Su carrera no le permitió ser profeta en el Escobar donde nació y al que ya no le reconoce la cara. De fugaz regreso al pago, una de las voces más apasionadas de la literatura infantil le confesó sus sentimientos a DIA 32.

Por CIRO D. YACUZZI
cyacuzzi@dia32.com.ar

Todavía se la conocía como Analía Sergiani cuando, a sus veintipiquitos, daba clases en la escuela primaria de El Cazador, donde recuerda que los alumnos le regalaban desde flores hasta cebollas. En esos tiempos, además, estudiaba en la universidad para recibirse de psicóloga, afrontando una doble dificultad: el lento viaje a Capital Federal sin la autopista Panamericana y su avidez por nutrirse artísticamente.

“Siempre me hacía una escapada para ir a ver películas a los cines. Muchas veces tenía que irme antes de que terminen, porque a las 10 y 25 se me iba el último tren para volver”, revive Ana Padovani, el nombre artístico por el que es reconocida dentro y fuera del país como narradora y actriz.

Hija del recordado artista plástico local José María Félix Sergiani y hermana del también pintor y actual concejal Julio Sergiani, -de ahora en más- Ana entendió rápidamente que Belén de Escobar había sido la cuna de su vida, pero que las tierras de la flor no eran fértiles para desarrollar sus profundas inclinaciones culturales, que fue redescubriendo hasta encontrar en la narración de textos infantiles el arte predilecto, su más intrínseca vocación.

Muy de tanto en tanto, desde entonces, Ana vuelve a su ciudad natal, que le resulta distinta hasta lo irreconocible. De fugaz paso por ella para participar del cierre del festival de cortometrajes “Escobar de Película”, demoró por veinte minutos la cena con sus amistades para dejarle algunas impresiones a DIA 32.

Después de ausencias tan prolongadas, ¿qué sensaciones le produce volver a Escobar?

¡Uh, tantas cosas! Las sensaciones son muchas, porque guardo muchos recuerdos de Escobar tal como era, y esto no tiene nada pero nada que ver. Es como si a uno, de pronto, le hubieran sacado la historia. Yo lo fui viendo, porque cada vez que venía notaba que algo faltaba o se cambiaba, y siempre pensaba que me estaban sacando las raíces. Con el correr de los años lo fui aceptando. Entonces es como que vengo a esta ciudad, pujante, como a una más. Pero no deja de quedar ese resabio de por qué se hacen las cosas del modo que se hacen, por qué en algún punto no se mantiene la historia. Esta es una opinión muy personal y no es que esté en contra del progreso ni muchísimo menos, pero sí pienso que tiene que haber raíces.

¿Ve perdida la fisonomía original del lugar?

Absolutamente. Debe ser una de las ciudades que más se ha modificado. Yo viajo frecuentemente a Europa, donde no se toca nada de lo que hay pero se sigue construyendo y avanzando. Se privilegia que la cultura permanezca, de modo que se encuentra la historia constantemente, preservada, cuidada, respetada. Además de que hay mucha belleza, porque creo fervientemente que en la historia está la belleza.

¿Podría decirse que Escobar se “conurbanizó” mal?

No soy quién para opinar desde el punto de vista urbanístico, lo mío es una impresión de alguien que tiene más en cuenta lo artístico y entonces diría que sí. En cuanto a la cuestión estructural, edilicia y demás, yo oigo que la gente dice muchas cosas, que se han perdido los vínculos, que las relaciones son otras, pero como yo no vivo acá no puedo opinar. Todo se ha modificado absolutamente.

Por lo que uno se entera, principalmente a través de la web, está participando asiduamente de múltiples actividades, entre ellas el Plan Nacional de Lectura. ¿Cómo es esa experiencia?

Sí, estoy trabajando muchísimo y tengo mucho interés en el tema de la lectura, que a los chicos se les lea y se les abra la cabeza. Poder implementar lo que yo tengo como artista en ese punto, porque fundamentalmente soy una gran imaginativa, tomo un texto y pienso que tiene vida. Eso es lo que yo le transmito a los docentes para que hagan con los chicos, y que ellos vean que un libro no es algo muerto, es algo a lo que uno le da vida cuando entra en él y se le abren las imágenes.

Ante la presencia a veces invasiva de la televisión y de internet en los hogares, ¿se dificulta más atraer a los chicos hacia la lectura? ¿O siempre se puede?

Siempre se puede. En el Plan Nacional de Lectura no trabajamos con la idea del libro sino de la lectura, que no es lo mismo. La cuestión es que se lea, no importa qué ni el soporte. Internet también puede ser otra forma de leer. Creo que el mundo cambia y lo que hay que incentivar es la capacidad de que la mente y la imaginación trabajen. Yo no estoy en contra de los aparatos, salvo cuando el chico se desconecta de la familia. Me parece riesgoso cuando le es útil al padre para que el chico esté entretenido en algo y él esté en otra. Cuando sirve para romper la comunicación o se plantea por comodidad, ahí me parece riesgoso. Pero si los padres están al lado del chico para hacerlo pensar, criticar y razonar, todos los medios son buenos. No hay que negarse a los cambios del mundo y de la tecnología, propios de la evolución de la humanidad. Yo creo en la familia, en la comunicación entre los seres humanos. El riesgo es que no haya un adulto con el chico.

Ya que nos acercamos al tema, ¿puedo pedirle una crítica a la televisión actual?

Diría lugares comunes, porque veo poca televisión. De aire, en general, lo que veo no me gusta. Algunas cosas sí: Canal 7 tiene un programa de cine a la noche que me encanta, los canales de cable también tienen cosas interesantes: EncuentroFilm & Arts, Canal (á) y Televisión Española, que tiene documentales maravillosos y muy buena información. Creo que hay que seleccionar, aunque no vivo enchufada a la televisión. Honestamente, no me gustan Tinelli y esas cosas, me parece chabacano, de mal gusto, que no educa, no favorece la creación ni incentiva nada. Pero son cuestiones de negocios en las que no participo ni me interesan.

Se ha dado que varios referentes del campo artístico han comenzado a manifestar firmes posiciones sobre el momento político actual. ¿Cómo ve usted al país?

Me pasa lo mismo que con la televisión: no me siento idónea para opinar, podría hacerlo como Doña Rosa… En algunas cosas mejor, en otras no. Estamos mejor que en las épocas del Proceso, de Menem y del corralito. Hemos pasado situaciones muy duras en este país. En este momento me molesta mucho la rispidez que hay en los vínculos, la violencia que se ve en la gente, este clima de pelea que vivimos. Me pregunto por qué no nos podremos entender con un poco más de calma, si no hay tantas desgracias como antes…

Desde lo que advierte en sus visitas a las escuelas, ¿siente que desde el Estado se le esté dando una real importancia a la educación?

Puedo hablar desde el lugar en el que estoy y hay muy buenas intenciones. Este Plan de Lectura en el que trabajo me parece fantástico: consiste en que todos los días los docentes le saquen a su clase diez minutos para leerles algo a los chicos, que compartan con ellos lo que les guste, aunque sea el diario. Tiene que ser una lectura obligatoria y gozosa. Esa me parece una idea brillante, fantástica. Pero es dificilísimo implementarla, porque no todas las provincias adhieren a La Nación. Es una lástima.

De todo lo que está haciendo, ¿con qué disfruta más?

Disfruto mucho del momento en el que juego en el escenario y lo comparto con los otros. No hay placer más grande que cuando el otro entra en el juego. Y contar cuentos es algo que permite hacer entrar al otro y crear ese círculo mágico. Cuando se produce eso, ya está.

A esta altura de su carrera, ¿siente que alcanzó el reconocimiento que se merece?

