Radicado hace quince años en Maschwitz, el experimentado actor revela pormenores de su participación en la taquillera serie, donde interpreta a un bioquímico femicida. “Nunca había hecho un personaje así”, afirma, feliz por su presente y siempre activo.

En una etapa interesante de su carrera, David Masajnik (54) celebra su actualidad en el mundo actoral, donde las productoras que están llevando a las pantallas las historias más resonantes del momento lo convocaron a integrar sus elencos.

En 2018 grabó para Monzón, la serie, haciendo de abogado del bufete que defiende al boxeador. Con un papel también secundario, todavía le quedan algunas escenas del audiovisual Sueño bendito, que cuenta la vida de Diego Maradona. Y este año se lució con un personaje desafiante en El Marginal III, donde interpreta a un bioquímico que termina preso en San Onofre por haber matado a su mujer, su suegra y su cuñada. Todos lo llaman por su apodo: “Tubito”.

“En las tres series se trabaja con un tratamiento cinematográfico, y por el tipo de puesta que se hace es el mundo y la experiencia ideal para los actores”, le cuenta a DIA 32 este actor radicado hace quince años en Ingeniero Maschwitz, que pasa letra mientras maneja o cuando sale a caminar con sus perros.

Paralelamente, siempre mantiene viva la llama del teatro, ya que le permite el contacto con la magia del escenario y le da la posibilidad de autogestión. “Ser parte de una serie como El Marginal hace que me sienta un privilegiado, pero hay que entender que son fenómenos extraordinarios que pasan de vez en cuando. Lo que me gusta del teatro es que, más allá de ser o no convocado, uno puede generarlo”, explica.

Si bien no había tenido éxito en el casting que hizo para la primera parte de El Marginal, sí fue elegido en esta tercera etapa. Viéndolo a la distancia, se alegra, ya que esto le permitió hacer un trabajo profundo e interesante: “‘Tubito’ es un personaje con un historial pesado, que resulta funcional a la necesidad de los personajes principales, ya que lo utilizan en el penal para producir anfetaminas y cortar cocaína”, explica.

“Lo que tiene de hermoso la actuación es que cada trabajo implica empezar de cero, va más allá de lo que hayas hecho. El trabajo que hice con ‘Tubito’ fue específico, muy desde adentro y hacia fuera. Nunca había hecho un personaje así”, comenta, gratificado.

Normalmente soy muy crítico, y con este personaje en particular me ocurrió que hay tomas que veo y me sorprenden”.

-¿Cómo te sentiste en el casting?
-Me sentí muy bien, pero muchas veces me siento así de bien y no me convocan. Esta vez tuve una sensación muy fuerte de que quedaba. Me sentí cómodo con lo que me pidieron, porque el personaje tiene un comportamiento que yo reconozco de mi vida… Tengo momentos de ser tímido y retraído, de retener y después explotar. Obviamente que en otra escala.

-¿Qué sensaciones te produjo filmar en una cárcel real?
-El contexto implica muchísimo, porque gran parte de la historia la cuenta el lugar. Mi laboratorio lo armaron en un rincón roñoso, absolutamente destrozado. El trabajo de arte es maravilloso. Además, hay una heterogeneidad muy interesante, porque el elenco está formado por actores, no actores, ex convictos, jugadores de fútbol…

-¿Cómo construiste un personaje tan particular?
-Encontré de dónde agarrarme… este tipo de personajes se tienen que reflejar a partir de una verdad emocional. Partí de situaciones angustiantes personales que me remiten a este lugar de opresión. Trabajé muchas cosas en cuanto al vínculo con una madre. Y luego estas emociones son puestas al servicio de las circunstancias del personaje.

-¿Cómo viviste la escena del femicidio?
-La noche del femicidio estuve muy concentrado. La actriz que hizo de mi esposa en la serie es Claudia Santos, mi ex mujer en la vida real, la madre de mis tres hijos. Estamos separados hace años pero tenemos una muy buena relación, somos amigos. Para mí esa noche era muy importante, porque era la escena neurálgica del personaje. Que ella haya estado acompañándome de cerca fue muy valioso. Me suelen preguntar: “¿Cómo fue dispararle a tu ex?”. Y en realidad nunca le disparé a ella. El trabajo es muy técnico y solitario. Trabajás con armas reglamentarias que utilizan balas de salva y hay un protocolo que prohíbe apuntarle a la persona a una determinada distancia. El trabajo luego lo hacen los efectistas, que con la edición y la sonorización hacen algo maravilloso. Fue una noche muy intensa, estuve dándome rosca para estar en estado. Ver la escena me impresionó mucho.

