El ex intendente de Escobar fue sentenciado a reclusión perpetua, esta vez por el asesinato de dos montoneros en 1983. Sus días en el penal de Ezeiza y su estado de salud.

Por DAMIAN FERNANDEZ
dfernandez@dia32.com.ar

En silla de ruedas, con cuello ortopédico y un dolor cervical que lo tiene a maltraer. Así pasa sus días en prisión a los 63 años Luis Abelardo Patti, nuevamente condenado a reclusión perpetua; ahora, por el asesinato de los militantes montoneros Eduardo Pereyra Rossi y Osvaldo Cambiasso, ocurrido en 1983, durante el último suspiro de la dictadura.

Desde abril tiene un nuevo vecino en el penal federal de Ezeiza: Lázaro Báez. Pero no se cruzan. El ex contratista kirchernista está en un pabellón común, mientras que él tiene su celda en el sector donde funciona el hospital carcelario.

Problemas lumbares con una operación que no salió bien, la visión del ojo izquierdo reducido y las secuelas del accidente cerebro vascular (ACV) que tuvo en 2010 son algunas de las dificultades con las que debe lidiar Patti en el desolador ambiente penitenciario, donde ver el sol es casi una bendición y los días parecen tener más de 24 horas.

Pese a todo, otros la pasan aún mucho peor que él. Ya acostumbrado a vivir entre barrotes, distracciones no le faltan: es el preso más visitado del penal. Ve seguido a su esposa, la escribana Elizabeth Ferraro Mansur, y a su pequeña hija Macarena, y algo menos a los varones: Luis, Maximiliano e Ignacio. Sin embargo, quizás con quienes más horas comparte es con sus abogados.

“Los dolores lo tienen mal. Pero de la cabeza está bien, mantiene el ánimo en alto. Y está enterado de todo lo que pasa en Escobar”, asegura a DIA 32 uno de los amigos que hizo en la política y que no deja pasar dos meses sin ir a visitarlo. “Por su estado, realmente necesita una internación en un sanatorio donde puedan darle la atención que requiere su tratamiento”, sostiene. Sus letrados elevaron el reclamo a la ONU y desde entonces consiguieron que le permitan algunos traslados esporádicos a una clínica porteña.

Mientras tanto, la estrategia es insistir y esperar. “Las expectativas de que el gobierno, de alguna manera, intervenga, están. Es algo que se había hablado. Pero en este contexto en el que está el país, con temas muy calientes, entendemos que no sea prioridad”, confió a esta revista otro allegado al ex policía. La esperanza, como siempre, es lo último que se pierde.

El caso Cambiasso-Pereyra Rossi

El Tribunal Oral Federal 3 rosarino anunció el miércoles 4 su sentencia de prisión perpetua para Patti, los ex militares Pascual Oscar Guerrieri y Luis Américo Muñoz -ex jefe y subjefe del Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario- y el policía retirado Juan Amadeo Spataro.

Los jueces Omar Digerónimo, Jorge Venegas Echagüe y Beatriz Caballero de Barabani consideraron probado que fueron coautores del secuestro, la tortura y el fusilamiento de los militantes peronistas Cambiasso y Pereyra Rossi, de la agrupación Intransigencia y Movilización, financiada por Montoneros y liderada por Vicente Saadi.

De acuerdo a la acusación, un grupo de tareas del Destacamento de Inteligencia 121 del Ejército, en Rosario, efectuó el 14 de agosto de 1983 el secuestro de los dos militantes en el bar Magnum y los llevó a un galpón, donde fueron torturados. Posteriormente los trasladaron a la provincia de Buenos Aires y los entregaron al personal del Comando Radioeléctrico de Tigre, a cargo del subcomisario Patti y el suboficial Spataro, quienes los ultimaron a balazos en un falso enfrentamiento en la localidad zarateña de Lima.

Otro suboficial, Rodolfo Diéguez, también estaba acusado como supuesto autor material del crimen y falleció durante el proceso. Si bien la Junta Militar informó que las víctimas habían fallecido en el marco de un enfrentamiento, para los jueces se comprobó que fueron torturadas y ultimadas al cabo de un operativo conjunto del Destacamento de Inteligencia 121 y la Policía.

En cambio, el tribunal absolvió a otros cuatro enjuiciados, entre ellos al último presidente de facto, Reynaldo Benito Antonio Bignone. Y fijó para el 1° de julio, a las 20, la audiencia de lectura de los fundamentos de la sentencia.

El camino del “Chueco”

Asegura el periodista Horacio Verbitsky que “sus vecinos del pequeño pueblo bonaerense de Baigorrita lo recordaban como a un adolescente que torturaba y mataba gatos por placer”. Sin embargo, ninguno de ellos, salvo algún psicólogo, se hubiese imaginado que ese flaco de cabellos rubios y penetrantes ojos azules se podría convertir años después en uno de los máximos exponentes del genocidio perpetrado durante la última dictadura militar argentina.

Tal cual el indio ranquel que dio nombre a su lugar de origen, el “Chueco”, como muchos le decían por su físico, también supo ser un verdadero cacique entre los suyos. Primero como oficial en la Policía Bonaerense -ingresó con 16 años-, porque aunque nunca llegó a ser distinguido con el rango de comisario y hasta fue sumariado en reiteradas ocasiones por irregularidades en su accionar, logró forjar una trayectoria ascendente y su apellido siempre inspiró respeto dentro de la fuerza. Además, su personalidad cuajo a la perfección con el -¿viejo?- estereotipo del “buen” policía.

Justamente, esta última característica sirve para explicar el germen del segundo y mayor cacicazgo de su vida. Es que su trabajo como agente en las seccionales de Belén de Escobar y Maschwitz, en la década del ‘70 y el ‘80, respectivamente, había generado un odio y un amor inusitado hacia su figura. No obstante, la empatía y confianza depositadas en su persona fueron los sentimientos que más prevalecieron en una comunidad que, cansada de ser defraudada por los históricos dirigentes locales, lo terminó catapultando al mundo de la política y, casi sin darse cuenta, estuvo rendida a sus pies durante más de una década.

Tras entregar la chapa y el uniforme en 1992, Patti decidió surcar otras aguas. Con el apoyo del entonces presidente Carlos Saúl Menem, que en 1991 le había encomendado investigar el resonante asesinato de María Soledad Morales, en Catamarca, con quien entabló una gran amistad, en 1993 tuvo su bautismo de fuego como interventor del convulsionado Mercado Central de Buenos Aires.

Rápidamente se ganó el mote de “buen administrador” y esta cualidad, sumada a las de hombre “derecho” y “transparente” que ya se había ganado en el grueso de la población, le dio la oportunidad de volver a aterrizar en el partido para postularse a la Intendencia, en 1995. Con un respaldo electoral superior al 70%, “El Loco” Patti finalmente logró sentarse en el sillón de Lambertuchi.

Desde entonces, el ex policía se transformó en un omnipotente líder político y se dio el gusto de concebir un curriculum envidiable: en 1999 fue reelecto intendente, creó el Partido Unidad Bonaerense (PUB) -luego renombrado Partido Unidad Federalista (PAUFE)- para candidatearse a la Gobernación y completó el podio con el 7,7% de los sufragios; en 2003 volvió por La Plata y su espacio se posicionó como segunda fuerza provincial, alcanzando el 12% de los votos; y en 2005 se postuló a diputado nacional, apoyando la candidatura a senadora de Hilda “Chiche” Duhalde, obtuvo el 5,92% (más de 400.000 votos) y se ganó una banca en el Congreso de la Nación.

Fin del sueño

La hegemonía que Patti supo construir y cuidar a lo largo de diez años, incluso con la creación de un multimedios en Escobar, comenzaría a desplomarse lentamente como un castillo de arena.

El primer golpe se lo dieron en el Parlamento. A pesar de haber recibido de la Justicia Electoral el diploma que acreditaba su condición de diputado electo, sus pares le negaron el ingreso al recinto por “falta de idoneidad moral” y jamás le permitieron asumir su banca.

Ya sin fuero alguno, fue procesado y el 22 de noviembre de 2007 fue encarcelado en el penal de Marcos Paz acusado de cometer un conjunto de delitos de lesa humanidad durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.

Sin embargo, todo parecía cambiar cuando el 8 de abril de 2008 la Corte Suprema de Justicia lo habilitó a jurar y cumplir su mandato. Y más aún cuando, producto de ese fallo dividido, el 17 de ese mes recuperó la libertad tras permanecer 145 días preso. Pero la alegría le duró tan solo una semana. Por pedido expreso del juez que entendía en la causa -Alberto Suárez Araujo-, en la madrugada del 24 la Cámara Baja aprobó por mayoría un nuevo desafuero y esa misma noche volvió a ser detenido y puesto tras las rejas.

Igualmente, Patti recién besó la lona por primera vez el 14 de abril de 2011: tras siete largos meses de juicio, el Tribunal Oral Federal Nº 1 de San Martín lo condenó a prisión perpetua en cárcel común por el homicidio del militante peronista José Gonçalvez (1976) y el secuestro del ex diputado nacional Diego Muniz Barreto, a la postre asesinado (1977).

Para peor, en febrero de 2010 sufrió un ACV isquémico, motivo por el cual fue internado en el instituto Fleni, en Loma Verde, y debió seguir casi todo el juicio desde una ambulancia. Más tarde, el penal de Ezeiza sería su hogar permanente.

