El veganismo es un movimiento que se está extendiendo. La defensa de los animales que hacen sus adeptos los lleva a no comer absolutamente nada que provenga de ellos ni a utilizar materiales como cuero o plumas.

Por FLORENCIA ALVAREZ
falvarez@dia32.com.ar

No comen nada que vuele, camine, nade o se arrastre. Tampoco ninguno de sus derivados, como leche, huevos, queso o miel. En cambio, consumen tofu, leches de almendra y soja, cereales, seitán y grandes cantidades de vegetales y frutas.

Pero el veganismo no es sólo una cuestión alimenticia, es una filosofía que intenta respetar y cuidar la vida en todas sus formas. Sus adeptos consideran que los animales son tan sensibles como los seres humanos, y que esta forma de alimentación reduce la contaminación, mejora la salud y combate el cambio climático.

Los veganos se comprometen de manera activa con el medio ambiente y la naturaleza, así como se oponen fervientemente a la cría de animales de manera industrializada y a que los utilicen para experimentos en laboratorios. Por eso no utilizan maquillajes ni productos cosméticos que contengan algún componente animal ni que hayan sido testados en ellos. Incluso, si es posible, tratan de evitar medicamentos que hayan sido concebidos de esa misma forma.

Proponen prohibir el uso de animales en circos y en zoológicos; no se abrigan con acolchados de plumas, no utilizan ropa, cinturones o zapatos de cuero verdadero y ni que hablar de pieles. Tampoco se visten con lanas o sedas. Leen detenidamente etiqueta tras etiqueta en las góndolas de los supermercados en busca de productos que sólo sean de origen vegetal. Por ejemplo, no consumen margarinas o bizcochos elaborados con suero (residuo de la leche), como tampoco nada que contenga gelatinas que se obtienen de los tejidos o huesos animales.

Se los tilda de fundamentalistas e incluso de “freaks”. Hay quienes dicen que se han sentido discriminados y burlados. Pero ellos alegan que es una elección de vida que todos deberían respetar.

Parecería ser algo nuevo, pero no lo es tanto: los primeros veganos surgieron en Londres en los años ’40, cuando un grupo de vegetarianos puros, encabezado por Donald Watson, fundó la Vegan Society para diferenciarse de quienes consumían lácteos y huevos. Desde 1994, cada 1° de noviembre celebran su día a nivel mundial.

Las corrientes veganas se multiplican y cada vez son más los adeptos, sobre todo entre los jóvenes. Pero, ¿se puede estar saludable sin determinadas proteínas y vitaminas que provienen de las carnes, la leche y los huevos?

En su justa medida

La nutricionista Elena Alzueta, quien trabaja en la obra social de gastronómicos (OSUTHGRA) en Escobar, sostiene que al ingerir una dieta sin grasas animales, que es de dónde proviene el colesterol, estas personas suelen tener un nivel muy bajo, lo cual es bueno para prevenir enfermedades cardíacas, entre otros beneficios.

“Por otro lado, también está comprobado que baja la presión arterial porque consumen muchos vegetales y es una efectiva forma de prevenir el cáncer, sobre todo el de colon, por la gran cantidad de fibra que incluyen en la alimentación”.

Obviamente, el consumo de alimentos tiene que ser equilibrado. De lo contrario, en vez de obtener esos beneficios el vegano podría enfermarse, perder el pelo o las uñas si hay falta de zinc o fósforo, o contraer una anemia si bajan mucho los niveles de hierro.

“La deficiencias se encuentran en tres nutrientes esenciales: la vitamina B12, que ayuda al buen funcionamiento del cerebro; el calcio, que se encuentra en los lácteos, y la vitamina D, que ayuda a la absorción del calcio”, detalla la nutricionista, quien agrega que hay maneras de obtenerlas sin necesidad de recurrir a un bife de chorizo.

“La vitamina D puede adquirirse con una buena exposición al sol, el hierro consumiendo vegetales que lo contengan como los de hoja verde acompañándolos siempre con vitamina C (jugos de cítricos o tomate) que ayudan a su absorción”, explica.

