Comprar un cero kilómetro o cambiar el auto por uno más nuevo es un proyecto que implica esfuerzos económicos, expectativas y sueños. Pero que también puede convertirse en la peor de las pesadillas si se cae en manos inescrupulosas. Eso es lo que les pasó a quienes tuvieron la desafortunada idea de ir con ese sueño a EW Automotores, una concesionaria que se quedó con el dinero y las ilusiones de sus clientes.
No fue un caso, ni cinco ni diez. Se calcula que al menos son cien las víctimas de esta agencia escobarense. El modus operandi variaba según el caso, pero básicamente consistía en recibir a los interesados con sonrisas, un cafecito y mucha buena onda. Les ofrecían diversos modelos de automóviles que no les mostraban, les pedían un adelanto y aseguraban que el resto se pagaría con un préstamo que ellos gestionarían en un banco.
A todos les decían que calificaban para acceder a ese crédito, pero una vez que la persona entregaba la seña en efectivo, que solía rondar el millón de pesos, no volvían a tener noticias de la agencia. Jamás atendían el teléfono ni contestaban los mensajes.
Si lograban obtener respuestas en forma personal, les decían que no habían calificado para el préstamo y ahí empezaba la bicicleteada para devolver el dinero. En un sinfín de casos los clientes no vieron un solo peso; quienes sí lo hicieron recibieron lo mismo que habían entregado muchos meses antes, sin tener en cuenta los intereses por inflación.
A algunos compradores sí les entregaron autos, pero generalmente no eran los convenidos; por una u otra razón terminaban ofreciendo uno de menor valor y en míseras condiciones mecánicas. Algunos clientes aseguran que les llegaron a dar “autos destartalados”.
La lista de irregulares cometidas por EW Automotores es interminable: desde falta de información clara y detallada de las operaciones, no dar respuesta a consultas de los clientes y no entregar los vehículos en tiempo y forma, hasta venta y entrega de autos con fallas importantes, firma de pagarés en blanco, pagos con cheques sin fondos y ventas de autos por duplicado.
Un escándalo por donde se lo mire, que no pudo tener un final peor: de la noche a la mañana la agencia de autos cerró el local, dejando desairadas las últimas expectativas que los damnificados tenían de recuperar algo del dinero invertido.
Crónica de un engaño
EW Automotores inició sus actividades en Belén de Escobar en 2017, a nombre de Emanuel Selbaggi y su pareja, Vanesa Rodríguez, ambos con domicilio en el country Haras Santa María, de Loma Verde. Desde agosto de 2019 la agencia tenía su local sobre la calle Estrada 827, entre Colón y las vías del ferrocarril.
Debido a las reiteradas y numerosas denuncias realizadas por clientes escobarenses y de otros puntos de la provincia de Buenos Aires ante la Dirección de Protección de Consumidores y Usuarios, el pasado 15 de junio la agencia fue clausurada por inspectores municipales.
“No sé exactamente cuántas denuncias son, pero están cerca de la centena. Esta empresa es una de las tres de las que más denuncias recibimos en el último año”, le cuenta a DIA 32 el secretario de Legal y Técnica del Municipio, Nicolás Gaytán.
El funcionario señala que a partir de septiembre de 2022, con la sanción del Código de Protección de los Consumidores y Usuarios, el Municipio logró más capacidad de intervención: “Eso nos dio mayores herramientas para lograr que los denunciados, abogados, apoderados o dueños de las empresas vengan a sentarse con nosotros”.
Al tener clausurado el local, EW Automotores comenzó a dar muestras de buena voluntad. Sus representantes legales asistían a las audiencias de conciliación, en algunos casos resolvían en el momento y en otros se comprometían a solucionar los reclamos más adelante.
“Registraron un domicilio, en alguno de los expedientes devolvieron la plata con intereses o firmaron un acuerdo. Nos ocupamos de cada caso en particular. Pero llegó un momento que fue insostenible por la cantidad de audiencias que teníamos que atender, al punto tal que decidimos no trabajarlo más como expedientes aislados sino como algo unificado”, comenta Gaytán.
Defensa insólita
En esos momentos, desde la agencia salieron a “dar la cara” con un insólito comunicado en redes sociales donde decían que habían sido clausurados porque estaban siendo blanco de amenazas y que hasta tanto no se investigaran permanecerían con la persiana baja.
“Las amenazas rigen de llamados a la madrugada, amenazas de violación a personal administrativo, amenazas hacia padres y familiares. Nos han pedido dinero en diversas ocasiones, a lo cual no hemos accedido, aunque nos garantizaban que esa era la única manera de parar con todo eso”.
Al negarse a esta supuesta extorsión, “pasaron a la segunda etapa, que fue el escrache masivo en todas las redes sociales, grupos de compra venta y todo lugar remoto que pueda caber una publicación”.
“A raíz de este escrache masivo y desmedido, el Municipio actúa de oficio y procede a la clausura del local hasta que se esclarezca el caso. Ni bien se resuelva, daremos más detalles de la verdad”, concluía el texto. Un absurdo total.
Según el secretario de Legal y Técnica, “ellos tenían una especie de defensa en la cual decían que la gente firmaba, que no comprendía, que en todo momento se les explicaba que poner la plata no significaba tener el auto. Nosotros les dijimos que entendíamos que una, dos o cinco personas se podían confundir, ¿pero 100 personas? Incluso les exigimos que cambien no solo la forma de informar sino también los contratos”.
