Numerosas obras suyas ornamentan calles y paseos del Escobar donde nació y del que ahora se quiere ir. Un artista multifacético con trayectoria, proyección y una mirada crítica sobre su terruño.

Por HÉCTOR O. SÁNCHEZ
hsanchez@dia32.com.ar

Eduardo Noé recibió a DIA 32 en su casa, un lugar donde se respira arte. Las paredes tienen impregnado el aroma de la resina, el cemento y otros materiales que utiliza para realizar sus obras. Hay dos o tres esculturas a medio hacer, trabajos en los que está involucrado en el presente y que suspende por un momento para dar la entrevista.

¿Cómo nace tu vocación por la escultura?

Eso vino solo, soy autodidacta. En la secundaria me empezó a gustar el arte y traté de interiorizarme. Iba a las galenas por curiosidad, pero como no conseguía mucha infor­mación busqué libros y conseguí algunos de escultura. También me conecté con un escultor que estaba en El Cazador, Enrique Tudó, que me explicó lo básico, y así seguí, siempre por mi cuenta.

¿Tus primeros trabajos?

Cuando terminé el colegio trabajé en una fábrica, pero sentía que debía independizarme. Entonces puse un horno de cerámica y por diez años fabriqué adornos. Después empecé a hacer bustos para plazas, esculturas, y un pedido fue trayendo a otro. Todo un boca a boca. Actualmente trabajo en resina, cemento, arcilla, piedra, tallo mármol, hago cerámica y restauraciones, trabajos escenográficos para teatro y publicidades. Además, desde hace ocho años realizo la carroza de Temaikèn para la Fiesta de la Flor y todo lo que sea volumen. Tengo registrados diseños de cosas que fabrico y vendo.

Incursionaste en otras ramas del arte, como la fotografía, el dibujo, la pintura y la poesía. ¿Sentís a la escultura como el lugar más cómodo en donde crear?

Si, sin duda. De todas formas, ahora tengo pensado dedicarme bastante a la pintura y me gusta todo. También tengo un libro publicado con mis poesías.

Hay varias obras tuyas en las calles de Escobar. ¿Con cuál te identificas más y por qué?

Me gusta el busto de José Hernández, por cómo está resuelto. Es el que más representa mi estilo. A los otros siempre les encuentro algo. Pero a ese lo veo y digo “¡mira qué lindo!”.

¿Qué reacción tenés cuando ves que destruyen tus esculturas, como sucedió en Parque Belén con Teresa de Calcuta o la de San Martín?

La verdad, no me indigna. Viendo cómo está todo, me parece algo natural. Hace poco estuve en Pergamino restaurando monumentos de bronce que estaban hechos bolsa. Es algo que está en todos lados. Lo veo como un mal menor comparado con todo lo que sucede.

¿Tenés proyectos pendientes?

Diez millones, porque trabajo mucho a pedido y no tengo tiempo para la obra propia. Me faltan muchos. Tengo un proyecto grande, que es hacer un parque de dinosaurios, porque en la Argentina estuvieron los más grandes del mundo, como el Carnosauro o el Torosauro, y no hay lugares con representaciones de esas especies. La otra vez vino gente de México a ver museos de dinosaurios de acá y no hay. Por ejemplo, el de La Plata es de especies norteamericanas, no autóctonos argentinos. El único lugar es el museo Perito Moreno, en Parque Centenario. Entonces la idea es hacer como un parque temático pero con dinosaurios de acá a tamaño natural. Solo que estoy buscando los inversores.

Se viene el cincuentenario de la fundación de Escobar. ¿Cómo tomas los cambios que presenciaste desde tu infancia hasta ahora?

¡Mi tema de conversación favorito! ¡Es terrible! ¡Me quiero ir de Escobar, me lo robaron! Yo amo el Escobar de la terminal con la plazoleta y el palo borracho, ¡era hermoso! Recuerdo cuando venía el Chevallier con la terminal limpia, a la gente que iba a tomar el tren bien vestida, los vagones pulcros, nada pintado. En mi casa no se cerraba una puerta con llave. Antes, a seis cuadras a la redonda sabias quién era quién, adonde iba y qué iba a hacer. Pero ahora se triplicó la población y es una locura, te parás en la esquina y no conocés a nadie. Yo viví lo que era el pueblo, pero ahora es Conurbano y lo odio, siento como un despojo, como que hubo una invasión y que me robaron el pueblo. Eso es lo que siente un tipo de mi edad. Cuando voy a hacer trabajos a Balcarce, Pergamino o Arrecifes me enloquezco, porque ellos viven como en el Escobar que yo viví, son lugares que todavía están intactos. Me quiero exiliar a Otamendi o a Cardales. Pasando el kilómetro 60 (de la Panamericana) empieza la vida de nuevo.

Noé en la web

Aquellos que quieran conocer más sobre Eduardo Noé podrán encon­trar abundantes imágenes e infor­mación sobre sus creaciones en: www.eduardonoe.com.ar.

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