Secretos, verdades y confesiones de la esposa del Intendente y precandidata a diputada, a solas con DIA 32. La vida en un barrio privado, su rol en el Municipio y el costo de la exposición pública: “Lo que escriben por Facebook me resbala”, asegura.

Por CIRO D. YACUZZI
cyacuzzi@dia32.com.ar

Simpática, sonriente, cordial. Así es y se muestra Laura Russo (35). Aunque también algo despistada: recién al terminar la entrevista, de una hora larga, se da cuenta de que no les ofreció ni un vaso de agua a este periodista ni a la fotógrafa de DIA 32. Y se disculpa. Siempre con esa calidez intrínseca de su ascendencia japonesa por parte de madre. Pero ella es tan argentina y porteña como el tango: vivió toda su infancia y su juventud en Villa Urquiza. Hasta que el matrimonio la trajo por estos lares.

La entrevista es en la quinta Las Casuarinas, sobre la Colectora Este, a metros del puente de Loma Verde. Es de su cuñado, David Sujarchuk, que vivió ahí hasta que su hermano llegó a la Intendencia. Desde entonces, se la cedió para reuniones políticas y de gobierno, a falta de comodidades en los reducidos despachos y salas del Palacio Municipal.

En rigor, el término “primera dama” es una investidura que le queda grande, porque solo se alude con ese apelativo a la esposa de un presidente. Llamarla así a ella es una licencia periodística “de color”, si se quiere, aunque pueda sonar algo anacrónico o sexista. Igual, a ella no le molesta. De hecho, integra una asociación civil solidaria que se llama Damas de Escobar.

Lo cierto es que Russo va camino a erigirse en el nuevo rostro femenino de la política local. No solo por su cada vez más frecuente presencia en los actos oficiales y políticos que encabeza su marido. Ahora está a un paso de llegar al Congreso de la Nación -es 13º precandidata a diputada de Unidad Ciudadana-, algo que solo una mujer del partido de Escobar logró: Nélida Mansur, suegra del ex intendente Luis Patti.

Por eso esta entrevista, a modo de presentación en sociedad de una mujer que empieza a pisar fuerte en la política doméstica y que tiene mucho para decir.

-Los periodistas nos enteramos de tu candidatura unas horas antes del cierre de listas, ¿vos cuándo lo supiste?

-El mismo sábado 24…

-Cuesta creerlo…

-¡En serio! Ya se estaba hablando, pero hasta ese día no sabés. Puede cambiar todo. Con el grupo de intendentes de la primera sección se estaba hablando de que fuera candidata a senadora provincial, pero a diputada nacional me enteré el mismo día. Y Ariel también. Fue una sorpresa.

-Actualmente tenés mandato de concejal, porque fuiste electa en 2013 pero pediste licencia. ¿Esta postulación también es testimonial o ahora asumirías?

-No, no es testimonial. Si soy electa, voy a asumir. En aquel momento pedí licencia porque vivimos una situación familiar particular que después siguió su rumbo. En realidad la posibilidad de que yo ocupe una banca se dio en 2015, por un movimiento que hubo, porque en 2013 yo era quinta en la lista y entraron cuatro concejales. Pero cuando pasó, Ariel estaba recién electo y ahí dijimos que no, que los dos no.

-¿Te quedaste con las ganas o no te interesaba mucho?

-¡Me quedé con las ganas! ¿Cómo no me va a interesar? Me pegaron mucho por eso y esa situación no fue así.

-¿Te sentís preparada para ser diputada nacional?

-Tengo todo el empuje, todas las ganas y siento que es el momento. Lo tomo como un desafío, un honor y una responsabilidad. Estoy muy contenta.

-En el lanzamiento en Sportivo hablaste de “llevar a Cristina al Senado y acompañarla en todas las bancas para decirle basta al ajuste”. ¿Te comprometés a estar en Unidad Ciudadana todo tu mandato si sos electa?

-Sí, por supuesto…

-Te pregunto porque a veces se dan situaciones que no están contempladas o que en un momento se ven de una manera y quizás después de otra. De hecho, es una excusa corriente…

-Seguro, pero eso es especulación. Venimos de 12 años de una línea que acompañamos siempre y no creo que haya un desvío tal que me signifique tomar otra decisión. Es especulativo y uno nunca sabe, pero venimos en una línea que las situaciones no están dadas para pensar de esa manera.

-Es muy común el camaleonismo político, ¿vos cómo lo ves?

-Yo soy una persona con muy bajo perfil pero con convicciones firmes, no soy una veleta. No adhiero a esta situación en la política ni en la vida. Tenemos muchos años acompañando en este proyecto, no es una cuestión de paracaidismo.

-¿Cómo te definís políticamente? ¿Sos peronista, kirchnerista, independiente?

