Aunque no goza de la popularidad de otras, esta disciplina similar al básquet tiene sus fanáticos. Uno de ellos es el escobarense Ignacio Beitia, quien es entrenador en Gimnasia de Villa del Parque y logró varios títulos.

Hay deportes que no son populares, no tienen casi difusión y que nunca estuvieron de moda, pero igual perduran, con personas que están dispuestas a jugarlos y mantenerlos vivos. Uno de ellos es el cestoball, antes conocido como pelota al cesto.

Este juego es un invento argentino ideado en 1897 por Enrique Romero Brest, el “padre” de la educación física en nuestro país. Seis años después se disputó el primer torneo oficial.

A 124 años de su creación, con algunos cambios reglamentarios mediante, un escobarense que estudiaba para recibirse de profesor de gimnasia se apasionó por esta disciplina y ya lleva ocho años dedicándose a enseñarla.

Ignacio Beitia (30) trabaja como entrenador en el Club Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque (GEVP), donde supo cosechar muy buenos logros deportivos y convertirse en uno de los referentes de esta actividad.

“En Escobar no hay cestoball, por eso trabajo en Capital. La idea es llegar a distintos lugares para que se conozca. Lo pueden jugar chicos, grandes, mujeres y varones”, le cuenta el joven DT a DIA 32.

Cuando era alumno del Instituto Nacional de Educación Física (INEF) de San Fernando, Beitia integró el equipo para representar al profesorado y así conoció este deporte.

Ni bien se recibió, su primer trabajo fue entrenar a la primera división femenina de GEVP, todas jugadoras experimentadas y con años de trayectoria. Pero no se amedrentó, enseguida tomó ritmo y trazó una buena relación con sus dirigidas, que le respondieron con buenas actuaciones dentro de la cancha y no le hicieron notar su inexperiencia.

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Actualmente es entrenador de infantiles, cadetas y juveniles. Viaja a Capital para dar clases los martes y jueves de 17 a 21 y los fines de semana son los días de partidos por el campeonato, aunque desde la pandemia no volvió a haber competencia oficial.

“Trabajar con mujeres no me resultó difícil, son todas muy respetuosas. Al principio se generó cierto distanciamiento porque no estaban acostumbradas a tener un varón como DT. Yo estoy muy cómodo y nos afianzamos muy bien, uno busca lo mejor para el equipo y formarlas como personas, con los valores del deporte”, comenta.

En su carrera como técnico de cestoball vivió su mayor logro en 2019, cuando fue designado para entrenar a la Selección de Capital Federal -categoría cadetas- para jugar el Torneo Argentino ante selecciones de otras provincias. De su mano, el equipo porteño se consagró campeón al vencer en la final a La Pampa por 10 goles.

“Era un grupo espectacular, la elección mía la hizo la Federación de Capital por mis resultados deportivos. Por lo que fue el desafío, ese fue mi mayor logro, aunque también me tocó salir campeón con GEVP un par de veces en la Liga Nacional, donde no éramos candidatos. Eso es algo que valoro mucho”, confiesa sobre su exitoso palmarés, a pesar de llevar pocos años como formador de las chicas.

“Trabajar con mujeres no me resultó difícil, son todas muy respetuosas. Yo estoy muy cómodo y nos afianzamos muy bien”.

Si bien el cestoball lo marcó desde el inicio de su carrera como profesor de Educación Física, no descarta probar otra actividad, pero no en el corto plazo. “Esto me gusta mucho, el ambiente que se vive es distinto al de otros deportes”, afirma. Mientras tanto, también es ayudante de cátedra en el profesorado de la Universidad de Luján (ex INEF) y en la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ).

A diferencia del básquet -su deporte primo hermano-, el cestoball no tiene tableros sino que los aros están sostenidos por postes, algo que hace más complicado embocar la pelota. “Al no tener referencia no es fácil, los rebotes salen para cualquier lado y hasta hay lanzamientos de espaldas al cesto. Las mujeres tienen muy buena puntería”, explica el DT, que para abril tiene en mente organizar un evento de cestobeach (en arena) en el polideportivo municipal Luis Monti.

Beitia reconoce que le gustaría que en Escobar el cestoball empiece a practicarse, o al menos conocerse, para intentar formar equipos locales. “Sería un lindo objetivo, que esté en clubes, escuelas, polideportivos… Sea quien sea el entrenador, que haya gente que haga crecer este deporte”, sostiene, entusiasmado en que todos conozcan las bondades de una actividad que no se da por vencida. 

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