Sí, por supuesto. Con la permanencia y con el trabajo, al final la gente termina reconociendo, porque yo no tengo una difusión masiva, no estoy en la televisión, no tengo auspiciantes, no paso por el circuito comercial. Lo mío es a fuerza de trabajo. Por supuesto que el artista necesita tener la posibilidad de desarrollar su trabajo, y que te den un espacio para hacerlo y se te reconozca es lo que alimenta al artista. Eso es natural y yo soy de fomentarlo con mis alumnos. Esa es la esencia del trabajo, porque nosotros trabajamos para el otro.

¿Se ve cerca de la meta o todavía el horizonte queda lejos?

No, para nada, ¿¡qué voy a llegar!? Yo tengo mucha pasión en lo que hago y eso a uno lo mantiene con mucha vida. He tenido muchos problemas, pero no me la van a matar. Y mientras no me la maten, yo voy a seguir jugando.

Un largo camino narrado

Ana Padovani estudió música y se graduó en Psicología. Su vocación por el arte la llevó a estudiar teatro, encontrando en la narración de cuentos la manera de reunir sus intereses y búsquedas. Siendo una de las pioneras de este arte en la Argentina, viajó a Francia y allí se nutrió con sus más destacados narradores.

Fue invitada por The National Storytelling Association de Nueva York para participar en un intercambio entre profesionales de distintos lugares del mundo. Además, presentó sus espectáculos para niños y adultos en las ciudades de Barcelona, Zaragoza y Madrid. Representó a la Argentina en los festivales de narración de Río de Janeiro y San Pablo (Brasil), Montevideo (Uruguay), Tenerife (Islas Canarias), Huesca, Valencia, Segovia (España) y Guayaquil (Ecuador).

Recibió el premio ACE (Asociación Cronistas del Espectáculo) a la “Actuación en Unipersonal” (2001-2002) por su espectáculo La voz del terror, y fue nominada en el mismo rubro por Querida Niní en la temporada 2003-2004.

Fue la primera narradora distinguida con el Premio Pregonero a Narrador, otorgado por la Fundación El Libro.

Ha editado el casete Cuentos para contar, el CD Cuentos de terror y de suspenso y el libro Contar cuentos, desde la práctica hacia la teoría, publicado por Editorial Paidós y que recibió el premio “Mención de Honor” al mejor libro de educación de edición 1999.

Es miembro de la Comisión organizadora de los Encuentros de Narración Oral que se desarrollan en el marco de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en la cual creó y actualmente coordina el espacio de narración para adultos.

Recorrió casi toda la República Argentina dictando talleres y realizando espectáculos.

Hace tres años está actuando en un espectáculo de música renacentista. “Fundamentalmente soy comediante, improviso cada semana. En el escenario me gusta jugar”, afirma.

Su voz puede escucharse en Radio Nacional (AM 870) todos los días después del noticiero de las 14.30, dentro del programa que conducen Jorge Halperín y Nora Anchart. Y también se la puede oír en el programa Paka-Paka (Calibroscopio), que va los martes a las 12 y a las 18 y los domingos a las 11 por Canal Encuentro.

“Catita”

En la ceremonia de premiación de “Escobar de Película” -el domingo 15, en el teatro Seminari-, Ana Padovani subió al escenario para evocar a la inolvidable actriz Niní Marshall en su popular personaje de “Catita”, ante un público que la enfundó en aplausos.

A la salida del espectáculo, la actriz y narradora tuvo elogiosas palabras sobre el festival: “Me parece muy interesante que se promuevan este tipo de producciones de gente joven, creativa. Vi que hay una estructura muy bien armada, con el INCAA y otros institutos que patrocinan. Es muy positivo que Escobar, desde el amateurismo de aquellos que antes querían hacer algo y no podían, haya pasado a integrarse a otro tipo de contextos, que permiten que haya estas manifestaciones”, le dijo a DIA 32.

Comentar la noticia

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *