Caracterizado por un estilo tan propio como exquisito, es el platero con mayor proyección internacional de la Argentina. Nació en Escobar y todavía conserva carpetas con dibujos que hacía en la Fiesta de la Flor cuando era chico.

Por FLORENCIA ALVAREZ
falvarez@dia32.com.ar

Marcelo Toledo (39) domina majestuosamente el arte de convertir la plata en espectaculares piezas de colección. Pasó de exhibir sus artesanías en ferias y plazas a cotizarlas en miles de dólares en el mercado nacional e internacional.

Es nacido en Ingeniero Maschwitz y aquí comenzó su carrera: “Todo se dio como un juego, siempre me gustó el trabajo en metales. Empecé pidiendo cables de colores en ENTEL de Escobar para hacer pulseras y regalarlas. A los 14 años me di cuenta que quería hacer cosas más complejas y empecé a tomar clases con un artesano de Acasusso cuando salía del colegio”.

Pero él soñaba y pensaba en grande, no quería ser un artesano de plaza.

“Me daba cuenta que en las ferias tenía un techo que no me dejaba crear el tipo de piezas que tenía en mi interior, sentía que eran sólo una etapa pasajera”, expresa en un diálogo ameno con DIA 32.

Su suerte cambió a principios de los años noventa, cuando le hicieron unos pedidos desde el Ministerio de Economía, en la época de Domingo Cavallo, y terminó diseñando regalos para las personalidades más destacadas del mundo. De pronto se vio entregándole un mate en persona al príncipe Carlos, heredero del trono de Inglaterra; realizando el obsequio de casamiento de los príncipes de Holanda, Máxima y Guillermo; y teniendo entre sus clientes a varios ex presidentes norteamericanos y una infinidad de estrellas de Hollywood.

En el ámbito local, Susana Giménez, Araceli González y la empresaria naviera Marina Dodero lo adoran y adquieren sus creaciones. Pero él confiesa que lo que más le gustó hacer fue la venera que creó para Juan Pablo II, cuando se cumplieron 25 años de su papado.

Yo no creo tanto en el talento sino en los sueños, en la capacidad que tiene el hombre para ponerse una meta en la vida y no parar hasta lograrla. Esa es mi historia”.

¿Cómo fue posible ese crecimiento tan sostenido hacia la cima?

Fue de a poco, sin prisa pero sin pausa, como debe madurar un buen vino. Nunca dejé de crear ni de trabajar. Un día me pidieron una pequeña pieza y de repente me vi comiendo con el rey de Marruecos o conversando con el príncipe Carlos. Fue producto del esfuerzo, del empeño y de nunca bajar los brazos.

Y del talento…

Yo no creo tanto en el talento sino en los sueños, en la capacidad que tiene el hombre para ponerse una meta en la vida y no parar hasta lograrla. Esa es mi historia hasta acá y también sé todos los sueños que me quedan por cumplir y los caminos por recorrer. No hay límites a la hora de soñar.

¿Sentís mucha responsabilidad cuando tenés que hacer algo para alguien famoso?

Cuando realizo piezas para personalidades como Madonna, Barack Obama, Ricky Martin, Bill Clinton o George Bush siento la presión de que todo el mundo estará pendiente de mi trabajo y de que seré muy observado. También sé que al estar tan expuesto soy un blanco fácil para las críticas, pero en mi carrera aprendí que uno no puede gustarle a todo el mundo.

¿Cuál es el primer paso para empezar a desarrollar un objeto y cómo continúa el proceso de elaboración?

Primero necesito tener la pieza diseñada en mi cabeza, recién ahí puedo llegar a materializarla. Luego paso ese diseño al metal, lo marco y lo forjo para darle volumen. Después cincelo la pieza, le hago todos los detalles, como las flores u hojas, y finalmente le doy las terminaciones de soldado y pulido. Parece fácil y rápido, pero se demoran varios días, incluso semanas. Depende de la complejidad de la pieza.

Te destacás por hacer obras únicas, ¿qué las convierte en únicas?

La originalidad del diseño y el hecho de que ninguna es igual a la otra porque de todas se hace solamente una. Aunque hay colecciones seriadas de cuatro o cinco piezas. Ese es el valor agregado de la obra.

¿Diseñarías en serie si te ofrecieran mucho dinero?

