A sus 68 años, este vecino de Maquinista Savio logró cumplir su sueño de unir La Quiaca y Ushuaia en bicicleta. Tuvo un motivo extra: juntar fondos para construir la primera escuela adventista de Escobar.

Por ALEJO PORJOLOVSKY
aporjolovsky@dia32.com.ar

Superman tenía una fuerza descomunal que lo hacía capaz de enfrentar a cualquier amenaza, Flash era una flecha viviente y Batman aparecía siempre que Ciudad Gótica lo necesitaba. Todos estos personajes de historietas, con un lugar importante dentro de una inmensa galería, tienen muchas cualidades, pero ni todos juntos podrían igualar el corazón de Ramón Verón, el héroe de la bicicleta de Maquinista Savio. Con 68 años, este albañil desafió las leyes de la naturaleza pedaleando más de seis mil kilómetros durante 78 días para cumplir su sueño de unir norte y sur de Argentina. De paso, inició una campaña de recaudación de fondos para que Escobar tenga su primera escuela adventista.

Así como He Man siempre tenía su espada a mano, Don Ramón va a todos lados con su bicicleta de media carrera celeste. De hecho, al encuentro con DIA 32 llegó a bordo de ella, a pesar de haber terminado su travesía recién 24 horas antes. “Desde chico me gustaron las bicicletas. Me acuerdo que mi hermana tenía un novio del pueblo que iba a visitarla en bici y yo estaba fascinado. Tenía 7 años”, recuerda de su infancia en Villa Guillermina, al noroeste de Santa Fe.

Allí, un adolescente Ramón Verón recibió su primera bicicleta, aunque la adaptación fue difícil: “Me costó, porque andar a caballo no es lo mismo”, afirma entre risas. Con el tiempo, ella comenzó a ser su fiel compañía de aventuras, en viajes al Chaco y otros lugares. Pero con la mudanza a Buenos Aires la vida los alejó.

Cuando Ramón ya contaba 52 almanaques y tenía una familia formada, el bichito le picó de nuevo. “Compré otra, empecé a andar y un día se me dio por hacer una travesía hasta Córdoba. Así, de a poco fui avanzando y llegué a ir hasta Curitiba, en Brasil”, comenta.

Proyecto pendiente

La idea de recorrer el país arriba de una bicicleta le venía rondando por la cabeza hace más de diez años, pero la oportunidad nunca se había dado. Una búsqueda fallida de sponsors que apoyaran los gastos del viaje había impedido que se llevara a cabo, pero el hombre nunca perdió la fe en cumplir su sueño.

Su pasión por la bicicleta se unió a su creencia en Dios y en los valores que inculca el Adventismo, religión que profesa desde hace cuatro décadas. “En una comisión de la zona surgió el proyecto de hacer una escuela en Escobar. Yo propuse hacer una travesía de La Quiaca a Ushuaia y todos pensaron que era una locura, pero al final terminaron cediendo”, explica.

El objetivo era conseguir seis millones de pesos para poder construir el colegio. Y a partir del 8 de noviembre Verón puso manos a la obra partiendo desde el punto más al norte del país. No estuvo solo: un matrimonio amigo y su hija Florencia lo acompañaron arriba de un motorhome, donde vivían, comían, dormían y le daban soporte cuando la cosa se ponía complicada.

Anécdotas de la travesía

Durante el trayecto, no todo fue color de rosas. “En tres oportunidades quise abandonar. Una fue en Chile, cuando nos quedamos varados un día y medio en un temporal, en el medio de la nada, y con dos ruedas pinchadas. Otra fue en Santa Cruz, cuando casi nos caemos a un río. Fue complicado, pero ahí pensaba en el objetivo y en mi familia. Estoy muy contento con que mis hijos hayan podido estudiar y pensar que otros chicos tengan esa oportunidad me empujó siempre hacia adelante”, afirma con el tono relajado y la satisfacción de quien logra cumplir una misión.

La ruta 9, en el norte del país, y la 3, al sur, fueron los caminos que lo llevaron por capitales provinciales, grandes ciudades y pueblitos, donde era recibido por radios y medios locales que se enteraban de la proeza que estaba llevando a cabo y se acercaban a saludarlo. “En Tucumán nos pasó de ir a una radio y que, al salir, nos esperen 10 ó 15 personas para pedirnos una foto o felicitarnos. Incluso, querían un autógrafo, ¡Nunca en mi vida había dado a uno!”.

La repentina fama llevó al héroe de la bicicleta a ser tendencia en Twitter durante dos días y a salir en varios sitios de internet. Sin ir más lejos, la nota sobre su historia publicada en el portal El Día de Escobar fue una de las más leídas de los últimos meses. Pero, aunque la repercusión ayudaba, su búsqueda pasaba por otro lado: “A nosotros no nos interesaba la popularidad sino la escuela, y a todos se lo explicábamos”, señala el saviense.

Pedaleando seis días a la semana y descansando los sábados -día dedicado al reposo, según su religión- Ramón fue sumando kilómetros y kilómetros arriba de su bicicleta. Incluso, una vez llegó a recorrer 17 horas seguidas arriba de ella. Su regreso ocurrió el domingo 24 a la tarde, en la plaza de Escobar, donde lo esperaban autoridades, amigos y allegados.

Inculcar valores

Aún no se sabe cuánto dinero se recaudó durante la travesía, pero el viaje sirvió para comenzar a comprar los materiales de la obra. La escuela estará a una cuadra de la ruta 25, a 700 metros de Panamericana, y aportará algo que la educación convencional no tiene. “Los valores son el centro de la cuestión y te los inculcan desde primer grado hasta recibirte. La idea es ayudar al prójimo y poder tener una espiritualidad. Hay muchas personas que no son adventistas, pero igual mandan a sus hijos a estas escuelas porque saben lo que dan”, explica Florencia, egresada de un colegio de esta orientación.

Con el viaje por el país cumplido, la próxima meta del ciclista podría ser Alaska, al noroeste del continente americano. “Son 17 mil kilómetros, pero si mi mujer me dejara o pasara algo, yo no tendría problema en recorrer el mundo pedaleando”, manifiesta sonriente, como en casi toda la charla.

Feliz de haber cumplido lo que se propuso, Don Ramón, este humilde héroe local que no tiene capa ni espada, sino una bicicleta, es un ejemplo de superación. Su mensaje es claro y profundo: “Cualquiera puede cumplir su propósito. Todos tuvimos alguna vez un proyecto medio abandonado, pero si hay palos en la rueda, hay que seguir adelante, porque lo que hagamos nos dará sabor de vida. Todos tenemos un león dormido”.

Antecedente en silla de ruedas

El primer escobarense en recorrer el país en un vehículo sin motor fue el atleta especial Carlos Alberto Rodríguez, quien con su silla de ruedas adaptada también unió La Quiaca con Ushuaia. Fue en 1998 y su travesía, que duró 59 días, se llamó “Enseñando caminos”. El objetivo: visibilizar la recuperación de los discapacitados motores y trabajar por su inserción social.

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