Como desde 2004, el teatro Seminari volvió a albergar a mediados de agosto una nueva edición del festival de cortometrajes Escobar de Película. “Nos planteamos ser serios y profesionales, y lo logramos”, dice su mentor, Juan Carlos Villalba.

El séptimo arte volvió a estar de fiesta en el teatro Seminari, donde cinéfilos y realizadores de todo el país se congregaron el sábado 17 y el domingo 18 para vivir una nueva edición del festival nacional de cortometrajes Escobar de Película. El concurso, que forma parte del calendario anual del INCAA, festejó su primera década con un número record de participantes.

“Uno mira hacia atrás y ve cosas extraordinarias”, afirma el presidente y mentor de Escobar de Película, Juan Carlos Villalba. “Siempre me acuerdo que no sabíamos cómo iba a ser, si grande, si chiquito, pero lo que sí o sí queríamos era que fuera serio, respetable y profesional y lo logramos. El primer año tuvimos unas 80 películas, pero después todo se fue fortaleciendo, el jurado se enganchó, colaboró con nosotros y ahora llegamos a recibir unas 170”.

La calidad del material que llega al festival varía de un año a otro, aunque tras la preselección siempre quedan trabajos dignos de ver, como mínimo. En este sentido, Villalba repasa que en Escobar se han premiado películas que “trascendieron fronteras y viajaron por todo el mundo”, como el caso de Luminaris (2011) o La Mirada Perdida (2012).

“También tenemos el caso de Porque Hay cosas que Nunca se Olvidan, que entró al libro de los récords Guinness por haber sido el cortometraje que más premios ganó. Es decir que en la medida que el festival se va posicionando como bueno o serio, tiene mejores películas”, señala.

De estos diez años Villalba rescata muchísimas cosas buenas, algunas no tanto y anécdotas imposibles de olvidar. Como cuando un realizador se enojó porque el público no se había reído con su cortometraje y decía que era porque los títulos no habían salido bien. “Pero la verdad es que la película no era para ganar, era bastante mala”, explica, sonriente, a DIA 32.

En su memoria también guarda el recuerdo de Por qué no me tocó ser Michael Keaton, la película ganadora de 2008 que fue filmada con una cámara fotográfica. Esto, a su criterio, demuestra un valor fundamental del cine independiente: “Siempre lo principal es la historia, más que los aspectos técnicos”.

Los ganadores de 2013

Con una grilla de 33 cortometrajes seleccionados, sobre un total de 170 que se presentaron al concurso, el sábado 17 se exhibieron todas las películas finalistas y el domingo 18 se realizó la tradicional entrega de premios. Juan Carlos Camardella, de Capital Federal, se llevó la estatuilla mayor con Lo de Ribera (6’), un cortometraje de animación dedicado a los cien años del tango.

El premio al mejor documental fue para Una familia como cualquier otra (8’), un film de Rosario de Simone que muestra la historia y los testimonios de una pareja homosexual. En el rubro ficción la ganadora fue Mágica (7’), de Guido Simonetti, que promueve la importancia de la donación de órganos, y entre las extranjeras se impuso la perturbadora ficción 8 (14’), del español Raúl Cerezo.

En tanto, el joven Mauro Leonardi se alzó con la distinción al mejor cortometraje local con Ella también se hereda (4’30), en donde muestra las transformaciones edilicias del casco céntrico escobarense contrastando imágenes antiguas con los paisajes actuales.

Comentar la noticia

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *