Se inició en el fútbol para ciegos casi por casualidad, pero ya lleva 14 años jugando y triunfando. Con la Selección ganó dos mundiales y medallas en diferentes paralímpicos. “Estoy en mi mejor momento, muy feliz”, afirma el 1 escobarense.

Por JAVIER RUBINSTEIN
Director de El Deportivo Magazine y El Deportivo Web

Durante nueve años Darío Lencina (33) jugó como volante central en las inferiores de Villa Dálmine, en Campana. Su deseo era ser futbolista, su familia lo apoyaba y él ponía todo su empeño para conseguirlo. Pero en 1999 dio un paso al costado y estuvo alejado de las canchas, aunque no por demasiado tiempo.

El equipo de fútbol para ciegos de la Municipalidad de Escobar necesitaba un arquero (vidente) para una fecha de la Liga Nacional y su entrenador, Enrique Bertoni, le preguntó al padre de Darío, Aldo Lencina, si no sabía de alguien a quien le gustara atajar. Sin dudarlo, el hombre, que trabaja de portero en el Club Boca del Tigre, se lo propuso a su hijo, aunque nunca antes se había puesto los guantes ni conocía del puesto.

“Estábamos almorzando en mi casa y mi viejo me comentó de esa posibilidad. Al principio pensé que me estaba cargando, pero después acepté. Para mí fue muy raro relacionarme con personas ciegas que ni sabía que jugaban al fútbol. Estaban todos con bastones, no podía creer cómo se manejaban. Me presentaron a mis compañeros y salimos a la cancha. Así de increíble”, recuerda sobre su primer día con el buzo de arquero, en el Club Comunicaciones, con tan solo 19 años. Aquel debut fue con un triunfo 1-0 sobre APANOVI.

Sus buenos desempeños lo llevaron a ser convocado a la Selección, dirigida por Enrique Nardone. “La pasaba muy bien, al mes me fui a Córdoba, que para mí era como ir a México, algo impensado”, cuenta. Su primera cita internacional con el buzo de AFA fue en 2001, en Campinhas, Brasil, donde se jugaba una Copa América. “Salimos segundos, caímos con Brasil y fue una buena experiencia. Me acuerdo que en la semifinal me expulsaron porque no grité ‘mía’ y le pegué en el pecho a un rival, sin querer”. Aquel torneo fue el que más lo marcó. Aún recuerda su emoción al cantar el himno por primera vez con la camiseta albiceleste. “Fue algo inolvidable”, confiesa.

Arquero mundial

Al poco tiempo le llegó el turno en una Copa del Mundo: Río de Janeiro 2002, donde fue elegido mejor arquero del certamen y Argentina se quedó con el título al vencer a España por 4-2 en tiempo suplementario.

Al año siguiente Argentina obtuvo la Copa IBSA, también ante España, por penales. En 2004 el destino lo llevó a Atenas, donde por primera vez había fútbol en un Juego Paralímpico. Otra vez Brasil en la final, derrota en la definición por penales (2-1) y medalla de plata.

A partir de allí, Los Murciélagos -así bautizados por su goleador, Silvio Velo- empezaron a cobrar un vuelo mucho más alto. “En este zoológico deportivo tan lindo que tiene nuestro país, demostramos que la discapacidad te puede llevar a hacer grandes cosas”, reflexiona el escobarense.

Después ganó la Copa América en San Pablo 2005 y su pico máximo de popularidad fue en 2006, cuando el Mundial en Buenos Aires se jugaba a tribunas repletas y sin una sola localidad para la final, que fue, una vez más, ante Brasil. “Ese fue mi mejor partido, no venía siendo titular, me dieron la posibilidad y saqué toda la ira que tenía encima. Atajé hasta lo que no había. Estaban todos viéndonos, fue otro hecho inolvidable”, asegura. Esa tarde Los Murciélagos ganaron 1 a 0, con un golazo de Velo, y lograron el bicampeonato.

En el camino de su estupenda carrera, también logró medalla de bronce en los Juegos de Beijing (China) 2008, fue 4º en Londres 2012, con la valla invicta, y recientemente logró el subcampeonato en la Copa América de Santa Fe, tras empatar 0 a 0 con Brasil y, de nuevo, perder en los penales. En la definición atajó Germán Mulek y él se fue al vestuario a rezar, pero no hubo caso. “Tenemos un karma con ese tema, no quiero ver más un penal”, afirma con resignación.

Darío lleva 13 partidos internacionales con la valla invicta y está tan contento con su presente como expectante por lo que vendrá: el Mundial de Japón 2014, los Parapanamericanos de Canadá 2015 y los Juegos Paralímpicos en Río 2016. “Este es mi mejor momento como arquero de la Selección. Mantener un invicto así es algo muy lindo y me pone feliz. Ahora mi gran sueño es ganar la medalla de oro, es la única que me falta. Ojalá se nos dé”.

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