Con tan solo 14 años, ya ofreció decenas de recitales y presentó su disco debut a sala llena en el Seminari. Ahijada artística de Cuti Carabajal, vive en El Cazador y sueña en grande.

por ROCÍO M. OTERO
rotero@dia32.com.ar

Aparece en medio de una casa enorme, chiquita y tímida, con una remera de rock pesado. A primera vista, nadie imaginaría que a sus 14 años Sofía Colucci es la nueva revelación del folklore. Y no cualquier revelación, sino una que vale la pena cuidar.

Nació en el año 2000 en Buenos Aires, pero de muy chiquita se mudó a Santiago del Estero, de donde es su madre. Allí se crío, hasta que hace cuatro años la familia se vino a vivir al barrio El Cazador. Con su tonada a cuestas, convive diariamente con tener el don natural para el canto. “Recién en julio empecé a tomar clases y me gustaría recibirme de profesora de música algún día”, le cuenta a DIA 32 con un tono bajito y sereno.

Hace seis meses -el viernes 4 de julio- presentó ante un teatro Seminari colmado su primer material discográfico: Una palabra. El álbum, compuesto por doce temas -incluye uno a dúo con su padrino artístico, Cuti Carabajal-, es la prueba inexorable de su maravillosa voz.

La portada del álbum está ilustrada con una fotografía en la que Sofía muestra un look bien tradicionalista, rasgado por una inocencia y feminidad propia de su edad.

Adulta y pequeña

Dos Sofías conviven en una. Por un lado es la mujer que asoma de a poco, que divide su tiempo entre el colegio -estudia en la escuela secundaria del barrio-, las tareas, el ocio y las confusiones típicas de la adolescencia. En el otro costado está la estrella, la que realizó su primera presentación en público a los 5 años en Santiago, su provincia del corazón, a la que reconoce que le costó abandonarla.

Ya hace varios meses que “el milagro de la canción”, como la describió la prensa especializada, empezó a tomar clases de teatro, algo que también la ayuda a soltarse arriba del escenario, aunque ya está acostumbrada a manejarlo. “Lo único que me molesta es cuando las luces me enceguecen y no puedo ver al público. Eso sí me pone nerviosa, me gusta ver a la gente para la cual canto”, afirma Sofía.

Sus gustos musicales se dividen entre el folklore, donde su cantante preferida es Mercedes Sosa, y el rock, con Soda Stereo y Rata Blanca a la cabeza. La música está absolutamente relacionada con su vida, incluso antes de llegar a este mundo. Hija de un padre músico, se crío entre pianos y discos.

Hoy sigue con esa tradición, demostrando que no hay edad prematura cuando la pasión por hacer algo desborda el cuerpo. Ya participó en el Pre Baradero de Escobar con el grupo Generación 4, en los Bonaerenses, en el 35º Certamen Nacional de Canto y se presentó en una larga lista de eventos.

Además, acaba de formar una banda con cinco músicos de variada edad. “El más chico tiene 15 años”, cuenta, y con ellos se dispone a tocar en sus próximos shows, en un verano absolutamente movido y cargado para la pequeña cantante.

Con el apoyo de sus padres, su padrino y su propia voluntad, Sofía es una estrella en potencia, con todas las características de ella. Una mezcla de chica tímida que está abandonado su niñez para enfrentarse a un mundo mucho más crudo, y esa cantante que parece adulta en sus modos, en su voz y en su manera de manejarse en las tablas.

Una hermosa niña, una gran aspirante a mujer, una cantante por naturaleza que ilustra perfectamente la frase: “Lo mejor está por venir”.

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