Las cooperativas apícolas emplazadas en el corredor que va desde Escobar hasta Zárate conforman un ambicioso proyecto que pretende unir la producción con el turismo. Progresos y limitaciones de una actividad con enorme potencial.

Por DAMIAN FERNANDEZ
dfernandez@dia32.com.ar

Aunque poco se habla del tema, Escobar es uno de los distritos más ricos en recursos naturales de todo el Conurbano norte. A la innumerable cantidad de industrias que se radicaron de un tiempo a esta parte en su territorio, hay que sumarle lo que su vasta geografía trajo de nacimiento: ríos, animales, humedales, arroyos y campos para producir desde flores y tomates hasta miel.

La apicultura es una de las tantas actividades terminadas en “ura” que se practican en la zona y ya lleva varios años de sostenido crecimiento. Al punto que los productores apícolas de las cooperativas que se ubican en el corredor que va desde Escobar hasta Zárate conforman desde 2010 la denominada “Ruta de la Miel”, cuya materia prima se destaca por el sabor particular de la flora del Delta.

“Esto nació con la intención de poder agregar valor a la producción. Se trata de que el apicultor pueda estar dentro de un entramado productivo y que el turista pueda recorrer no solamente la belleza de los lugares sino también meterse en las producciones locales de cada región. La idea es juntar turismo y producción”, explica Ángel Dovico, secretario de la Federación de Cooperativas Apícolas (FECOAPI) y presidente de la cooperativa local Amuyen, una de las mentoras del proyecto.

En ese contexto, el pasado 8 de octubre, Día del Partido de Escobar, autoridades del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), de la FECOAPI y de la Red de Organizaciones de la Economía Social, entre otras entidades, inauguraron en la plaza de la estación de la ciudad cabecera el Centro Interpretativo de la Ruta de la Miel del Delta (CIT), con el objeto de fomentar el desarrollo del sector.

“La concreción de este espacio apunta fundamentalmente a integrar la realidad productiva de nuestras islas del Delta, y también de los productores apícolas que interactúan entre las islas y el continente, con los consumidores del Área Metropolitana de Buenos Aires”, expresó el director del Centro Regional Buenos Aires Norte del INTA, Daniel Somma.

El CIT es una oficina “donde los productores los van a introducir y a llevar por su espacio de generación de trabajo y valor en la zona”, señaló, a la vez que valoró “el esfuerzo de todos los cooperativistas de Amuyen (Escobar)” y el acompañamiento del INTA para la concreción de esta iniciativa. Su mantenimiento está a cargo de estudiantes de la Tecnicatura en Turismo Social de la Universidad Nacional de Quilmes, quienes realizarán prácticas profesionales en el lugar.

A media máquina

La “Ruta de la Miel del Delta” ya está en marcha, aunque para funcionar como un verdadero circuito turístico todavía le faltan muchos kilómetros de recorrido. “Tigre, Campana y Zárate miran al río, pero Escobar no porque aún no lo tiene incorporado. Y necesitamos del apoyo de Infraestructura. Lo primero que tenemos que hacer es que la ruta 25 sea transitable, porque si uno quiere ir deja medio tren delantero en el viaje”, apunta Dovico en declaraciones a DIA 32.

Una de las premisas del proyecto es que el turista pueda convertirse en apicultor por un día. “Que el que quiera saber cómo es esto tenga la posibilidad de ponerse el traje y velar las colmenas”, cuenta tan entusiasmado como cauto el titular de Amuyen, dado que para él no es una actividad fácil de brindar porque, entre otras cosas, Escobar no está preparado para hospedar un caudal importante de visitantes.

“Hay muy pocos hoteles o alojamientos. Por eso, la idea es que ese productor de a poquito pueda tener un lugar para hospedar al turista si se quiere quedar un día”, explica, y pone como ejemplo otras producciones. “En Tornquist hay un campo que te ofrece quedarte y ver cómo son las labores de cosecha de maíz y girasol. Conocés cómo es el proceso productivo y, a su vez, te dan caballos, cabaña con pileta, el asado, todo un combo que al ‘urbanícola’ que vive en la ciudad le parece interesante”, grafica.

Pese a las dificultades mencionadas, la Ruta de la Miel, aunque sea a media máquina, ya comenzó a dar sus primeros pasos en el distrito. En algunos comercios escobarenses pueden encontrarse productos con la marca Amuyen, la cervecería artesanal BarbaRoja creó una bebida con cierto contenido de miel (la exquisita Honey) y muchos artesanos se sumaron al emprendimiento realizando objetos estrechamente vinculados a la apicultura.

“La idea es que la gente empiece a ver la miel no solamente como medicamento para los días de invierno sino también como un alimento natural a lo largo del año. Como las barritas de cereal con miel, que son el gran auge”, sostiene Dovico, a la vez que informa que “parte de la miel que nosotros no envasamos se va a ese sector”.

La mejor de las mieles

La producción mundial promedio de miel es de aproximadamente 1.200.000 toneladas al año. Cerca de la mitad ingresa en los circuitos internacionales de comercio, siendo la Unión Europea y Estados Unidos los principales importadores. En ese marco, Argentina es, junto a China, España, México, Canadá, Hungría y Australia, uno de los principales países productores y exportadores.

“Entre el 90 y 95% de la miel argentina se está exportando. Nosotros tenemos una calidad de miel muy buena. Hace un mes viajamos representando a la provincia a una feria internacional en Moscú (Rusia) para intentar hacer negocios con la FECOAPI”, cuenta Dovico, aunque adelanta que “los resultados de ese viaje los vamos a ver en uno o dos años”.

En esa línea, asevera que para obtener “mayores ingresos” deben cambiar la estrategia: “tenemos que poner en Europa el producto terminado, no la materia prima, y para eso necesitamos tener un galpón y generar una estructura que nos permita venderla y competir con la logística de ellos, lo cual es muy difícil”, argumenta.

En la actualidad, el 52% del total producido en el país corresponde a la provincia de Buenos Aires. En tanto que la denominada “Ruta de la Miel del Delta” (más de 200 apicultores) genera alrededor de cinco mil tambores anuales (1.500.000 kilos) y aporta algo así como “el 10% del total provincial”. Esto, sin contar la producción de jalea real, polen y propóleo, entre otras sustancias derivadas de la colmena.

¿Y dónde están? En Escobar se pueden encontrar apiarios (conjunto de colmenas que pertenecen a un apicultor) de distintas magnitudes en el Paraná de las Palmas y en Loma Verde. Además, la cooperativa Amuyen está construyendo uno sobre una lonja de tierra fiscal en proximidades al río Luján, lo cual aumentará la capacidad productiva de la zona.

En fin, los apicultores locales salieron al ruedo con una mercancía que gracias a la flor de Catai es ampliamente reconocida, y seguramente esa miel en poco tiempo más se esté probando en algún remoto lugar del planeta. Mientras que para cumplir la veta turística de este ambicioso proyecto, se necesitará que de una vez por todas el Municipio cambie de chip y colabore con las entidades que quieren ver florecer a Escobar.

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