Cecilia Adorno y Viviana Velázquez son las primeras conductoras escobarenses de vehículos de carga. Con licencia profesional y trabajo, hacen historia y marcan tendencia en el mundo de los pesados.

Sonrisas cómplices, asombro e incredulidad son las reacciones más comunes de las personas en la calle cuando miran hacia arriba y ven a través de la ventanilla de un camión a una mujer. Algo similar ocurre con las colectiveras, que suelen ser noticia cuando alguna línea las incorpora a su staff. Sin embargo, en tiempos donde el feminismo avanza a paso firme, ellas, las choferes, están ganando terreno sobre puestos laborales históricamente masculinos. Aunque falta muchísimo para lograr la paridad, el cambio ya está en marcha.

El dato es contundente: solo el 0.7 % de las licencias de conducir para transporte de carga expedidas en el país pertenecen a mujeres. Como propuesta para empezar a reducir la brecha de género en el sector, la empresa Scania lanzó a mediados de 2019 el programa de formación profesional “Conductoras”. La repercusión fue impresionante: hubo 800 postulantes. Y de las doce seleccionadas para realizar el curso, dos son escobarenses.

Cecilia Adorno (34) y Viviana Velázquez (45) rápidamente entablaron una íntima amistad durante la capacitación, en la que transitaron con éxito las diversas instancias virtuales y presenciales de una propuesta exigente. Ambas madres de dos hijos, compartieron también el desafío de articular su formación con cuestiones diarias de la maternidad.

Otro aspecto en común es que estaban familiarizas con este mundo predominantemente masculino por la misma razón; en el caso de Cecilia, por su padre, y en el de Viviana por su hermano. Camioneros de oficio, supieron contagiarles el entusiasmo por una vida atravesando rutas.

El programa de Scania incluyó un curso en la Fundación Profesional para el Transporte (FPT)- su sede está a la altura del kilómetro 57 de la autopista, en Loma Verde-, hospedaje, traslado y comidas. Aparte de que las 12 mujeres becadas pudieran operar eficientemente un vehículo de transporte de cargas, el objetivo era que consigan trabajo al finalizar la capacitación. El éxito fue tan rotundo que en el mismo acto de graduación todas recibieron interesantes propuestas laborales.

Por esta razón, y ante la sorprendente demanda, este año se lanzará una segunda edición de “Conductoras” para lograr continuidad y seguir enriqueciendo este círculo virtuoso, que empuja a generar cambios desde distintas perspectivas: además de la igualdad de oportunidades, aparece, por ejemplo, la necesidad de generar infraestructura apta en los paradores de las rutas para que se sientan cómodos ellos y ellas.

El sueño del camión amarillo

Vecina del barrio Lambertuchi, Cecilia Adorno aprendió a manejar directamente en un camión. De hecho, se crió entre estos gigantes y su mejor plan era armar el bolsito y salir a la ruta con su papá. Fue él quien le enseñó el ABC de la conducción.

“Me dijo: ‘Este es el embrague, este el freno y este el acelerador. El camión siempre lo vas a mover en primera. Si está cargado, en segunda. Y la R no es rapidísimo, es reversa. Si vez otro camión, no te asustes, seguí por tu carril’”, revive en diálogo con DIA 32.

“Hace un año yo estaba por ser mamá y nunca se me hubiera cruzado por la cabeza que hoy iba a estar en este lugar”, confiesa la flamante camionera, que actualmente es coach de conductores en Scania. Su tarea es proporcionarles asistencia en tiempo real, guiándolos para lograr un uso más eficiente de la unidad y un menor consumo de combustible.

Antes había estudiado para agente de propaganda médica y trabajaba en comercios, pero su deseo profundo era seguir el camino de su papá. Justamente, fue también él quien le envió la información y la incentivó a anotarse en el programa, ya que cumplía con todos los requisitos.

Ya egresada de “Conductoras”, aún no termina de procesar lo vivido: “No pensé que me podía pasar. Siento que fui tocada por una varita mágica”, asegura. Y recuerda emocionada el día en que se recibió: “Si había tocado el cielo con las manos, pasé a vivir en las nubes. Mi padre se sintió súper orgulloso. Mi mamá, que me da fuerzas y tranquilidad, y él, son mis pilares fundamentales”.

