La construcción del Paseo El Dorado demandó casi dos años. Cuenta con más de seis hectáreas dedicadas al esparcimiento y el contacto con la naturaleza. Sin embargo, al proyecto original le faltan las terminaciones.

El antiguo y peligroso baldío que bordeaba la estación de trenes de Ingeniero Maschwitz ha quedado en el olvido gracias a la construcción del Paseo El Dorado, que con 6,5 hectáreas de extensión permite que los vecinos puedan disponer de un bello espacio de esparcimiento y relax único en el distrito.

La idea comenzó a gestarse en 2011 como un “parque público recreativo y de salud” -tal la denominación oficial- y se fue haciendo realidad en el marco del programa nacional “Argentina Trabaja”. Dos cooperativas nucleadas en ese plan hicieron magia con sus manos para cambiar la fisonomía del lugar y poner en valor un espacio hasta entonces totalmente desaprovechado.

Si bien el paseo aún no está finalizado de la forma que se anunció inicialmente, tiene muchas bondades para destacar y disfrutar.

Tres sectores para recorrer

El parque está ubicado entre la calle El Dorado y las vías del ferrocarril y ofrece actividades para todas las edades y todos los gustos. Desde circuitos de mountain bike hasta juegos para chicos, un estanque artificial y abundante vegetación.

Aunque a la obra aún le faltan cosas esenciales, desde hace varios meses la gente ha comenzado a acercarse, sobre todo los fines de semana, para respirar aire puro y observar la magnífica flora autóctona.

La primera puerta de ingreso está situada al 1700 de El Dorado y el recibimiento es muy bueno para quienes llegan en auto, porque se pensó en un espacio destinado para el estacionamiento vehicular, que es gratuito. De ahí en más el paseo puede recorrerse prácticamente en toda su extensión mediante los senderos de cemento serpenteantes o bien caminando por el verde césped que inunda el predio. Está dividido en tres partes para diferenciar las actividades que se pueden realizar en cada uno de ellas.

En dirección hacia la calle Mendoza, la primera sección está dedicada a los chicos, con una amplia variedad de juegos infantiles -entre ellos una hamaca para discapacitados motrices- que ocupan dos plazas separadas entre sí por unos 150 metros. Entre ambas hay un puente de tinte romántico y un bañado original del terreno que fue recuperado para preservar las especies autóctonas.

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El recorrido continúa por un camino rodeado de liquidámbar y tuyas, entre otras especies, para así llegar a la segunda sección del paseo. Ahí todo está preparado para que los visitantes puedan disfrutar de un refrigerio con sillas y mesas estilo camping bajo la sombra y el bello aroma de los eucaliptus.

“Venimos porque el lugar es tranquilo y se respira aire puro”, afirmó una vecina mientras disfrutaba de una mateada con los suyos. “Está muy bueno, es enorme y se puede venir con toda la familia. Lástima que solo hayan construido tres mesas, porque se ocupan enseguida”, acotó, en tono de queja, una de las personas que la acompañaba.

Esta sección del parque cuenta además con un anfiteatro de importantes dimensiones planificado para ofrecer recitales y obras de teatro al aire libre, adornado con una cascada que forma un pequeño lago artificial.

El tercer sector, al 2200 de El Dorado, es el más boscoso y natural del predio. La irregularidad en esta parte del terreno configura casi naturalmente una especie de circuito aventurero ideal para la práctica del mountain bike.

Familias con mascotas, parejas y solitarios -muchos de ellos realizando ejercicios al estilo bosques de Palermo- dan el toque final a la bella vista que irradia el complejo.

Obra inconclusa

Sin embargo, no todo es color de rosas. Como suele pasar con las obras públicas, al final siempre quedan cosas por hacer. Por ejemplo, en todo el paseo no hay más que dos baños químicos y brillan por su ausencia los seis puestos de salud, complementados con aparatos fijos de gimnasia, contemplados en el proyecto original.

También se había anunciado la construcción de sendas diferenciadas para peatones y ciclistas, pero la inexistencia total de señalización impide determinar si las hay o no. Tanto unos como otros circulan por donde más les gusta.

Asimismo, el lago artificial con cascada fue una idea genial. Claro que si el agua -podrida- escasea y no llena el estanque, lejos está de ser un verdadero atractivo a la vista. Lo mismo pasa con el pasto, que en algunos lugares está muy alto y da un aspecto de abandono.

En tanto, a partir de la segunda sección y hasta el final del paseo -a unos cien metros de la calle Mendoza- el perímetro no está delimitado por las rejas de hierro que fueron proyectadas para brindar mayor seguridad y evitar actos vandálicos.

Además, al caer la noche el lugar se convierte en una boca de lobo debido a la falta de luminarias.

Evidentemente, todavía queda bastante por hacer para finalizar la obra tal cual estaba prevista en el proyecto que el Municipio anunció en 2011 a través de un comunicado de prensa. No obstante, los vecinos de Ingeniero Maschwitz se acercan felices y agradecen ser los únicos en el distrito con el privilegio de contar con un parque público de esta magnitud.

Carranza: “Cuando asumí, la obra estaba paralizada”

Desde el 16 de noviembre del año pasado, las cooperativas del programa “Argentina Trabaja” dependen de la Unidad Ejecutora Municipal, cuyo administrador general es Luis Carranza, quien heredó la estructura de lo que originalmente fuera la Secretaría de Desarrollo Comunal, que durante dos años estuvo a cargo de Osvaldo Fernández, mentor del Paseo El Dorado. “Cuando asumí, el desarrollo de la obra se encontraba paralizado. Desde entonces nos encargamos de hacer trabajos de mantenimiento, pintura, riego, alumbrado, limpieza general, colocación de rejas y una perforación surgente que es la que va a permitir poner en funcionamiento la cascada del anfiteatro, el día de la inauguración”, expresó Carranza a DIA 32, sin dar precisiones sobre la fecha tentativa del corte de cintas. Consultado sobre las tareas que faltan para finalizar el proyecto, señaló que lo único previsto es la colocación de los seis paños de rejas que restan hasta la calle Mendoza para cerrar el predio y mejorar la iluminación. “Con eso completaríamos la primera etapa. Para más adelante estamos pensando en desarrollar otro espacio, más recreativo, en un campo contiguo”, indicó.

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