La segunda inundación del año en el distrito dejó como saldo un centenar de evacuados y barrios anegados por completo. Imprevisión, desidia y falta de control, un cóctel que explota cada vez que llueve más de la cuenta.

Por CIRO D. YACUZZI
cyacuzzi@dia32.com.ar

Si una imagen puede decir más que mil palabras, varias fotos permitirán reflejar todavía con mayor elocuencia lo que se vivió en el partido de Escobar con el temporal y la sudestada que azotó al norte, noreste y centro de la provincia durante la primera quincena de agosto.

Un centenar de evacuados, arroyos desbordados, pérdidas materiales incalculables, barrios inundados de punta a punta y anegamientos por doquier fueron algunas de las peores consecuencias que dejaron los entre 200 y 350 milímetros que cayeron desde el miércoles 5 hasta el viernes 14.

Fue la segunda vez en el año que Escobar se inundó: el primer antecedente de 2015 había sido el 25 de febrero, cuando en solo tres horas cayeron 120 milímetros y medio distrito quedó bajo el agua.

El alto nivel de precipitaciones -muy por encima del promedio de las últimas décadas- dejó una vez más al descubierto los graves problemas hídricos del distrito, donde lugares históricamente castigados como los aledaños a los arroyos Escobar, Bedoya y Garín siguen siendo los primeros y más castigados cada vez que llueve mucho o crece fuerte el río. En este caso, la cuenca del Luján.

A la falta de soluciones de fondo, con las obras de envergadura necesarias, al sistema pluvial escobarense se le suman otros problemas: el efecto de las megaurbanizaciones enclavadas sobre las zonas de humedales, que ocupan cientos de hectáreas que deberían contener y absorber ese flujo hídrico. Y no solo eso. Peor aún: colocan bombas para desagotarlas y llevar todo ese caudal a los recargados cursos de los arroyos linderos, dificultando aún más el drenaje.

Dos fotos tomadas por vecinos que muestran en plena flagrancia a los countries Santa Isabel y El Cantón circularon por las redes sociales. Sin embargo, la maniobra pasó inadvertida a los ojos de las autoridades municipales.

También es cierto que al colapso de los desagües contribuyó significativamente la cantidad de residuos que la gente arroja desaprensivamente en cualquier parte. Cuando bajó el agua del arroyo Garín, las empinadas banquinas de la autopista estaban plagadas de bolsas y basura de todo tipo.

El temporal mostró también su cara trágica. Un chico de 11 años se ahogó en el arroyo Garín tras caerse de un precario puente de madera, en Del Viso. La corriente arrastró varios kilómetros su cuerpo, que fue hallado en Maquinista Savio. Y en el barrio San Luis apareció flotando sobre la calle el cadáver de un vecino de 70 años cuyo paradero se desconocía desde hacía dos semanas.

Tanta tristeza, sufrimiento y desolación tuvieron su contrapunto en el siempre abnegado trabajo de los bomberos voluntarios y en la solidaridad de la comunidad, que llevó a cabo múltiples colectas y campañas de donación para asistir a los damnificados. Aunque nada podrá compensarles tanto dolor.

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