El Ministerio de Desarrollo Social de la Nación le cedió a la Universidad de Buenos Aires un amplio y emblemático edificio de Ingeniero Maschwitz para reubicar la sede de Escobar. Tras once años de estancamiento, tiene todo para crecer.

Por CIRO D. YACUZZI
cyacuzzi@dia32.com.ar

Diciembre arrancó con una excelente noticia para el partido de Escobar: el jueves 1º, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación le cedió a la Universidad de Buenos Aires (UBA) un amplio y emblemático edificio de Ingeniero Maschwitz para reubicar su sede. La firma de ese convenio representa una oportunidad inmejorable para potenciar el desarrollo académico del partido.

La UBA, por fin, ya no vivirá de prestado en Escobar. Hasta hoy venía funcionando en dos lugares: su Ciclo Básico Común (CBC), en aulas alquiladas al instituto General Belgrano; y sus dos tecnicaturas de la Facultad de Agronomía, en la Casa de la Cultura del Municipio, al igual que su área administrativa. Pero desde ahora podrá unificar todo, ofrecer más franjas horarias y nuevas carreras, ya que dispondrá de una edificación de 1.850 metros cuadrados, enclavada en un predio de 1,5 hectáreas que fuera parte de la histórica estancia de Benito Villanueva.

En el lugar, desde hace varias décadas, funciona el instituto de menores Nuestra Señora de Fátima, una estructura en vías de extinción de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de la Nación. A principios del año 2000 contaba con casi 100 niños institucionalizados. Pero en la actualidad, luego de un importante proceso de revinculación con sus familias de origen, solo residen 12 chicos, todos de Capital Federal. Con la llegada de la UBA, vivirán en una casa de la calle Almirante Brown, también en Maschwitz, que estará adecuada a la cotidianeidad de cualquier adolescente.

El predio que albergará a la universidad pública nacional es un ensueño. Está envuelto en un paisaje casi boscoso, donde tiene de vecinos al proyecto de Jardín Botánico y al futuro Centro de Desarrollo Deportivo “Néstor Kirchner”. Explota de verde alrededor y sus instalaciones cuentan con una espaciosidad de otra época. De hecho, esa mansión de la estancia de Villanueva fue construida en la década del ’20. Para llegar, quien no sea de la localidad debe recorrer más de dos kilómetros por las calles Mendoza y Caseros, hasta llegar a Sucre. De ahí, son solo unos pasos.

El convenio que firmaron la ministra Alicia Kirchner y el rector Rubén Hallú expresa que la universidad tendrá el uso exclusivo de ese inmueble durante diez años, con una opción a prórroga por otros tantos. Allí, “desarrollará funciones académicas, científicas, de investigación y culturales a través de un Centro Regional que comprenderá el funcionamiento del CBC y otras actividades que resulten necesarias para fortalecer la educación en el distrito, generando cooperación y colaboración institucional”. Si bien el texto no da mayores precisiones, ese párrafo es la llave que permitirá abrir las puertas a nuevas carreras de nivel terciario y/o superior.

En paralelo, un acuerdo de similar tenor suscripto ese mismo día por Hallú y el intendente Sandro Guzmán compromete al Municipio a hacerse cargo de las mejoras que requiera el lugar, así como la apertura de calles y la accesibilidad en transporte urbano. Además, la Comuna continuará con el pago del gasto operativo de la sede (básicamente, salarios y mantenimiento). Para esto, desde hace once años cobra una contribución específica en la tasa de servicios generales.

“Estuvimos charlando informalmente varios proyectos de los que tendremos que seguir hablando en el futuro”, expresó el rector tras su encuentro con Guzmán. Y agregó: “No solo están dirigidos a los jóvenes que están en edad de estudiar y que tienen entre 18 y veintitantos años, sino que queremos hacer algo dirigido también a otra parte de la sociedad, para dar capacitación para la iniciación laboral y que la gente pueda seguir trabajando en la zona. Es un esfuerzo que lleva al crecimiento y que apuesta a la gente de Escobar”.

Por su parte, el alcalde señaló: “Este es un proyecto muy ambicioso, donde queremos crear una ciudad que tenga que ver con la educación”.

Todavía no se sabe si las instalaciones de Maschwitz estarán en condiciones de ser utilizadas para el primer cuatrimestre del ciclo lectivo. Al respecto, desde el Municipio respondieron a DIA 32 que eso se sabrá durante el transcurso de enero, cuando el inmueble haya sido desocupado y se haga una planificación de las refacciones necesarias para acondicionarlo de manera adecuada.

Saga conflictuada

Desde su llegada al distrito, la UBA atravesó un camino cargado de obstáculos. El convenio que la instaló en Escobar se firmó en diciembre de 1999, entre el intendente interino Jorge Landau y el rector Oscar Shuberoff. Pero cuando Luis Patti regresó a la Intendencia planteó la idea de cerrar la sede, en desacuerdo con que se financiara a través de un aumento impositivo a industrias, comercios y sectores medios.