Sin embargo, no es un estilo alimentario que la especialista apruebe para todo el mundo: “No es recomendable para niños, adolescentes, mujeres embarazadas y personas adultas mayores. Lo mejor es empezar a partir de los 18 ó 21 años, cuando la persona ya creció lo que tiene que crecer, cuando la mujer ya se desarrolló, y siempre estar bien controlado. Es fundamental tener una alimentación variada con todos los nutrientes, ya que se puede llegar a lastimar el cuerpo”.

Delivery vegano

En Maschwitz, Claudia Britos (51) y Franca Albertini (52) reconocieron este auge -sobre todo entre la gente joven- y no tardaron en armar un delivery que funciona desde la página de Facebook PHI Etica Vegana. Desde quesos, fiambres y brownies hasta chorizos y morcillas veganos para que nadie se sienta dejado de lado en el asado del domingo. Aseguran que todo se puede hacer.

Franca es vegetariana desde hace muchos años y vegana desde hace tres meses. Dice que su hija de 27 años se hizo vegetariana a los 3 y que de más grande se pasó al veganismo: “No somos fundamentalistas -aclara-, lo nuestro es un estilo de vida, filosófico, energético y espiritual. Es algo muy saludable, muy interesante y la comida es muy rica. Se trata de un compromiso que te hace sentir bien. Pero hay que hacerlo con responsabilidad y con información, porque no se trata de cuidar a los animales y deshacerte a vos como animal. Hay gente que es omnívora y está mal alimentada. Es una cuestión de conciencia, de estudiar un poco, de fijarse qué combinar con qué y ponerlo en marcha”.

Martín Pándaro (23) es vegano desde hace un lustro y dice que se pasa horas y horas investigando en blogs y en libros sobre alimentación para no descuidarla. Así aprendió a comer cereales, semillas, a utilizar la chía, a consumir frutas no tradicionales como la papaya, el mango y el kiwi, las harinas de centeno, maíz, la avena, el trigo, el mijo y las legumbres, entre otra cantidad de alimentos que no son los que estamos acostumbrados a comer.

Para Martín el veganismo es una religión, pero dice que se ha sentido discriminado en reuniones donde tiene que llevarse la comida porque todos son omnívoros. “Igual, siempre te las rebuscás, o te llevás tu comida o te comés una ensalada”.

Su madre, Carolina, admite que la convivencia a veces se torna difícil, porque él no soporta “los cadáveres en la heladera”, y ella y su hijo menor comen de todo. “Cada vez que Martín ve carne se pone como loco, me ha llegado a tirar un kilo de milanesas que tenía en el freezer y se arman grandes escándalos. Además, tengo que cocinar todo doble: vegano para él, comida normal para nosotros”.

Los seres humanos somos libres de elegir, y de eso se trata, de elecciones donde lo que debe prevalecer es el respeto. Hacer y dejar hacer. No querer convencer a nadie ni que nadie quiera convencer al otro.

 Si todos fuéramos veganos, ¿alcanzaría la comida?

Desde las agrupaciones veganas destacan que se utiliza tanta cantidad de granos para engordar a los animales y luego matarlos que si todos nos volviésemos vegetarianos podríamos producir suficiente comida para alimentar al mundo entero. En Estados Unidos, por ejemplo, más del 80% del maíz y más del 95% de la avena que se cultivan son destinados al alimento de animales.

Sólo el ganado del mundo consume una cantidad de comida equivalente a las necesidades calóricas de 8.700 millones de personas; es decir, más que la población total sobre la Tierra.

El especialista en medioambiente y coautor de Memoria Verde: historia ecológica de la Argentina, Antonio Brailovsky, no está de acuerdo: “Si todos nos transformáramos en vegetarianos, los herbívoros se reproducirían indefinidamente y habría que matarlos de todas maneras”. Sostiene que en la naturaleza el humano juega el mismo rol que cualquier otro carnívoro, y si su organismo tiene enzimas para digerir animales es porque es natural que los coma. “Además, si liberáramos a todos los animales se comerían toda la vegetación y los humanos no tendríamos de qué alimentarnos. No hay posibilidad de soltar herbívoros en un medio natural si no hay carnívoros que se los coman. Sería un gran peligro”.

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