La crítica a la razón escobarense siempre traerá tela para cortar, y para reflexionar frente al reflejo del pasado. Lo que nunca perderá fuerza es el amor al terruño, más allá del lugar desde donde se lo piense.

Por ARIEL J. SPADARO
aspadaro@dia32.com.ar

Podríamos estar sentados en cualquier esquina, bajo la única farola que guiaba el destino hasta el siguiente cruce. Y temprano, al día siguiente, luego de disfrutar unos mates bajo la parra, caminaríamos hacia la estación del ferrocarril, observando casonas en terrenos de amplios frentes; caballos, gallinas, vacas lecheras, sembradíos, carros y arados.

Aquellos años transcurrían a ritmo lento y con un estilo familiar particular: más fiestas, más solidaridad, más verde, más aire. Más pueblo. Todo podía suceder. Pero pasaron cincuenta años…

Mirando por la ventanilla del tiempo observamos que la tecnología nos pasó por arriba y siempre parece llevarse lo que más queríamos, aunque la corta vida como partido muestra que lo ganado y lo perdido se ponen en juego a la hora de dar cada paso al frente, y que lo que viene nunca es menos importante para los soñadores.

Misma idea, otras razones

La creación del distrito de Escobar tuvo varios intentos, los cuales fueron acompañados por distintas posturas y en diferentes contextos. Una de ellas era la que mencionaba al Intendente de Pilar y su entorno, para quienes no era trascendente desprenderse de la localidad de Garín, en su mayor parte, debido a que generaba un saldo negativo en las arcas municipales. Quizás este pudo ser otro punto a favor para la concreción de nuestro partido.

Pero no fue 1959 el puntapié inicial del Escobar que tenemos. Hubo tres intentos anteriores.

El primero fue en 1894 y la idea primaba en crear un municipio denominado French. Un segundo proyecto surgió en 1913, y hasta se creó una comisión que tramitó esta posibilidad, pero tampoco llegó a buen fin. 1922 fue el año en que el escobarense Juan Pedro Asborno asume como diputado provincial (por el distrito de Pilar) y con él surge un tercer intento que tenía la intención de incluir a Dique Luján y Zelaya en el nuevo distrito.

La ansiedad se extendía y era acompañada de petitorios posteriores que plasmaban un momento -productivo y poblacional- creciente, lo que hizo que la cuarta intentona de emancipación municipal fuera solo cuestión de tiempo y alcanzara, al fin, su cometido.

El año 1957 floreció con una comisión que para la época era representativa de las fuerzas vivas e incluía a la mayoría de los sectores e instituciones del futuro distrito. Así, el 8 de octubre de 1958 el diputado radical Edilfredo Santiago Ameghino presentó la iniciativa independentista en la Cámara Baja bonaerense.

En un contexto propicio, y bajo el número 6.068, se sancionó el 8 de octubre de 1959 la ley que creó el partido de Escobar, aún ante los reclamos de habitantes garinenses que pretendían que su territorio no fuera dividido entre los dos municipios.

“Don Garín” estaba en lo cierto

Dos años antes de la creación de nuestro partido. Osvaldo Enrique Cigliutti fundó el periódico El Hornero. En las editoriales, que firmaba como “Don Garín”, exponía sus razones para resistir a la división de esta localidad -originalmente pertenecía a Pilar- y vaya que tenía razón: en la actualidad, Garín ha sido la localidad que más creció en muchos aspectos (industrial, manufacturero, demográfico) e incluso es el gran bastión que todo político codicia en tiempo electoral. Hasta se hace ineludible que en el mediano plazo pase a convertirse en distrito.

Contradicciones flameantes

Escobar fue creado, a palabras de sus viejos habitantes, con el Ímpetu de ser un municipio diferente y “bien nuestro”. Pero la similitud con otras comunas, nombrando a las calles con apellidos de fuerzas del orden y de personajes políticos, en la mayoría de los casos, no lo hace diferente. También aparecen contradicciones para un distrito que tanto se esfuerza por elevar el federalismo pero sigue sosteniendo frases de Domingo Faustino Sarmiento en sus esfinges, el mismo que alentaba a no ahorrar balas en sangre de gauchos.

Como última cuestión relevante, una de las críticas más grandes al partido de Pilar era el abandono al que sometía a Maquinista Savio. Pero la realidad mostró que los representantes de nuestro distrito poco y nada se ocuparon de esta localidad, que también quedó dividida entre los dos partidos.

La parte del león

¿Tiempos difíciles?

