El escobarense Sergio Albino cuenta detalles sobre el origen y la publicación de su reciente libro de cuentos y poemas de fútbol. “La pelota siempre estuvo cerca de mi formación personal”, afirma.

Por ALEJO PORJOLOVSKY
aporjolovsky@dia32.com.ar

A días de que comience un nuevo Mundial y con él se encienda la ilusión de gran parte de los 40 millones de habitantes de nuestro país, leer puede ser un interesante antídoto para combatir la ansiedad. Los textos de Cancha embarrada, el libro escrito por el escobarense Sergio Albino (53), son una opción más que recomendable para este ejercicio.

Toda una vida ligada al deporte pasión de multitudes está plasmada en esta publicación, compuesta de once cuentos y cinco poemas -un paralelismo de los titulares y el banco de suplentes de otrora- que salieron a la cancha a fines de 2017 por medio de la editorial lomaverdense Maxbrod.

“Este libro no tiene un estilo determinado: hay un poema a Maradona en forma de caligrama, un ensayo lingüístico científico sobre la penetración del anglicismo en el castellano a través del fútbol, otro cuento que se llama Tiempos Viejos y es una burla al programa de televisión Tiempo Nuevo y uno que narra un reportaje de un periodista de El Gráfico a un pseudo Sanfilippo que dice que hizo más goles que Pelé”, cuenta a DIA 32 el autor, reconocido lector de Miguel Hernández, Oliverio Girondo y Antonio Machado, entre otros.

Hincha y socio de Vélez desde la infancia, Albino también se jacta de incluir en el libro dos poemas dedicados a ídolos del club de Liniers: Carlos Bianchi y José Luis Chilavert.

Como muchas cosas en la vida, cuenta que el libro surgió casi de casualidad. “Yo soy músico, en realidad escribía canciones y estaba más relacionado con la poesía. En 2010 era el año del centenario del club y dieron un curso de cine en el que todos teníamos que escribir un guión y el más realizable se iba a hacer. Para hacerlo, primero tuve que escribir un cuento para desarrollarlo y encima fue elegido”, señala.

Con aquella experiencia tan gratificante, algunos recuerdos de textos escritos en su paso por el secundario en el Instituto General Belgrano y el consejo de algún que otro amigo, Albino se envalentonó. Así, sin hacer un taller literario ni ningún otro curso, comenzó a desandar las historias futboleras que ocuparon su mente.

“Empecé a escribir sin método y con un humor irónico para mi mamá, que siempre leyó a Fontanarrosa y Soriano. En un determinado momento tenía un montón de cuentos escritos y los poemas y pensé que era posible publicar algo, pero ella falleció y entonces todo quedó ahí. Me hubiera encantado que ella viera esto en vida”, afirma con un dejo de tristeza.

Antes de empezar a buscar editoriales en Capital, se enteró del surgimiento de Maxbrod. Junto a su dueño, Cristián Trouvé, pusieron en marcha el sueño del libro, al que corrigió cinco veces previo enviarlo a imprenta. Infaltablemente, el fútbol forma parte de cada uno de los textos.

“La pelota siempre estuvo cerca de mi formación personal. A mí me gusta trabajar en equipo, por eso me gustó por sobre todos los deportes individuales”, reconoce quien fuera docente de Administración y Floricultura en el partido de Escobar durante casi tres décadas.

“Gracias a algunos intelectuales que se creían que estaban por encima de la sociedad, el fútbol fue mirado de costado. Pero, como dice un amigo escritor, es un soporte para contar historias. ¿Si los griegos contaban las hazañas de Ulises, por qué nosotros no vamos a poder contar las de Maradona?”, se pregunta Albino, sin perder la esperanza de que Messi levante la Copa en Rusia y lo impulse también a escribir sobre sus proezas.

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