-Estoy entre peronista y progresista. No kirchnerista. Le admiro a Cristina la valentía y el coraje. Para muchas mujeres es una gran referente. Pero me gustaría que no sea tan confrontativa. Me parece que en este tramo lo está siendo mucho menos.

-Uno entiende que la confrontación es chocante, ¿pero cómo no serlo muchas veces estando en una pulseada ante poderes tan grandes, no?

-Yo pienso en eso: ¿cómo no responder de esa manera? Al vecino común le choca y está bien. La gente no quiere más agresión, ni de un lado ni del otro. El vecino común tiene que llevar a los hijos al colegio, llegar temprano al trabajo y no tiene tiempo de leer todo, comparar, ver qué pasa… No se puede vivir así. Eso es algo que hacemos los que estamos en esto. Desde esa mirada, la gente tiene razón. Pero sería bueno para el electorado que Cristina tenga una imagen menos confrontativa en ese punto. También entiendo su reacción porque es sanguínea, va para adelante. Yo quizás también contestaría unas cuantas cosas y me hubiera callado algunas otras. Hay momentos y momentos.

-¿Considerás que le costaron muy caros los modales al kirchnerismo?

-Sí, totalmente. Mi mamá me decía: “En vez de gritar, tenés que hablar cada vez más bajito para que te escuchen”. No siempre gana el que grita más fuerte.

-¿Pudiste hablar con Cristina en el lanzamiento en Mar del Plata?

-No, la saludé pero no pudimos hablar. Me hubiera encantado.

-¿Te emocionaste en el acto?

-Sí, había un clima súper emotivo, con historias reales. Nos corre sangre por las venas, estamos vivos y Cristina mueve y conmueve. Me impacta un montón el cariño que recibe de la gente.

-¿Qué opinás de Randazzo?

-Creo que está cumpliendo… No sé con quién.

-¿Y con Macri qué te pasa?

-No me gusta. No me gusta su política. Es el contraste de alguien que es cero confrontativo, está siempre sonriente. Lo mismo pasa con la gobernadora, que es súper simpatiquísima. Ella visitó el hospital Erill y yo voy dos veces por semana. Yo veo a la gente o a las embarazadas esperando en la escalera y cuando ves eso… no puede ser que no te pase nada. Yo tuve otra posibilidad, no tuve que esperar así con ninguna de mis dos hijas y eso me impacta muchísimo. Soy budista y para mí es todo causa y efecto: uno puede no saber, pero una vez que sabés no podés no hacer nada. Lo tenés al costado, te rodean, son tus vecinos.

-Del lado de Vidal te pueden responder que no tienen fondos, que agarraron una provincia quebrada, que el hospital ya estaba así antes y Scioli no lo solucionó…

-Seguro, pero siempre se puede hacer. Me parece que es justo que todos arranquen con un diagnóstico, pero depende de cada uno qué hace con la herencia que recibe. Te tocó esta situación, ¿qué vas a hacer de cara al futuro?

-¿Qué es lo que más te gusta de la gestión de tu marido?

-Me gusta que haya tenido el coraje de encarar tres nuevos centros de salud. Porque teniendo el hospital del Bicentenario a un 95% de avanzada la obra y que la Nación no lo ponga en marcha por no asumir el costo de mantenerlo, especulo yo, me parece que fue un acto casi de coraje.

-¿Y en qué ves que le falta? ¿O qué no te gusta?

-En el debe me pongo del lado de los vecinos: a mí no me gustan tantos carteles en la calle. Sé que algunos son decisiones y otros no, pero mi sentido estético no me deja ir a favor de eso. Ahí pongo una cruz.

-Pensando en 2019, ¿quisieras que este proyecto político tenga la oportunidad de continuar por otro período?

-A mí me enorgullece cómo se están dando los cambios. Las obras, hacia dónde se está avanzando en salud y educación, modernizar el Estado municipal… Me gustaría que continúe. No sé en nombre de quién. Me gustaría que se siga avanzando en ese sentido y no que a cada cambio de mando se borre con el codo y se arranque de cero. Me gustaría eso. ¿Encabezado por quién? No sé, el tiempo dirá.

Su rol social en Damas de Escobar

Lo que empezó informalmente en 2012 se convirtió este año en una asociación civil constituida cuya misión es netamente solidaria. «Comenzamos con mis amigas de siempre. Ahora el grupo creció, lo abrimos voluntariamente y lo conformamos con un estatuto», cuenta Laura Russo.

La entidad se llama Damas de Escobar. «Ya me criticaron un montón el nombre porque suena un poco acartonado. Mucho no lo pensamos, teníamos que elegirlo», confiesa, sonriente. Y destaca que en el grupo no hay uniformidad ideológica. «Separamos la preferencia política de cada una y nos re contra unimos para estas causas. Estamos haciendo un montón de cosas», cuenta con entusiasmo.

