Flamante tetracampeón del uno contra uno en el autódromo de Buenos Aires, su Fiat 128 alcanza los 228 km/h y tiene el récord de velocidad en el cuarto de milla. “Cuando el semáforo se pone en verde siento una adrenalina total”, afirma el piloto escobarense.

Por JAVIER RUBINSTEIN
Director de El Deportivo Magazine y El Deportivo Web

Cada viernes por la noche en el autódromo Oscar y Juan Gálvez se corren picadas donde cientos de pilotos aficionados compiten mano a mano para ver quién tiene la máquina más veloz. Las categorías son diez y van en aumento de acuerdo al tipo de motor de cada auto.

En ese circuito, el escobarense Martín Cagnoni (38) está viviendo este año la mejor temporada de su carrera, tras quedarse con el título de invierno y consagrarse tetracampeón. “El cuarto fue el más difícil de todos. Fueron doce fechas y en las últimas cuatro se hizo un top 14, donde gané la primera y en las otras dos no pude sumar por un problema en la caja. A la última llegué ocho puntos abajo. Tenía que ganar sí o sí y la gané”, explica tras su reciente coronación en la Categoría Clase 9 -el piloto que iba puntero no llegó a semifinales-, donde compiten coches ultra preparados.

En cada fecha, para llegar a la final debe ganar unas diez picadas. “La cantidad de tiradas depende del número de autos que corran, en mi categoría somos entre 20 y 30 coches”, señala. Cada competencia lleva un mínimo de dos horas a toda velocidad, entre mangas y finales.

En el cuarto de milla -402 metros exactos en línea recta, donde los autos llegan a velocidades siderales- el Fiat 128 del escobarense alcanzó una velocidad final de 228 kilómetros por hora. Su récord en ese trayecto es nada menos que 11 segundos y 15 centésimas. Un verdadero bólido.

La historia de Cagnoni en las carreras de uno contra uno se inició hace unos 15 años, cuando a través de un amigo se enteró que en Matheu se vendía un 128 a medio terminar. “Con mi viejo somos fanáticos del automovilismo y cuando se presentó esa oportunidad fuimos a verlo y lo compramos. Ya íbamos como espectadores a las picadas de Benavídez y empezamos a trabajarlo con la idea de correr. Acomodamos el chasis, agrandamos el motor, armamos la jaula antivuelco y hasta hoy siempre usamos el mismo auto”, detalla sobre su inseparable compañero de aventuras.

Mientras Martín habla con DIA 32, su padre, “Tito”, está metido de lleno en la puesta a punto del coche, ya que esa misma noche el autódromo volvía a esperarlos. Su coche pesa solo 489 kilos, tiene motor de 1970 cc, dos carburadores 48, una caja recta de 4 velocidades y cubiertas especiales para picadas, que son distintas atrás y adelante. “En 14 años no faltamos a ninguna carrera, mi señora me quiere matar. Hubo veces que volvimos a las 7 de la mañana”, confiesa.

Sus anteriores títulos fueron una estación en Clase 7 y dos Máster en Clase 8 y 9, corriendo los domingos, en 2012. Así, Cagnoni se fue haciendo conocido en el ambiente tuerca y después del reciente cuádruple campeonato recibió la invitación para correr en la Copa de las Naciones, que se correrá del 10 al 12 de octubre en Mendoza. “El evento es una fiesta, vi fotos y la gente colma las tribunas, voy a ir a divertirme”, anticipa.

Como buen amante del volante, este admirador de Ayrton Senna reconoce que tras tantos años en el vértigo le resulta muy difícil imaginarse fuera de las picadas. “Mi hijo tiene 10 años y ya quiere ir conmigo, mi viejo está bien y también le gusta, por ahora no voy a largar”.

Su pasión por ponerse el buzo antiflama, el casco y acelerar a fondo se resume en una sola frase: “Cuando el semáforo se pone en verde siento una adrenalina total, es increíble, hay que vivirlo para saber lo que es”, afirma el “Meteoro” escobarense.

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