El presidente de la Cámara de Comercio no oculta su desencanto con el presente de la localidad. Cuestiona la ambición inmobiliaria, dice estar cansado de “la falta de compromiso” y pide un cambio en el Municipio.

Por DAMIAN FERNANDEZ
dfernandez@dia32.com.ar

Roberto Bollo (75) se hizo de abajo y como empresario tocó el cielo con las manos hasta que la política económica de la última dictadura lo bajó de un hondazo, como a tantos miles, y decidió irse a probar suerte a la Tierra de las Oportunidades. Tras cumplir el “sueño americano”, en 1988 retornó con su familia a la Argentina, pero ya no a su Martínez natal sino a la pujante ciudad de Garín, de la cual se enamoró hasta el punto de convertirse en una de sus personalidades más reconocidas.

Hace 26 años está al frente de Electro-Belgrano y ha desempeñado un activo rol social: fue presidente del Rotary Club de Garín y de la biblioteca popular “Juan Bautista Alberdi”, además de directivo de la Asociación de Fomento Unión Garín (AFUG).

Por su trayectoria en la comunidad y un pedido expreso del Intendente, en 2012 asumió la conducción de la Cámara de Comercio local. Pero este año, en parte cansado de la “falta de compromiso” y también por prescripción médica, tomó una licencia. “Organizaba todo, pero después nadie sabía trabajar. Éramos siete, ocho, y a las reuniones que hacíamos una vez a la semana venían tres, dos o uno solo”, confiesa a DIA 32 en una entrevista que pinta de cuerpo entero la coyuntura social garinense.

¿Cómo anda el comercio de Garín?

Está muy castigado, porque hay una política muy egoísta con respecto a los alquileres. Los valores están totalmente desproporcionados y eso afecta porque los márgenes no son muchos, los gastos son grandes y por eso mucha gente queda en el camino. Además, siempre hay alguien al que si no le pagás lo que a él se le ocurre, te dice: “mañana te vas”. Hoy pagás uno y mañana te dicen que tenés que pagar diez. Y si no podés, te echan.

Además, los comerciantes deben juntarse para hacer cosas y embellecer el lugar: arreglar las vidrieras, poner carteles informativos, pedir que mejoren las calles y no dejen los cables colgando, ofrecerle servicios a la gente. O sea, en ellos mismos no hay mucha intención de cambiar la situación. Entonces, desgraciadamente el crecimiento no va a venir si no se ocupan de ayudar a que la Cámara sea fuerte y que de esa manera todos puedan hacer cosas. Yo propuse e hice de todo, pero ya me cansé.

La Belgrano, con doble sentido de circulación y estacionamiento, sigue siendo un gran problema…

Es un problema de hace veinte años y los políticos no quisieron solucionarlo por miedo de ponerse a la gente en contra, porque no todos los comerciantes piensan igual. La idea es que sea una sola mano, de entrada, y que se estacione del otro lado. Los colectivos pueden pasar por Churich o Las Heras. La Belgrano tiene que tener libertad y hasta podría convertirse en peatonal los fines de semana. Pero nunca se quiso hacer.

En la esquina de Presidente Perón y Bourdet la gente tiene que cruzar corriendo y mirando para todos lados. Y eso lo solucionás haciendo una rotonda. También tienen que arreglar el reloj del boulevard, que es una vergüenza. Hay mucho por hacer y cosas que no insumen grandes gastos.

¿Qué impacto tuvo la llegada del Coto para el comercio garinense?

Como quiera que sea fue un adelanto en la entrada de Garín, mejoró el aspecto. Pero después no lo acompañaron los demás comercios. Ellos se quejan, pero tampoco hicieron nada para mejorar su local. Las ventas habían bajado bastante y ahora están repuntando un poquitito.

¿Cómo ve el avance de los mercados chinos en la localidad?

Yo veo que la gente se acomodó. Hay gente que va a los chinos porque compra bien y hay otra que no va porque dice que son sucios y la mercadería no tiene demasiado frío. Pero ya no es como en otro momento, que había como una guerra entre los chinos y los nativos. Ahora, más o menos, como que se acomodaron. A mí los chinos no me molestan para nada, son gente muy amable y trabajan bien. Después, uno como consumidor tiene que ser vivo para buscar precios y saber dónde ir a comprar.

En líneas generales, ¿qué opina de cómo está hoy Garín?

Tiene que venir un cambio, no importa quién, pero de gente que realmente quiera a Garín y avance con su gente. Estos dos últimos años Garín está abandonado, es tierra de nadie. Por eso la gente está muy enojada con Sandro, que descuidó lo que siempre fue su bastión y nosotros lo acompañamos.

¿Se considera una persona apolítica?

No, pero nunca la utilicé para provecho propio. En su momento fui obligado a ser candidato a concejal por el Frente Grande y después me propusieron ser intendente. Eso no lo acepté, porque les dije que no estaba capacitado. Pero nunca tuve intención de hacer nada por política o por beneficio personal. Todo lo que hice y hago es porque lo siento y quiero colaborar con mi tierra. Por eso mi conciencia está tranquila.

¿Qué tres cosas le pediría al próximo intendente?

Primero, que quiera a Garín y que sienta como propia cada localidad de Escobar. Segundo, que cumpla lo que promete: la gente está cansada de que no hagan las cosas que escuchan decir que van a hacer. Y tercero, que trabaje en equipo. Yo me ofrezco ad honorem a cualquier político que me pregunte cómo podemos mejorar Garín. Hay mucho para hacer. Hay que buscar ganas para hacerlo.

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