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-¿Cuánto hay del tristemente conocido Barreda en tu personaje?
-Básicamente vi reportajes, lo estudié como un femicida que no se suicida, me interesó su mirada, argumentos, línea de pensamiento. Pero, aunque sea inevitable la comparación, no es Barreda. Hay guiños, pero el personaje de El Marginal vira para otro lado, es químico. También vi documentales sobre un asesino serial estadounidense. Es muy común que este tipo de personajes, si no se suicida, encuentre una justificación para seguir viviendo, y “Tubito” la encuentra.

-¿Podría asociarse a “Tubito”, ya dentro de la cárcel, con Walter White de Breaking Bad?
-Salvando las distancias… Para mí el trabajo que hace ese actor (Bryan Cranston) es una de las cosas más extraordinarias que vi en materia de actuación, así que no me voy a comparar con ese hombre ni desde el lugar más remoto. Pero sí es un químico que cocina anfetaminas, pulcro y minucioso. “Tubito” es un tipo muy inteligente, que puede observar y entender desde un lugar distinto a los que están adentro. Está en ese lugar, pero no es de ahí.

-¿Qué pensás del trabajo de Ignacio Sureda y su personaje “Pantera”, otro escobarense que se lució en El Marginal?
-Me encanta el personaje que hace, y me genera mucha emoción verlo, es muy parecido al padre, es como verlo a Fernando 30 años atrás y estar cerca de mi amigo. Yo lo conocí al papá de “Nacho” porque estudiábamos teatro juntos. Recuerdo que en una oportunidad, él estaba muy emocionado porque le había salido bien una improvisación. Cuando terminó, expresó su felicidad por haberse lucido y aprovechó para contarnos que iba a ser papá. Nos quedamos duros porque teníamos todos 20 años. Impactado, se lo comenté a mi mamá, que no tardó en regalarle un moisés y ropa para bebé. Así que lo primero que usó “Nacho” es la ropa que le regaló mi mamá, aunque después en la serie me mate a trompadas. De hecho, me comí un trompazo de “Nacho”. Con la adrenalina no te das cuenta, pero quedé 2 o 3 días dolido. Que ocurran estas cosas es parte del oficio. Aparte, ¡“Pantera” nos pega a todos!

-¿Te gustó verte en la serie?
-Normalmente soy muy crítico, y con este personaje en particular me ocurrió que hay tomas que veo y me sorprenden. Y esto es mérito del director y del cámara. Otras, hilando fino, no me terminaron de convencer, pero estoy muy feliz con el proceso y muy conforme con el resultado.

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FICHA PERSONAL

Todo terreno

David Masajnik es actor de cine, teatro y televisión, además de productor. Realizó sus estudios de actuación con Lito Cruz, Agustín Alezzo, Carlos Gandolfo y Joy Morris, entre otros maestros. Dentro de los grandes éxitos que hizo en el cine, fue parte de los elencos de El hijo de la novia, Tango Feroz y Metegol. En la pantalla chica, interpretó papeles en más de 20 producciones, entre ellas: Mujeres asesinas, Hombres de honor, TV por la Identidad, Campeones, Chiquititas y Muñeca brava. En el escenario, su gran pasión, trabajó en 14 obras, con clásicos como El jardín de los cerezos, Hamlet, El diario de Ana Frank y Shylock, el mercader de Venecia. En su faceta de productor, realizó la producción general de la obra Rose, ganadora de los premios A.C.E, Clarín y Estrella de Mar, entre otros.

ACTOR Y PADRE

De la avenida Corrientes al teatro Seminari

Actualmente, David Masajnik está en cartel con la obra Mientras se vuelan los campos, en la porteñísima avenida Corrientes. De género difícil de definir, intercala genialmente el humor en un guión intenso, profundo y actual. Es la tragedia de los chacareros, de los dueños de campos chicos en épocas de sequía, que no tienen espalda para resistir ante el monopolio de cultivos. El espectáculo, que también cuenta con las actuaciones de Claudio Pazos y Coni Marino, se presenta todos los sábados a las 22:30 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543, CABA).

Simultáneamente, a nivel local y con un enfoque solidario, está presentando el espectáculo infantil El tragasueños, junto a un grupo formado por padres del colegio Clara de Asís. El personaje del Tragasueños, vinculado a este mundo, es Masajnik, quien se alimenta de pesadillas en el Palacio de Dormilandia. Con una orientación social y un mensaje espiritual y terapéutico, que apunta directamente a lo onírico, la obra se estrenó el último domingo de agosto en el Seminari. Y planean seguir realizando funciones a beneficio en distintos teatros.

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