Lo hago muchas veces y no por cuestión de dinero. Por ejemplo, en este momento, estamos haciendo la nueva colección de Ralph Laurent. Son otro tipo de piezas, en serie, más comerciales, aunque tan cuidadas como las piezas únicas. La diferencia es que no se hacen en metales preciosos.

En una entrevista expresaste que la diferencia entre algunos plateros y vos es que considerás tus trabajos como obras de arte…

En nuestro país hay excelentes artesanos, pero muy pocos son artistas. Un artista pone todo de sí en cada obra, pone su interior, su alma, deja parte de su esencia en cada creación. En cambio, un artesano puede realizar una pieza con una técnica excelente pero no dejar traslucir su alma en ella. Considero que mis piezas son obras de arte porque al observarlas uno deja de ver la técnica y se transforman en un objeto de colección.

¿Te copiaron alguna vez?

No lo sé, no estoy pendiente de eso. La gente busca mis piezas por mis diseños pero además por mi firma, si alguno copia una pieza no sería genuina. Una obra es verdaderamente genuina cuando más se parece a su autor.

Inspiración floral

El orfebre visita con regularidad al sitio que lo vio crecer. Toda su familia vive aquí. Sus padres, Beatriz y Héctor, y sus cinco hermanos con todos sus sobrinos. “Siempre es una caricia para el alma caminar descalzo por el pasto verde de mi casa, comer una fruta madura de la planta mientras veo, hablo y disfruto de ese paisaje único que nunca podré olvidar”, expresa Toledo.

¿Cómo te marcó ser originario de la Capital Nacional de la Flor para crear tus obras? ¿Utilizás muchas flores?

Mis piezas tienen impresas la infancia que pasé allí. Siempre usé flores en mis diseños. De hecho, en mis comienzos iba durante largas horas al predio floral a dibujar y ver todos los detalles de flores raras o poco convencionales. Aún guardo esos dibujos en mis carpetas… Siempre dije que haber nacido y haberme criado en esa mágica ciudad me abrió la cabeza y me dejó ser el artista que soy ahora. Me críe entre árboles, flores y una vegetación a la que muy pocos chicos tienen acceso.

Un artista pone todo de sí en cada obra, pone su interior, su alma, deja parte de su esencia en cada creación”.

¿Tenés alguna flor preferida?

Siempre me sentí muy atraído por las orquídeas. Pero no prefiero ninguna en especial, trato de utilizar la mayor variedad de diseños florales.

En una oportunidad dijiste que la orfebrería tradicional te aburre. ¿Cuál es el estilo que te gusta?

Me aburre que todos hagan lo mismo para satisfacer las demandas del mercado. Gracias a Dios yo he podido viajar, exponer alrededor del mundo y conseguir una clientela mucho más ecléctica. Eso me dio la posibilidad de crear piezas vanguardistas que pueden utilizarse tanto en un museo como en un apartamento de New York. Debo reconocer que he sido un privilegiado: mi última exposición de Moscú y Shanghai fue visitada por casi 5 millones de personas. Eso te abre al mundo y te da la posibilidad de seguir creando sin límites.

Tenés tu taller y tu show room en San Telmo, estás en contacto con muchos extranjeros, ¿quiénes son los que más compran?

Los clientes por excelencia son los estadounidenses, que compran de todo, desde un mate tradicional a un florero súper contemporáneo.

Si alguien que no conoce tus obras te preguntara cómo son. ¿De qué manera las describirías?

Diría que mis piezas conservan todas las técnicas tradicionales de la orfebrería pero son totalmente vanguardistas.

¿Hay alguna pieza que te gustaría hacer para alguien en especial y todavía no tuviste la oportunidad?

Sí, siempre me atrajo Rania de Jordania, me encantaría poder crear algo para ella.

Fuiste actor y estudiaste Psicología, ¿te hubiera gustado dedicarte a otra cosa?

Cuando miro hacia atrás veo que sólo podría haberme dedicado al arte. Quizás a alguna otra disciplina, pero siempre me atrajo la dedicación y la pasión que uno le pone al crear. La psicología fue parte de mi descubrimiento como persona. La actuación, en cambio, me ayudó mucho, ya que cuando hoy enfrento a las cámaras me siento muy a gusto.

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