Los pibes de La Ilegal crearon su alter ego: una banda paralela con la que salen a pelearla en plazas, playas, peatonales y cuanto lugar aparezca. Su repertorio va desde los clásicos del rock nacional al más puro jazz.

Por MARTIN POZZO
Director de revista La Negra

Cinco trotamundos toman por asalto parques, plazas o playas para instalar su música al oído del transeúnte casual, el turista con ganas de disfrutar sus vacaciones o las familias (desde pequeños, jóvenes, adultos y abuelos) que se sorprenden del arrebato musical callejero.Son Alejandro Braccini (voz y charango), Facundo Braccini (voz, guitarra y trombón a vara), Gastón González (voz, guitarra y trompeta), Gastón Gnemmi (voz y saxo tenor) y Leonardo Silvestrin (cajón peruano). Colgando sus instrumentos por un rato, nos cuentan de qué se trata Buenachaplin.

Siendo músicos de La Ilegal, ¿cómo surge la idea de armar Buenachaplin?

Alejandro: Nace en una de nuestras giras costeras, producto de vivir intensamente la música y la amistad. Imaginá a varios amigos dentro de una casa, doce días y llenos de instrumentos. Como decimos nosotros, “va a tocar” (risas). Nuestro proyecto y nuestro producto musical es La Ilegal, lo que sentimos dentro del corazón. Buenachaplin nos sirve para progresar siempre musicalmente y conectarnos más como músicos. Aquel que sea músico nos sabrá entender. Con este formato musical fuimos a tocar a Uruguay, en lo que se denominó “show a la gorra”. Fue una experiencia única, ir a trabajar de músico a otro país y poder vivir el día a día de eso es algo que nos enorgullece mucho.

¿Cómo definen musicalmente lo que hacen?

Facundo: Este es el ritmo que todos pueden cantar, todos pueden aplaudir y bailar. Son canciones clásicas que una vez en tu vida, por lo menos, escuchaste. Los Fabulosos Cadillacs, Todos tus Muertos, Los Pericos, Bersuit, La Zimbabwe, Charly García, entre otros; sumado a una innumerable cantidad de standards de jazz, forman parte de una interminable lista de canciones que interpretamos en bares, peatonales, plazas y fiestas a las que nos inviten. Definido en algunas palabras, es “el ritmo de la calle”.

Si bien Buenachaplin puede disfrutarse sobre un escenario, es una “banda de la calle”. ¿Qué características particulares tiene tocar en lugares públicos, entre la gente?

Gastón González: Tocar en la calle es algo único, nunca sabés lo que te vas a encontrar, pero siempre vas a transmitir la pasión y eso es lo que contagia. Es interactuar con la gente para que también nos vayamos soltando un poco todos. Quizás nace un poco la vergüenza de la gente de acercarse, pero tema a tema se va generando el clima y terminamos todos cantando. Las sonrisas y los aplausos se ven de más cerca y te dan más ganas de tocar.

Participaron de algunos eventos de la organización “Vamos las bandas” y también de los festejos del Día del Niño. ¿Cómo fueron esas experiencias y por qué decidieron ser parte de ambas?

Gastón Gnemmi: Lo que realizan los organizadores de los eventos son movidas grosas y siempre es bueno colaborar un poco, al menos con lo que tenemos, es como nuestro granito de arena. Quisimos formar parte para dejar la huella, la gente nos recibió muy bien y eso nos ayuda mucho a seguir en nuestro camino.

Sabiendo que la prioridad es La Ilegal, ¿qué futuro tiene Buenachaplin?

Leonardo: Posiblemente nos acompañe el resto de nuestra vida musical. A cada lugar donde La Ilegal vaya a tocar, habrá una plaza o peatonal para que suene Buenachaplin. Es nuestro llamado a un público diferente, es nuestra manera de abarcar más en el terreno musical, expresar las ganas de tocar y cantar, porque la música siempre deja un mensaje y dice mucho de uno mismo.

Ante la posible duda de muchos lectores, sería bueno que aclaren el por qué del nombre de la banda…

Facundo: Surge de años y años de amistad, de conocernos desde el desayuno hasta la quinta comida (¡bajón!) y de pasar mucho tiempo juntos, más allá de lo musical. Para entender el nombre deberían recorrer nuestro camino, interiorizarse un poco en nuestro mundo. Es la única manera en la que podrían entenderlo. Por eso los invitamos a que nos conozcan y a que conozcan nuestras ganas de conocerlos.

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