Es una de las médicas más reconocidas y queridas de Escobar. Fue jefa de Pediatría del hospital Erill y atendió a tres generaciones de pacientes, hasta que la pandemia precipitó su retiro. “Elegí cuidar mi salud”, explica.

Aunque siempre fue cultora del bajo perfil y esquiva a las entrevistas, Beatriz Carrasco (74) hizo una excepción para recibir a DIA 32 en su departamento del sexto piso de una torre ubicada en pleno centro de Belén de Escobar. Hace un año y medio que dejó de atender pacientes y pasa sus días mucho más relajada, pero sin perder la vitalidad que siempre la caracterizó.

Es una de las pediatras más reconocidas de la ciudad, a la que llegó en 1977, cuando todavía era pueblo, después de haber vivido muchos años en Tigre. En su extensa carrera como profesional pasó por varios hospitales, como el de Niños de La Plata, el Erill y el Austral, además de tener su consultorio particular. Siempre respetada, buscada por los padres y querida por los chicos, a quienes atendía con amor y dedicación.

Una charla amena, sincera y profunda para conocer mejor a esta vecina, que atendió a tres generaciones de escobarenses y hoy disfruta de un merecido descanso.

1-¿Dónde naciste?
-En el Hospital Durán, en Capital, toda mi familia vivía allá.

2-¿Hasta cuándo viviste ahí?
-No mucho. Somos seis hermanos y mi mamá dijo que éramos demasiados, que quería irse para el campo. Fuimos a Tigre. Hace 70 años que tengo parte de mi familia allá. Hice la primaria en el Colegio La Misericordia, de San Fernando, y el bachillerato en la Escuela Normal.

3-¿Dónde estudiaste medicina?
-En la Universidad de La Plata, me fue muy bien, hice una carrera rápida. Me recibí en 1972 y fui becada para entrar al Hospital de Niños de La Plata. Después conocí a quien fuera mi esposo (Juan Carlos Maggio), nos casamos y vivimos un año en Campana, porque en Escobar no se conseguían casas para alquilar, pero nosotros queríamos venir acá.

4-¿Cómo nació tu vocación por la pediatría?
-Mi mamá era enfermera y adónde ella iba, yo iba atrás, de metida. Fui mamando eso y absorbiéndolo. Me gustaba mucho cirugía, estuve un año y medio operando en La Plata, pero para una mujer era mucho vaivén y dejé.

5-¿Dónde fue tu primer trabajo?
-En Adrogué. Fui al Ministerio de Salud de la provincia, pedí una audiencia y resulta que el ministro era de Pehuajó, como mi esposo. Era el médico de cabecera de toda la familia. Me dijo que en Adrogué había una vacante para pediatría y así entré.

6-¿Cuándo llegaste a Escobar?
-En 1977. Mi marido trabajaba en la Municipalidad, en infraestructura urbana, y yo en la salita, gracias al doctor Hernando Rodríguez. Después me pasaron al hospital Erill y así eché anclas en esta ciudad.

7-¿Dónde se instalaron?
-Nos mudamos a una casa en Tapia de Cruz, frente a Boca del Tigre; alquilábamos mientras construíamos en Yrigoyen, donde vivimos tantos años. Después mi esposo falleció, por un cáncer de pulmón. Tenía solo 46 años.

8-¿Cómo siguió tu vida sin él?
-Me tuve que dedicar a mis tres hijos, la escuela, el trabajo, los compromisos tomados, pagar las cuentas, la empleada. Me dediqué a full a trabajar.

9-¿Cuándo abriste tu consultorio?
-Después del hospital, porque éramos pocos pediatras en Escobar. Estaban Carlos Sosa, Carlos Guevara, Marisa Larghi y Rubén Fiorini nada más.

10-¿Dejaste de atender por la pandemia?
-Sí, en marzo de 2020. Me dolió mucho dejar el consultorio, horrores. Iban los hijos de los hijos de los que atendía, tres generaciones pasaron. Me hubiera gustado despedirme de otra manera. Pero en la vida hay que saber hacer un corte, siempre andaba a las corridas.

11-¿Recordás cuál fue el último paciente que viste?
-Sí, un chiquito con un cuadro bronquial obstructivo, pero que anduvo bien gracias a Dios.

12-¿Extrañás?
-No, no. El corazoncito lo tengo, porque fueron casi 50 años de profesión. Yo esto lo llevo en el alma, si fuera por mí todavía seguiría en el hospital. Elegí cuidar mi salud, estoy bárbara, pero en el hospital siempre hay riesgo de contagio. Mis hijos me dijeron: “mamá, hasta acá llegaste”.

13-¿Qué fue lo más lindo que te dejaron tus cinco décadas de carrera?
-El cariño que uno forja con el correr de los años, ver crecer a los chicos. También la confianza de los padres. Yo estuve al pie del cañón siempre, nunca dejé de atender porque fuese sábado o domingo.

