La sociedad de consumo invadió los hogares con productos electrónicos que rápidamente se vuelven obsoletos y generan un problema mayor: sus desechos. ¿Dónde se tiran? ¿Son perjudiciales? ¿Quién es el responsable? Muchas preguntas y pocas políticas.

Por DAMIAN FERNANDEZ
dfernandez@dia32.com.ar

Teléfonos celulares, computadoras, televisores de alta definición, cámaras digitales y tantos productos electrónicos más invadieron nuestras vidas de un tiempo a esta parte, facilitando, sin lugar a dudas, muchas tareas de la rutina diaria. Sin embargo, la oferta inagotable de la sociedad de consumo plantea nuevos y no menores interrogantes vinculados a la salud de las personas y a la preservación del medio ambiente. ¿Qué hacemos con esos objetos que ya no utilizamos? ¿Los tiramos con la basura común? ¿Son contaminantes? Esas y otras respuestas, en este informe de DIA 32.

Los denominados Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) son una compleja mezcla de materiales inorgánicos -plásticos, metales, vidrio, etcétera- y de elementos químicos como el plomo, cadmio, mercurio y el cromo, que al romperse, quemarse o corroerse contaminan la atmósfera, el suelo y, por ende, el agua que toman millones de personas. Por eso, aunque la normativa los considere parte de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU) -alimentos y otros- deben recibir un tratamiento especial, desde su origen y recolección hasta el potencial reciclado en un lugar acorde.

La Constitución nacional y la provincial reconocen el derecho a “gozar de un ambiente sano” y de “protegerlo” -artículos 41 y 28, respectivamente-; por su parte, la ley provincial 13.592 (2006) establece importantes conceptos y principios aplicables a dicha gestión, en tanto que la ley nacional 24.051 (1991) dice que las pilas y baterías deben recibir una recolección diferenciada de los RSU. Sin embargo, en Escobar no existe ningún establecimiento donde los vecinos puedan deshacerse adecuadamente de su basura electrónica. Como en gran parte del país, los productos en desuso terminan en un vertedero clandestino o bien en la bolsas que se llevan los camiones de residuos domiciliarios.

“Hay falta de interés. No es una prioridad de esta Municipalidad la gestión sustentable de los residuos en general. Y el hecho de que no haya sido sancionada por incumplimiento de las normas relacionadas a la gestión integral de los RSU me lleva a pensar que tampoco sea una prioridad de la provincia ni de la Nación”, expresó la presidenta de la asociación ambientalista local Los Talares, Korine Schultz.

Ante la consulta de esta revista, desde el Municipio afirmaron que “generar un espacio donde acumular este tipo de materiales no brinda una solución al problema de base, es como atacar el síntoma de una enfermedad sin abordar la esencia”. Y argumentaron la necesidad de “trabajar sobre la educación de la sociedad, las responsabilidades de los ciudadanos y enmarcar las responsabilidades de las empresas, que luego de vendernos esta gran cantidad de productos no se hacen cargo de los desechos que estos generan posteriormente”.

A pesar de compartir esta visión, planteada en la desechada Ley de Basura Electrónica (2012), y reflexionar si la adquisición de un nuevo producto “satisface una real necesidad o es resultado del marketing y presiones sociales”, Schultz resalta la importancia de contar con un depósito para acopiar y, en lo posible, reciclar RAEE. “Aumenta la conciencia en la ciudadanía, que incorpora la cultura del ahorro y del reciclaje a sus hábitos cotidianos”.

No todo es reciclable, pero los especialistas aseguran que cerca de un 97% de los materiales pueden ser recuperados y reutilizados. Computadoras de escritorio, notebooks, monitores, decodificadores, posnets, impresoras, teléfonos, reproductores de DVDs y televisores aparecen en ese segmento. El 3% restante lo componen fotocopiadoras, electrodomésticos, lámparas, baterías y pilas, estas últimas altamente contaminantes.

En pleno apogeo de la informática y la tecnología, son pocas las empresas y los municipios del país que reciben productos electrónicos en desuso para una segura disposición final. Por citar a los más próximos, Philips admite pilas en su planta de Saavedra y el vecino partido de Malvinas cuenta con un sistema de acopio para RAEE.

Sin lugar donde tirarlos, en Escobar los vecinos igual pueden hacer un aporte: además de comprar pilas recargables e interiorizarse en el proceso de fabricación de estos productos, pueden pensar qué tan necesario es comprarse el último celular cuando el que tienen todavía funciona. Responsabilidad empresaria, por supuesto, pero social también.

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