Además de colaborar regularmente con el hospital Erill y de atender casos de personas con necesidades urgentes, comenzarán a hacerlo con el recientemente inaugurado Hogar de la Niñez y, más adelante, con la Casa de Abrigo para la Mujer que está construyendo el Municipio.

SU MATRIMONIO Y EL ROL DE CADA UNO

“Nosotros trabajamos como un equipo”

-Hay un prejuicio o preconcepto sobre los barrios cerrados, que quitan perspectiva y sensibilidad social, ¿vos cómo lo ves desde tu experiencia?

-Yo creo que ahí necesitás más voluntad de salir. Hay gente que se encierra y elige el barrio privado para estar encerradito y se siente más segura. Si querés conocer, tenés que salir. No creo que quite sensibilidad, de hecho muchas de las mujeres con las que estoy trabajando en Damas de Escobar viven en barrios cerrados. A mí me gusta.

-¿Te molestan las críticas que reciben por no ser nacidos y criados en Escobar?

-Pero hace casi doce años que vivimos acá. No ubico a esa crítica tanto en la gente, la veo más en los medios, en la chicana política, en algo que se repitió mucho en plena campaña y ahora ya no se menciona. Uno se expone a una determinada cantidad de situaciones cuando decide tener una vida pública. Si eso es todo lo malo que tenemos, bárbaro.

-¿Hoy te sentís una escobarense más?

-Sí, nuestras hijas nacieron acá. Acá están todos nuestros amigos, los amigos de nuestros hijos, vivimos acá. Uno echa raíces donde tiene sus hijos.

-¿Cómo te llevás con los agravios y las críticas, particularmente en las redes sociales, por la mayor exposición pública?

-Una amiga me hizo esa pregunta y yo le respondí que me salió algo maternal o no sé qué, pero en campaña las críticas que le hacían a Ariel me dolían y yo no estoy sufriendo las que recibo. No sé si será por la inexperiencia de aquel momento de recibir críticas como familia y pareja. Quizás se me hizo un callo, pero no me duelen las críticas porque no las recibí nunca. Lo que escriben por Facebook me resbala. Además, no suelen ser críticas personales. Nunca nadie me dijo “vos tal cosa”. Son todas asociadas a la lista que integro.

-¿Cómo te tomás el título de «primera dama» escobarense?

-Yo creo que eso no existe. La mujer del Intendente no es considerada una primera dama, como la esposa del presidente o de un gobernador, y hasta ahí. No me molesta, pero no me lo tomo como un rol o un sitio que me gané por ser la esposa de alguien.

-No obstante, hace tiempo que venís participando en algunos asuntos del Municipio, detrás de bambalinas, ¿no?

-Sí, yo trabajé en toda la campaña. Nosotros trabajamos como un equipo desde que nos conocemos. Yo colaboré siempre con él desde que fue funcionario. Quizás ahora se me ve un poco más en el Palacio por la candidatura, pero participé en toda la parte de comunicación. Además, no es algo que me pueda callar. Lo veo, lo vivo, le critico todo y le propongo todo.

-¿Cuál es específicamente tu función en el Ejecutivo? ¿Tenés un cargo?

-No, nunca tuve un nombramiento ni nada. Lo acompaño en las situaciones donde quizás pueda hacerlo con la familia. Me encanta trabajar en eventos, en todo lo que tenga que ver con la comunicación, que es lo que siempre hice. Adoro hacerlo. Jamás tuve un rol formal al lado de Ariel. Ni en el Ministerio, ni en la UBA, ni ahora. Nosotros trabajamos como un equipo: él siempre lideró las situaciones como funcionario y yo lo acompaño como esposa y compañera.

FICHA PERSONAL

Nacida en 1981, su padre es argentino (Daniel) y su madre, japonesa (Kayoko). Cuenta que ella y su abuela todavía la llaman «Yoko»: iba a ser su segundo nombre -por Yoko Ono, la segunda esposa de John Lenonn-, pero en el Registro Civil no se lo admitieron. Tiene una hermana (Diana), tres años menor. Vivió toda su infancia y su juventud en el barrio porteño de Villa Urquiza, aunque cursó la secundaria en Belgrano. Después estudio Hotelería, Relaciones Públicas e Institucionales en la UADE y por la maternidad dejó sin rendir las cuatro materias que le faltaban para recibirse en Publicidad. Tuvo su primer trabajo formal a los 17 años: tomaba los pedidos telefónicos en un local de sushi del conocido chef Iwao Komiyama. Después incursionó en la comunicación, conoció a Ariel Sujarchuk -que ya era padre de Mateo (15)-, con quien empezó a trabajar en su consultora Choice y tiene dos hijas: Abigail (9) y Olivia (6).

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