14-¿Y lo más triste?
-Hubo casos fatales, de mucha tristeza. Chiquitos que atendí de bebés y que en su crecimiento apareció un tumor. Acompañamos a la familia hasta el momento de la muerte del paciente. Eso es lo peor, terrible.

15-También fuiste funcionaria pública…
-Sí. En la época de Patti fui subsecretaria de Salud durante tres años, en su segundo período como intendente.

16-¿Te gustó esa experiencia?
-No mucho. Había que tratar con gente a la que le costaba aceptar el no o el sí, había tirantez. Me costó agarrar el cargo y nunca más… Luis me convenció porque toda la vida atendí a sus hijos. Tenemos una muy buena relación.

17-Yendo a tus gustos… Si tuvieras que irte a vivir a otro país, ¿cuál sería?
-A Estados Unidos, soy una enamorada. Tiene sus cosas malas también eh, no todo lo que brilla es oro. Pero el orden, la disciplina, la palabra vale. Es una cosa increíble.

18-¿Fuiste muchas veces?
-Sí, porque tengo dos hermanos que viven allá, uno en Nueva Jersey y otro en Orlando. Voy todos los enero, porque acá sufro el calor terriblemente. Allá agarro el frio, las tormentas de nieve y soy feliz.

19-¿Un gran gusto que te hayas dado?
-En 1963 estaba en el secundario cuando mataron a John Fitzgerald Kennedy, hubo un revuelo terrible y tenía la ilusión de poder ir un día a visitar su tumba. Cuando mis hermanos se mudaron, fui a Arlington y me saqué el gusto de dejarle una flor. Él apoyaba abolir el racismo y me gustaba eso, el hecho de no discriminar.

20-¿Qué es lo último que haces antes de acostarte?
-Mirar la tele y tomarme un café, no me saca el sueño para nada. Me acuesto a las 21 y me levanto a las 5 de la mañana para bañarme y desayunar.

21-¿El día más feliz de tu vida?
-Los nacimientos de mis hijos, parecía que el mundo se me había abierto.

22-¿Atendías a tus hijos?
-No, no, no se puede. Cuando hay un sentimiento en el medio te equivocás seguro. Ni la garganta les miraba. Los llevaba al Hospital Italiano.

23-¿Una comida preferida?
-El guiso de carne, fideos, estofado. Si fuera por mí, todos los días comería eso.

24-¿Una persona que admires?
-Al doctor Carlos Gianantonio, el padre de la pediatría argentina. Era un tipo tan sencillo, humilde, te escuchaba. Un espectáculo.

25-¿Cuál es el principal rasgo de tu carácter?
-Tengo una manera de hablar o de pedir las cosas con un tono muy imperativo, y no soy así. No hay nada agresivo, sino para reforzar las cosas que digo. Como eufórica, sería (se ríe).

26-¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
-Los años no me pesan, no los siento ni los oculto, pero no me gusta festejar.

27-¿Y con la tecnología?
-Mal, me costó aprender hasta a usar un celular. No me interesa, no exploro. Mando WhatsApp y reenvío cosas, nada más. Tenía computadora y se la regalé a mi nieto.

28-¿Todo tiempo pasado fue mejor?
-Sí, sí. En todo fue así: en el respeto, el cariño, en la unión familiar. Ahora todo vale.

29-¿Qué cosas te gustan de Escobar?
-La gente, el escobarense. El pueblo, aunque hace rato dejó de serlo.

30-¿Qué le mejorarías?
-El tránsito. Es una locura, no se puede andar ni estacionar en ningún lado.

31-¿Tres cosas sagradas?
-Soy muy católica, tengo ahí a mi Dios, lo más importante que hay. También la familia, por supuesto, mis hijos, mis nietos, mis hermanos; y tercero, el trabajo.

32-¿Cómo te gustaría que te recuerden?
-Con cariño, que la gente sepa que hice todo con amor.

FICHA PERSONAL

Médica de alma

Beatriz Carrasco nació el 26 de febrero de 1947. Viuda desde hace 25 años, tiene tres hijos: Darío (50), Guillermina (44) y Rodrigo (42). Su hija eligió seguir sus pasos. “Me encanta, le va muy bien. Vive en Córdoba, sólo que me gustaría tenerla más cerca para darle mi experiencia”, confiesa. Tiene tres nietos, uno de cada hijo. Fue Jefa de Pediatría en el hospital Erill y docente en la cátedra de pediatría del hospital Austral. Jubilada en 2020, actualmente es enfermera de un equipo de fútbol infantil en Garín y madrina de una escuela-albergue de indios mapuches en Neuquén, a la que hace donaciones. Sincera, espontánea y enérgica, una doctora con mayúsculas.

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