Lejos de los miedos más comunes, ella invita a todas las mujeres a animarse y comparte su gratificación: “El camión es el lugar donde estoy segura, tranquila y libre. No hay nada que se interponga entre la ruta y vos. Si bien uno piensa en situaciones como las de romper una cubierta, solucionarlo es más maña que fuerza. Y si no puedo sola, me van a ayudar. Eso también es algo muy bueno que tiene el mundo de los camioneros. Si ven a alguien tirado, van a parar. Si vemos un camión conocido, paramos a conversar y tomar mate. Somos una gran familia”.

Uno de los sucesos que más la conmovió en esta experiencia fue una coincidencia sorprendente: “Yo soñaba con un camión amarillo… ¡y el camión escuela de Scania de la FPT es amarillo! El día que me dieron el registro y me sacaron a la ruta fue con ese camión. Fui a Zárate. Y cuando subí el puente, miré el asiento del acompañante y me di cuenta de que la que manejaba era yo, no mi viejo. Entonces pensé: ‘qué cosa maravillosa poder hacer lo que hizo mi papá toda la vida. Me sentí súper orgullosa de lo que él me dejó’”, concluye, lagrimeando.

Los caminos de la vida

La historia de Viviana Velázquez y su acercamiento al mundo de los camiones también empezó en las rutas, pero no en las terrestres. Cuando era pequeña, viajaba en avión porque su papá era maletero de una aerolínea y le regalaban pasajes para él y su familia. Su anhelo más grande era mirar por la ventanilla y, más que el cielo, poder ver alguna vez los caminos de su país.

Vecina del barrio San Luis, trabajó en comercios y, por distintas circunstancias, interrumpió varias veces sus estudios universitarios. El desempleo la llevó a experimentar como conductora de Uber y descubrió que el volante era un lugar donde se sentía cómoda: “Me gustaba llevar a la gente, investigar, conocer distintas rutas y mirar los paisajes”, comenta a DIA 32.

Recuerda que cuando sacó su licencia B1, en 2010, estaba interesada en saber por qué se movía el vehículo o qué pasaba si frenaba. Esta misma actitud de razonamiento la ayudó a responder el cuestionario intensivo inicial que les enviaba Scania para hacer la selección de las doce postulantes.

“Fue mucho esfuerzo y tengo muy buenos recuerdos. Todas estábamos haciendo algo que nos gustaba, con la mejor tecnología, las mejores herramientas y profesionales. Fuimos muy mimadas”, afirma sobre la experiencia del curso.

Los sentimientos de la graduación le aparecen ligados al apoyo incondicional de su familia ante una profesión que obliga a estar fuera de casa bastante tiempo: “Ese día me di cuenta de que no me podía arrepentir. Ya había llegado demasiado lejos. Mis hijos orgullosos y mi marido acompañándome en todo. Mi mamá tenía un poco de miedo por la ruta, pero después la convencí con mi actitud”, revela.

Actualmente se desempeña como conductora de la flota de camiones de la empresa transportista QBOX y realiza viajes cortos de traslado de mercadería, entre otras tareas.

“Hay que acostumbrarse al ritmo del camión, hay tiempos de espera, puede pasar algo en el camino, tenés que ir controlando varias cosas. Pero en la empresa me tienen paciencia y me cuidan mucho”, comenta sobre su primera experiencia laboral como camionera.

Dice que su sueño es llegar manejando a Brasil -allí está la sede de QBOX- para ejercitar su portugués, idioma que estaba aprendiendo cuando se anotó en Scania, sin imaginarse a qué rutas la llevarían las vueltas de la vida.

La ruta de las mujeres

Las buenas repercusiones del programa enorgullecieron también a la empresa impulsora, que cumplió los objetivos planteados originalmente.

“Cuando pensamos la idea, nunca creímos que iba a tener tanta convocatoria. La finalidad de ‘Conductoras’, en cuanto a reducir la brecha de género es algo que como mujer me toca muy de cerca, más trabajando en la industria automotriz y de pesados”, afirma Natacha Calero, responsable de prensa y comunicación de Scania.

“Para nuestra área, la oportunidad de hacer algo así fue superadora, nos dio impulso y seguridad, entendimos que este es el camino y que queremos involucrar a más empresas y a más sectores. Aspiramos a que no sea ya una locura ver a una mujer conduciendo”, resalta Calero.

Las flamantes camioneras, con la mirada en el horizonte, coinciden: “Como nuestro grupo fue el primero, estamos haciendo historia. Mientras nosotras hagamos las cosas bien, a las próximas generaciones se les van a abrir las puertas. Anímense a probar”.

Con licencia profesional en mano, decididas e inolvidables, a estas conductoras no las para nadie.

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