Calles convertidas en ríos y familias abandonando sus casas en bote fueron algunas de las postales que dejó el último temporal en el partido de Escobar. ¿Por qué hay inundaciones cada vez que llueve más de la cuenta?

Por DAMIAN FERNANDEZ
dfernandez@dia32.com.ar

Arroyos desbordados, casas con medio metro de agua adentro, familias abandonando sus hogares en bote, calles transformadas en ríos… El temporal de lluvia que azotó al Conurbano bonaerense entre la tarde del jueves 10 y la madrugada del viernes 11 dejó un panorama desolador en gran parte del partido de Escobar y evidenció, por enésima vez, la falta de infraestructura hidráulica.

Dicen que contra la naturaleza no se puede hacer nada. Y ese viejo refrán se convirtió, de alguna u otra forma, en el principal argumento oficial a la hora de explicar las causas de los nuevos anegamientos. En parte, es razonable: las fuertes precipitaciones superaron los 120 milímetros en menos de doce horas y provocaron el desborde de los principales arroyos que surcan el territorio escobarense. Aunque no fue ese el único motivo por el cual se acumuló tanta agua. Es que el diluvio no dio tiempo a desagües ni escurrimientos.

El barrio más afectado fue, por lejos, el Nuevo Amancay de Maquinista Savio, ubicado detrás del basurero municipal a cielo abierto, a la vera del arroyo Escobar. Allí, un centenar de personas debieron ser evacuadas en botes y muchas de ellas perdieron lo poco que tenían. “Es una zona baja, netamente inundable. Eso era un valle de inundación y después fue siendo ocupado por gente que se instaló ahí y ahora sufre las consecuencias”, explica a DIA 32 el secretario de Planificación e Infraestructura de la Comuna, Diego Benítez.

El segundo lugar más castigado por el temporal fue la zona oeste de Loma Verde: todas las calles que circundan al arroyo Tatán, principalmente en el tramo que va desde la calle Congreve hasta Los Aromos, pasando por Los Cerros, volvieron a convertirse en auténticos ríos. También se registraron pérdidas materiales y autoevacuados.

“Lo que pasó ahí fue algo totalmente atípico. Hay que tener en cuenta que en toda la zona de Pilar, desde donde proviene el arroyo Tatán, se registró mucha más intensidad de lluvia que en las otras cuencas altas. Al otro día que paró la tormenta seguía bajando agua”, aduce Benítez.

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Pero los vecinos lomaverdenses, cansados de sufrir esta situación cada vez que llueve más de la cuenta, no opinan lo mismo. “Más allá de la buena voluntad, acá hay que hacer trabajos de hidráulica serios. Echarle la culpa a un lavarropas tirado o a la naturaleza porque llueve mucho es tirar la pelota afuera de la cancha. Con esa lógica, a los vecinos lo único que les queda es rogar para que no llueva más de 90 milímetros, porque si eso pasa, se van a volver a inundar”, señala Marcelo Hernández, referente de la Asociación Vecinal Los Cerros.

En varios barrios de Garín que están pegados a los cursos de agua que cruzan la localidad también se vivieron situaciones críticas. Es así que el desborde del arroyo Las Lolas afectó notablemente a Cabot y la zona lindante, lo mismo que ocurrió en toda la cuenca del arroyo Bedoya, que incluye al barrio homónimo, La Loma, Cri Cri y La Esperanza. Además, el rebase del arroyo Garín hizo estragos en el barrio Doña Justa de Ingeniero Maschwitz.

En este marco, las autoridades municipales informaron que medio centenar de familias debieron ser evacuadas por Defensa Civil y que otras tantas fueron asistidas en centros vecinales cercanos a sus domicilios.

Tras el temporal, personal de la Subsecretaría de Salud y militantes kirchneristas que responden a la actual gestión de gobierno recorrieron los barrios más damnificados y realizaron distintas intervenciones para dar contención a los vecinos que sufrieron en primera persona las consecuencias de las intensas lluvias.

Asimismo, no faltó la colaboración de las organizaciones de la sociedad civil: entidades de bien público y clubes de barrio, que, como suele ocurrir en estos casos, iniciaron campañas para recolectar alimentos no perecederos y ropa, fundamentalmente, para ayudar a los damnificados.

“Hay cuestiones naturales que no podemos manejar. Los arroyos y ríos tienen vida propia y buscan su cauce natural o valle de inundación en los momentos críticos. El problema es que los valles se fueron ocupando por la creciente urbanización. Todo esto es producto de la gran diversificación urbana que hubo en los últimos años”, sostiene Benítez, para quien hay que adoptar “medidas de tipo estructural -léase, grandes obras- para poder mitigar el efecto de estas lluvias”.

Mientras tanto, con los recursos que tiene, el Municipio apuesta a intensificar la limpieza y el desmalezamiento de los 48 kilómetros de cursos de agua que atraviesan el distrito y a la efectividad de los reservorios artificiales hechos en los últimos años para mitigar el impacto de las precipitaciones. No hay plata para más.

