A través de la Cuerda de Candombe, un grupo de jóvenes revive una práctica cultural ancestral. Propuestas y significados detrás del repiqueteo de los tambores.

Por MARCOS B. FEDERMAN
mfederman@dia32.com.ar

Todos los domingos a la tarde, el campito de la estación de Escobar vibra con las energías ancestrales que llegaron a América en los esclavos africanos de la época colonial.

La Cuerda de Candombe de Escobar propala el repiqueteo de sus tambores, canalizando una energía colectiva que se pasa de generación en generación hace muchos siglos. Hay algo mágico esos domingos. Ritmos originados en Guinea, Sudán, Congo o Ghana perduran transformados y latinoamericanizados.

El candombe nació ligado a la cultura africana. Simbolizó una burla a los reyes y un vínculo con los espíritus.

Emiliano Espíndola, integrante de la Cuerda, siente el devenir de esa historia en la intensidad de sus tambores: “Tratamos de hacer el toque más real y más folclórico posible, para desde la base poder comprender lo que el ritmo realmente significa en el momento de estar tocando. Evocamos a esas personas (esclavos) que hicieron tangible un pesar, un sufrimiento mortal. Ellos sacaban lo mejor y lo peor mediante palo y mano”, señala a DIA 32.

Vibraciones de libertad

La Cuerda, actualmente, está compuesta por once personas y sigue creciendo. En 2009 arrancó como iniciativa de dos o tres y la pasión y el compromiso ampliaron el grupo. Un valor esencial que comparten es la libertad. Ese anhelo negado a los esclavos es hoy reivindicado por el candombe.

“Evocamos la libertad y el poder. La libertad de expresarte en cualquier lugar sin ningún tipo de problema. No tenés que andar enchufando nada. Y el poder, porque los tambores te dan una voz conjunta. O sea, hay un mensaje unido en el aire, y eso es algo difícil de lograr. Está buenísimo”, enfatiza Emiliano.

La Cuerda canaliza su libertad en solidaridad. Se los ve tocando en los más variados espacios de la cultura popular escobarense. Han sabido tender redes con las ONGs de la zona y potenciaron su llegada con la fuerza de su voluntad y el deseo de compartir sus energías vibrantes. Estuvieron en el último cumpleaños de Maschwitz y en los carnavales de marzo, sólo por mencionar un par.

Cada semana ejercen su libertad usando el espacio público para encontrarse entre sí y con el mundo.

Los tambores te dan una voz conjunta. O sea, hay un mensaje unido en el aire, y eso es algo difícil de lograr. Está buenísimo”, destaca Emiliano Espíndola.

Mateo Baggio reflexiona acerca de lo que el grupo busca y hacia dónde puede dirigirse en el porvenir: “Usamos el espacio público para abrazarlo, para charlar con los que se acercan, para los interesados, para los confundidos y también para dialogar. El futuro de la Cuerda está en dialogar entre nosotros y con el que se acerca. De allí saldrá lo que el grupo quiera o pretenda”.

Por su parte, Emanuel Tomás Yñiguez considera que tiene una misión al participar del grupo. “Mi objetivo es salir a contarle a la gente, a través de los tambores, la verdadera historia latinoamericana y africana. No la que te venden sino la real, la que sufrieron y padecieron todos aquellos esclavos que se aferraron a lo más profundo de su cultura, para generar alegría y una esperanza de cambio”.

La historia y la resistencia de los esclavos africanos atraviesan al candombe, porque también se entrelaza con la historia argentina. Eran muchos los negros que vivían en nuestro país, pero pocos quedaron después de la guerra del Paraguay, donde fueron carne de cañón de una disputa bélica entramada desde el imperio británico.

El candombe echa luz sobre los negros argentinos, que fueron opacados por la historia oficial. “Sólo uno de cada seis esclavos que partían desde las costas africanas llegaba vivo a los puertos de Uruguay”, aporta Emanuel.

Matías Lamas, en tanto, destaca el espíritu integrador de la Cuerda y extiende su mano a quienes sientan el deseo de acercarse, aunque no tengan mucha experiencia. “El toque del tambor no es algo imposible, el tema es poder aprender a sentirlo y saber escuchar al otro. Esa es la manera en que logramos que esto suene”, invita.

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