Los proyectos ambiciosos de un General, la ilusión de los habitantes, la ciudad que no fue.

por ROCÍO M. OTERO
rotero@dia32.com.ar

Corría la década del ’60, el país estaba en manos del general Juan Carlos Ongania. Escobar no era por aquellos tiempos ni la sombra de lo que es hoy: los límites del partido aún no estaban delimitados en su totalidad, las calles de barro, el campo y los sonidos de la tranquilidad de un pueblo pre urbanización. En ese marco, y bajo esas circunstancias, se gestó la idea de realizar un proyecto faraónico, del que solo quedan los restos de lo que pudo ser y no fue: “Ciudad Cerutti”.

Cuenta la historia que, en un negocio millonario en el que participaron grandes acreedores de la época, entre los que se encontraba el hijo del entonces presidente de facto, se planificó construir sobre los cimientos de lo que hoy se conoce como Loma Verde una ciudad absolutamente extraordinaria, en todos los aspectos. Un proyecto codicioso e impensable para ese momento.

“Ciudad Cerutti” iba a contar con grandes estructuras edilicias, lago propio y hasta aeropuerto. La gente de los alrededores se entusiasmó mucho con el proyecto y hasta invirtió su dinero en edificios que aún no estaban finalizados. Sin embargo, fue de un día para el otro que el utópico lugar quedó convertido en una obra a medio terminar.

Varias teorías trataron y todavía tratan de explicar qué fue lo que pasó para que aquel sueño termine como lo que es hoy: solo dos edificios viejos en Loma Verde. Las versiones están bastantes conectadas y parece que la suntuosidad de la ciudad no era tan suntuosa mirándola detenidamente, pues los edificios tenían varios problemas básicos de edificación.

A su vez, en el momento que este proyecto tomó forma, el gobierno de facto de Ongania comenzaba a perder fuerza, se iba debilitando de manera lenta e inevitable, hasta que terminó por caer del todo y con él también se diluyeron sus fantasías edilicias, sus inversionistas y la aún no nacida “Ciudad Cerutti”.

Hoy solamente quedan los restos de las dos torres, que denotan cierta nostalgia para los que conocen la historia de la metrópolis que no llegó a ver nunca la luz del sol.

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