Escobar también atravesó una época donde publicar en un periódico local tenía su costo, ya que los paladines de la verdad y la justicia, con su dedo mágico, bendecían o derrotaban a su placer. Así, nunca volvimos a saber de varios hijos naturales y adoptivos de Escobar que bregaron, a su modo, por un pueblo con igualdades económicas, sociales y donde el conocimiento no sería un “mal negocio”.

Pero la historia deja rastros imborrables que terminan siendo la peor pesadilla de los poderosos. Mientras tanto, todavía algunos cantan para que los que ya no están nunca se callen.

Pobreza y falta de recursos

Los noventa, que impresionaban al principio con nuevos aires y beneficios para el distrito, terminaron siendo una década pintoresca y para la foto.

El Municipio terminó con un alto endeudamiento, los servicios básicos no se extendieron, las localidades más pobres siguieron creciendo sin ser pensadas y la concentración de bienes quedó redunda en pocas manos.

No todas son rosas

Teníamos todo para mejorar; entonces, ¿qué paso? La Fiesta Nacional de la Flor fue perdiendo prestigio y redundando en sus exposiciones, lo cual quedó plasmado en la apatía demostrada cada año por el grueso de los escobarenses. Hoy, entrando en 2010, todavía se está intentando corregir el rumbo para volver a recuperar este baluarte que identificó al distrito durante tanto tiempo.

La cara de un municipio

La lista de intendentes es muy corta, pero es el sello de un lugar. Antonio Lambertuchi y Alberto Ferrari Marín, los dos más reconocidos entre los antiguos pueblerinos. Alejandro del Carmen Burgueño y Eusebio Emilio García, quienes tuvieron que ceder el sillón municipal envueltos en un manto de presuntas irregularidades. José Manuel Casanova y Humberto Juan Príncipe, puestos a dedo por la última dictadura militar. Oscar Roque Larghi y Fernando Argentino Valle fueron la alternancia radical/ justicialista en el regreso a la democracia. Luis Abelardo Patti, que en su primera gestión cambió la fachada del distrito con la ayuda de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), no se pudo despegar de su pasado cómplice con los años de plomo y hoy se encuentra en prisión. Silvio Víctor González, que gobernó con austeridad. Y Sandro Guzmán, quien llegó a la Intendencia apenas con un tercio de los votos de la población.

En estos cincuenta años, también tuvimos representantes en la Legislatura provincial: Hugo Hernando Arias (1965/66), Venancio Mauro Giordano (1983/87), Gustavo Ernesto Bottini (1983/87), Roberto Raúl Costa (1999/2003) -anteriormente senador provincial (1991/97)-, Silvio González (1999/2003) y Osvaldo Jorge Fernández (2003/07). Y tres en la Cámara Baja de la Nación: Miguel Antonio Jobe (1999/2003), Nélida Mansur (2003/07) y Jorge Landau (2003/07 y 2007/11).

Ni mejores ni peores

Tal vez la historia de nuestro muni­cipio y su presente no sean tan diferentes a la creación y vida de los distritos aledaños, pero reconocer parte de esta realidad no nos hace mejores ni peores que otros. Sirve, sí, para mirarnos al espejo y rememorar también los hechos de grandeza que nos identifican, arriesgarnos un poco más y reconocernos, como decía el poeta Fernández Retamar, “entre aquellos que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente; los llenos de zapatos, los satisfechos, los lindos, los ’cómo no, por aquí’, los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura, los delicados, los sensatos, los finos. Pero también demos paso a los que hacen los mundos y los sueños, las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan y nos construyen. A todos, demos sitio en este lecho”. Pero nosotros, además, tenemos lo nuestro y seguramente un viejo conocedor de estos pagos diría: “Otros municipios acogen a sus habitantes y responden abasteciéndolos de posibilidades y alternativas. Sin embargo, Escobar deja la sensación de parecerse a esos hijos ermitaños, que se los debe aceptar como son”. Es como que si decís “carnaval”, acá guardan el pomo.

En medio siglo de vida y hasta la actualidad, Escobar ha querido, en su buena fe, convertirse en un distrito diferente, con identidad propia, y sobran ejemplos. Sin embargo, nos guste o no, la historia muestra que también ha levantado y enterrado a figuras impresentables y oportunistas. Será ahora, en sus cincuenta años de adultez, la etapa que quizás lo consolide como un partido que se piense seriamente hacia un futuro próspero, sin apatías ni conservadurismos. Seguramente, hacia allá vamos.

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