Finalmente, cuando sus fieles seguidores le auguraban un futuro mejor, basándose en el ingreso del “justo” macrismo por el “vengativo” kirchnerismo en la Casa Rosada, el otrora caudillo político de Escobar recibió el golpe de nocaut: la sentencia a reclusión perpetua por los asesinatos de Cambiasso y Pereyra Rossi.

Dicen que del amor al odio hay un solo paso. Y del apogeo a la decadencia también. La caída de Luis Abelardo Patti es el ejemplo más fiel.

ENTREVISTA AL ABOGADO MARIANO MOLINA

Cadena perpetua, arresto domiciliario y libertad condicional

¿Qué significa una condena a «prisión perpetua» en Argentina?

La “prisión perpetua” en nuestro país no significa que una persona que es condenada en esas condiciones queda “de por vida”, esto es, hasta su muerte, en prisión. Puede lograr su libertad condicional siempre que se den las prescripciones el artículo 13 del Código Penal.

En el caso de Patti, que tiene dos condenas a perpetua, ¿las penas se acumulan?

En el caso de Patti, el Tribunal Oral Federal N° 2 de Rosario, al condenarlo a prisión perpetua por la causa Pereyra Rossi y Cambiasso ordenó, específicamente en el considerando XV de la sentencia, unificar las penas en una “pena única y total de prisión perpetua e inhabilitación absoluta perpetua”. Eso significa que esta condena se “ajusta” a la anterior, por lo tanto, no se le suman más años, sino que se unifica la pena del nuevo delito con el resto del anterior que todavía no cumplió en prisión.

¿Cuántos años tendría que cumplir en prisión como mínimo?

Conforme al artículo 13 del Código Penal, Patti debería cumplir, al menos, 35 años de condena para gozar del beneficio de la libertad condicional, según la última reforma. Sin embargo, como los delitos fueron cometidos con anterioridad a la reforma del Código Penal de 2004, entiendo que podría pedir libertad condicional a los 20 años. Ahora bien, conforme al artículo 10 del mismo Código también podría pedir prisión domiciliaria si ha cumplido los 70 años de edad -tiene 63-, pero no es obligatorio, en este caso, que el tribunal se la otorgue.

Al recuperar la libertad, ¿podría volver a postularse para un cargo público?

No. El propio tribunal, al condenar a Patti a la pena de prisión perpetua, también le agrego la accesoria de “inhabilitación absoluta perpetua”. Con lo cual, en los términos del artículo 19 del Código Penal no puede presentarse como candidato a un cargo público, aun habiendo agotado la pena impuesta.

Eduardo Gianfrancesco

“Creo completamente en la inocencia de Patti”

La familia de Patti prefiere no hablar, guardar silencio y esperar, sin mostrarse en los medios. DIA 32 intentó comunicarse con algunos de sus integrantes, pero la respuesta no fue positiva. El que sí quiso hablar es su ahijado, Eduardo Gianfrancesco, quien aún lo sigue defendiendo a capa y espada pero hace años que no va a verlo a la cárcel. “La última vez que lo vi fue antes de que lo lleven a Ezeiza (2011). Después ya no lo visité por precaución, porque me dijeron que como uno estaba haciendo política podría llegar a perjudicarlo”, explica.

Sobre la salud del otrora intendente, comenta: “La gente que va me dice que le cuesta la movilidad, que no tiene los cuidados que se merece y que está tratando de hacer la rehabilitación -del ACV sufrido en 2010- que tiene que hacer, en un lugar que no es el indicado. Para uno que lo quiere, es una injusticia que le nieguen ir a tratarse a un sanatorio especializado, como puede ser el Fleni”.

Mucha gente cree que la defensa de Patti exagera sobre su cuadro para que pueda salir de la cárcel. ¿Qué opinás al respecto?

No, es mentira, él tuvo un ACV isquémico. Hay estudios médicos, es un paciente que está en recuperación y necesita tratamiento. Ahí te das cuenta que los Derechos Humanos hoy no están para la figura de Patti. En estas causas de delitos de lesa humanidad se ha tomado un revanchismo. De esta forma, con resentimiento, odio y violencia no se va a poder cicatrizar nunca la oscura década de los setenta.

¿Qué análisis hacés de la reciente condena por el caso Cambiasso-Pereyra Rossi?

En primer lugar, yo creo completamente en la inocencia de Patti. Siempre dijo que no participó en ese hecho y yo creo en su palabra. Para mí es trillar siempre en lo mismo: se lo ha utilizado como un trofeo de guerra.

Ahora que fue condenado bajo la presidencia de Macri, ¿cómo funciona el argumento de que es un “preso político” por “venganza” o “revanchismo” del kirchnerismo?

Mi opinión es que este gobierno aún está muy fresco y está muy enfocado en cosas que requieren una solución rápida, como la economía. Quiero creer que, más adelante, va a tomar posición sobre esta cuestión y ahí puede llegar a haber alguna resolución favorable para Patti. Y también para todas las víctimas de las guerrillas de los setenta.

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