La disyuntiva se dirimió en un plebiscito, en septiembre de 2000, donde votaron apenas 700 personas y se aprobó la creación de una alícuota para todos los contribuyentes de servicios generales.

Por un tiempo, las aguas se mantuvieron calmas, amén de algún reclamo del sindicato docente por demoras del Municipio en el pago de haberes. Así, hasta que a fines de 2007 se sancionó la ordenanza 4409, que dispuso la construcción de un edificio para el CBC en el predio del polideportivo Luis Monti. Eran los últimos días de Silvio González al frente del Ejecutivo, que a dos meses de despedirse instaló la simbólica piedra fundamental de la obra.

En 2008, durante los albores de la gestión de Sandro Guzmán, el tema recayó en manos de Hugo Cantero, primero en la Subsecretaría de Relaciones Institucionales y luego en la Secretaría de Gobierno. El funcionario tenía un anteproyecto de esa construcción en su despacho y se lo mostró a la comisión de vecinos encabezada por José Díaz, que el año anterior había impulsado la ordenanza del edificio. Pero cuando Cantero dejó de pertenecer al staff municipal y lo reemplazó Roberto Palau, el expediente quedó a la deriva.

Pero, una vez más, así como cuando Patti amagaba con cerrar el CBC, fueron los estudiantes los que, saliendo a la calle, volvieron a poner el tema en boca de autoridades, medios y vecinos. Por esos días de julio de 2010, la voluntad política parecía obcecadamente nula. “Hacer el edificio sería hipotecar el Municipio”, le respondía Palau al “Proteste Ya” -sección del programa CQC, para el que no esté al tanto- y a los periodistas locales que cubrían la primera de varias movilizaciones que realizaron los jóvenes (incluidas dos irrupciones en el desfile de carrozas de la Fiesta de la Flor). Las palabras del intendente tampoco eran alentadoras: “La Municipalidad no puede hacer ese edificio”, declaraba.

Por entonces, la posibilidad de trasladar la universidad al edificio del instituto Fátima recién empezaba a barajarse, tímidamente, como si fuera una estrategia para ganar tiempo, porque al mismo tiempo se deslizaban otras alternativas y abundaban mensajes contradictorios. Pero, finalmente, esas gestiones se materializaron 17 meses después con el convenio de marras, que marca un nuevo hito en la sinuosa historia de la UBA en Escobar. Será cuestión de no dejar pasar esta oportunidad y sacarle todo el jugo posible.

Del dicho al hecho

“Nosotros estaríamos muy contentos de poder hacer una sede, pero ya el CBC nos cuesta muchísimo dinero y la Municipalidad no puede hacer ese edificio. No le quiero mentir a nadie ni crear falsas expectativas: hoy no está el dinero para construirlo”.

(Sandro Guzmán: 1/7/10, a El Día de Escobar)

“Apenas tengamos el terreno vamos a construir el CBC, porque es una decisión de este gobierno. Lo que recaudamos no alcanza para construir un edificio, pero la decisión de hacerlo y no pagar más alquileres está. Así como dije tantas cosas que la gente creía que no se iban a hacer, esto también se va a realizar.

(Sandro Guzmán: 3/12/10, a los estudiantes de la Comisión Universitaria de Escobar)

“Estamos en busca del convenio entre (el Ministerio de) Desarrollo Social (de la Nación) y la Universidad (de Buenos Aires). La decisión y el edificio ya están. Siempre dije que no era una cuestión de plata sino del lugar. Y desde el Municipio estamos dispuestos a hacer todas las reformas que sean necesarias” .

(Sandro Guzmán: 29/8/10, en conferencia de prensa junto al ministro de Educación de la Nación, en Garín)

“No fue por los estudiantes”

Si los estudiantes no salían a la calle, ¿se hubiera concretado este convenio? Desde el lugar del espectador, y siguiendo la cronología de los hechos y las declaraciones, queda la nítida impresión de que fueron ellos quienes reflotaron un tema que parecía extraviado, sin ningún rumbo.

Pero el diputado nacional Jorge Landau, que dijo haber hecho de nexo entre el Municipio, la UBA y el Ministerio de Desarrollo Social, refuta esta mirada. “Eso es falso. No menosprecio las manifestaciones estudiantiles ni que eso hizo que el tema estuviera instalado, pero la realidad de la solución pasó por otro lado. Yo, personalmente, fui con el intendente a hablar con el rector de la universidad. Nosotros nos peleamos con la gente de Desarrollo Social de la Nación, hasta que la presión que ejerció el intendente permitió que el convenio se firmara. Francamente, los estudiantes no tuvieron nada que ver en esta cuestión”, expresó en declaraciones a El Día de Escobar.

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