Nosotros somos los que vemos y sabemos dónde están los problemas, pero al no interiorizarse se desaprovecha todo el operativo”, afirmó Sánchez a DIA 32.

Con respecto a las propuestas del Foro sobre este tema, señaló que “es un despropósito que se queden entre Gelves, Sarmiento y 25 de Mayo, porque las necesidades están en los barrios. Y que hagan diferentes horarios, porque absolutamente todos los delincuentes saben cuáles son los horarios en que ellos trabajan”.

En el mismo sentido se pronunció el intendente Sandro Guzmán: “La llegada de la Gendarmería a Escobar es solo un parche al problema de la inseguridad, tiene que ver más que nada con las elecciones que con otra cosa. Si no se sientan a la mesa los intendentes, los responsables de la seguridad y las instituciones, no le vamos a brindar ningún proyecto que le sirva a la gente”.

También el primer candidato a concejal denarvaista, Melitón López, cuestionó la improvisación de la medida, aunque no puso en duda su aporte en la lucha contra la principal problemática de la provincia: “La llegada de la Gendarmería era un pedido a gritos de los vecinos, que ven en esa fuerza la única solución a la inseguridad que día a día golpea a este distrito. Pero la manera en que llega no es la más apropiada”, expresó el empresario.

Por su parte, el presidente de la Cámara de Comercio de Escobar, Hernán González, valoró que “la presencia de los gendarmes significa una tranquilidad. Cualquier fuerza de control que haya en la calle va a aumentar la seguridad de los comerciantes”.

El mes de octubre resultará clave en dos aspectos. Por un lado, para comprobar si los gendarmes seguirán en el Conurbano después de las elecciones, como aseguró el ministro Granados. “Solo se producirá un recambio cada 45 días, porque trabajan esa cantidad de tiempo sin francos. Toda la Gendarmería Nacional va a pasar por el Conurbano bonaerense y se van a ir distribuyendo de acuerdo con lo que vaya indicando el mapa del delito. Es un tema que yo ya había hablado con Néstor Kirchner, vienen para quedarse”, sostuvo el flamante jefe de la cartera de Seguridad provincial.

Por otro lado, desde la Jefatura Distrital de Policía están gestionando la posibilidad de que lleguen más efectivos de verde para distribuir en otras localidades, particularmente en Garín, por su población y el elevado índice delictual.

Movida electoralista o no, lo cierto es que la inseguridad necesita un freno y que de la única manera en que se podrá activar será planificando y trabajando en serio.

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