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Algunas mejorías

Afortunadamente, no todos los barrios del distrito corrieron la misma suerte. De hecho, en Belén de Escobar y Matheu, que sí había sufrido, y mucho, las incesantes precipitaciones caídas a fines de abril, quedaron afuera del ranking de lugares más golpeados por el último temporal.

En ese sentido, la noticia más importante llegó desde el barrio San Luis, cuyos vecinos ya se habían acostumbrado a tener que sacar el agua de sus casas y en esta ocasión pudieron respirar aliviados y disfrutar de la lluvia como nunca antes. Y eso tiene una explicación objetiva: el ensanchamiento del arroyo Escobar, que también linda con el barrio La Pista, de Maschwitz.

“Analizándolo desde el punto de vista técnico, la obra fue muy favorable, porque hemos bajado de manera considerable el impacto de las lluvias. El arroyo estuvo completo de agua, a tirante lleno, hasta el viernes 11 al mediodía. De haber existido todavía el antiguo puente “La Arenera”, hubiese oficiado de tapón. Hay que tener en cuenta que tenía ocho metros de apertura cuando hoy tenemos 38 y con tirante a pleno”, asegura el secretario de Infraestructura sobre, tal vez, la única buena noticia en medio del drama de las inundaciones, una historia repetida y, en el corto plazo, sin solución.

DIEGO BENÍTEZ

“Hicimos muchos trabajos, pero se necesitan obras estructurales”

Fiel a su estilo, el secretario de Planificación e Infraestructura del Municipio admite que Escobar “se va a seguir inundando” mientras no se concreten grandes proyectos hidráulicos. Pero afirma que la situación es mejor a la de 2015.

-¿Cuáles son las explicaciones para los anegamientos registrados durante el último temporal?

-Escobar tiene una característica geográfica muy complicada en materia de hidráulica. El distrito se encuentra ubicado en la cuenca baja de todas las cuencas: recibimos agua de General Rodríguez, Malvinas Argentinas, José C. Paz y Pilar. Esta es una preocupación que tuvimos desde el inicio de la gestión y por eso se hicieron muchos trabajos. Pero ante este tipo de tormentas, que se vienen dando ya desde los últimos años debido al cambio climático, las obras no alcanzan. Ha cambiado la manera de llover, ha cambiado muchísimo la forma en la que se presentan las tormentas, que son mucho más intensas y tienen picos muy altos. Además, al tener una cuenca tan extensa, podemos llegar a tener situaciones de desborde con un retardo de 24 horas, como nos ha pasado con algunos arroyos.

-¿Se van a concretar otras obras a partir de lo que pasó ahora?

-El Intendente ahora tomó la decisión de hacer una obra en el barrio Cabot, que es por donde pasa el arroyo Lolas y se forma un cuello de botella que afecta, históricamente, a todos los barrios adyacentes. Ahí se va a poner a lo largo de 230 metros una doble cañería de diámetro 1200, que va a triplicar la sección exigua que tiene hoy y, por lo tanto, agilizará el escurrimiento de las aguas. No son soluciones definitivas, pero son acciones puntuales que van a ir sumando a que todo esto vaya confluyendo.

-La mayoría de los vecinos que sufre en carne propia las tormentas critican al Municipio por “tirarle la pelota” a la Provincia en materia de obras hidráulicas. ¿Hasta dónde puede hacer un gobierno local?

-Yo creo que no se puede discutir que el intendente estuvo comprometido con toda la problemática hidráulica del distrito desde el día uno. Es más, asistió junto a su equipo a todos los barrios afectados en las inundaciones de 2015 y ahora también. Uno para poder reclamar tiene que tomar acciones, realizar y presentar proyectos, porque si no, no sabemos de qué estamos hablando. El arroyo Garín, por ejemplo, es una obra que hoy debe estar en $900 millones. El arroyo Bedoya, que es otro de los proyectos que tenemos terminados, es una obra que cuesta $800 millones. Son montos muy grandes que exceden al erario municipal. Por eso, en base al presupuesto municipal, nosotros tomamos acciones que son ínfimas, pero que van teniendo impacto, como la limpieza integral de los cursos de agua y la construcción de retenes hidráulicos, acompañadas por una buena reglamentación estructural. Igual, para hacer cualquier intervención sobre un curso de agua primero tenemos que pasar por la Dirección Provincial de Saneamiento y Obras Hidráulicas. No podemos tomar ninguna acción sin que esté supervisada por ellos.

-¿Considera que, pese a lo ocurrido, la lluvia hizo menos daño que en otros temporales?

-Con los picos que hemos tenido, si bien las situaciones no han sido solucionadas, han mermado en gravedad. Escobar se inundó y se va a seguir inundando hasta tanto no se hagan obras netamente estructurales. Si bien no hubo muchos casos de gravedad, si nos retrotraemos dos años, los efectos del agua hubiesen sido mucho peor.

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