Entre gallos y medianoche
Semanas después de la clausura, tras pagar una multa de unos ocho millones de pesos en la Secretaría Contravencional y comprometerse a resarcir a los damnificados, la agencia volvió a atender al público. La reapertura fue provisoria, ya que desde distintos entes del Municipio los estaban monitoreando para asegurarse de que cumplieran lo pactado.
Cuando reabrió, la concesionaria cambió su nombre en las redes sociales por Car Market. Un lavado de cara de corto plazo. Es que lejos de pensar en ponerse al día con tanta gente defraudada, puertas adentro de la empresa el proyecto era siniestro: concebían el plan para emprender la fuga dejando a los clientes a pata, sin plata y con la ilusión arrasada. Lo consumaron a fines de agosto, dejando en la puerta del inmueble un cartel que decía: “Cerrado por duelo”.
Al conocerse la noticia, muchos estafados estallaron en las redes sociales. Aunque varios de ellos iniciaron causas judiciales para tratar de resolver su situación, las esperanzas de un resultado favorable son entre pocas y nulas, al menos en el corto plazo. Del Municipio, a esta altura, tampoco pueden esperar una solución.
Gaytán explica que desde el Ejecutivo pueden perseguir la marca, la firma, el CUIT o hacer inspecciones de oficio ante denuncias de que esten operando en otros lugares o por internet. Y agrega que también se pusieron a disposición de la justicia para entregar toda la información que tienen recabada. Pero no más que eso.
“No tenemos más de qué agarrarnos”, admite el funcionario, al tiempo que a los damnificados les aconseja “que intenten por la vía judicial correr el velo societario de esta empresa y tratar de ir por cada caso en particular o en aquellos casos que entiendan que tipifica como denuncia penal lo hagan por ese camino”.
“En este rubro hay que ser profesionales”, decía Selbaggi en una entrevista que le hicieron en 2019. DIA 32 intentó contactarse con él a través de las redes sociales y de los dos teléfonos que la agencia tenía publicados, pero fue imposible.
“Esta empresa es una de las tres de las que más denuncias recibimos en el último año”, le cuenta a DIA 32 el secretario de Legal y Técnica del Municipio, Nicolás Gaytán.
Historias con nombre y apellido
Bronca, impotencia, resignación y furia son sensaciones comunes entre quienes fueron estafados por EW Automotores. DIA 32 entrevistó a tres damnificados, quienes contaron sus experiencias y la desazón que sienten al haber perdido sus ahorros, e incluso quedar endeudados, al confiar en la concesionaria de Emanuel Selbaggi.
“El trato que me dieron fue una pesadilla”
María Cristina Asselborn (55) es estilista, atiende clientes a domicilio y el vehículo es su herramienta de trabajo. “Luego de no trabajar durante toda la pandemia, cuando la vida retomó su ritmo vendí el auto que tenía para acceder a un Volkswagen más nuevo. Fue en mayo de 2022. En EW Automotores tardaron meses en darme una respuesta luego de haber entregado el dinero de la seña”.
“Me terminaron entregando un Peugeot 205 más viejo que el que habíamos convenido. El auto tenía una cantidad de problemas mecánicos, incluso el motor fundido. Estuvo más tiempo en el taller de la concesionaria que en mis manos”.
“En una oportunidad me crucé con una pareja que salía del local y que miraban estupefactos, porque acababan de venderles ese mismo auto. Fue un infierno, una pesadilla el trato que me dieron”.
En marzo de 2023 a María Cristina le robaron el Peugeot cerca del predio de la Fiesta de la Flor.
“No puedo dormir de la angustia”
Fernando Rodríguez (55) es docente, va de municipio en municipio dando clases y quiso cambiar el auto que tenía por uno mejor. “Antes de entregar la seña me dijeron que me quedara tranquilo, que calificaba para el préstamo, que no habría ningún problema. Cuando vendí mi auto entregué $800 mil de seña. Desde ese momento no puedo dormir de la angustia”.
“Nunca más me atendieron el teléfono, así que tenía que ir una y otra vez hasta el local para saber cómo iba lo mío. Al final me dijeron que no calificaba para el crédito, pero nunca me devolvieron la plata de la seña. Lo peor es que tengo una deuda. Yo quería el auto para mi trabajo de docente y para hacer Uber en los ratos libres y pagar ese dinero que debo”.
Hoy Fernando sigue trabajando y yendo de acá para allá, pero en colectivo. Atraviesa un problema de salud, tiene que someterse a una operación y estar sin auto le complica mucho más la vida.
“Se quedaron con todo mi dinero”
María Luz Prado (43) es comerciante, tiene un local de joyas y bijouterie en La Plata. Desde allá se vino a Escobar a comprar una camioneta en EW Automotores, embelesada por lo que vio en el Instagram de la agencia.
“No entiendo cómo caí, miro las reseñas de los lugares hasta cuando voy a comer afuera y no me di cuenta que esta gente tenía los comentarios cerrados… Entregué dos mil dólares de adelanto y saqué un crédito por un millón de pesos que también les entregué”.
“Empezaron a patear el plazo para entregar la camioneta, primero eran quince días, después 30, después 60… En un momento me ofrecieron otra que estaba destartalada y no acepté. El tema es que se quedaron con todo mi dinero y yo durante tres años voy a tener que trabajar para devolver el préstamo”.